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jueves, 5 de diciembre de 2013

JULIO GONZALO: VIENTO, SAXO, MÚSICA, VUELO, LIBERTAD Y, SOBRE TODO, MUCHA SENSIBILDAD

Hoy le voy a dedicar este cuelgue a un músico –de los que yo llamo "de reparto"– que cada vez que le escucho tocar en un concierto consigue "emocionarme" y ponerme "patas arriba" el rinconcillo más íntimo de mis sentimientos; se llama JULIO GONZALO y es saxofonista.

Julio Gonzalo.

Antes de hablar de Julio, permitidme que os haga una confidencia que tiene mucho que ver con mi admiración hacia él.

Cuando yo era niño –ya casi adolescente– y llegaban los días de feria –en Jaén era la feria de San Lucas–, me encantaba ir al circo; siempre a las incómodas gradas de madera porque la economía familiar no daba para más. Recuerdo que de todas las actuaciones circenses mi preferida era siempre la de los payasos, no por lo que decían o por los golpes que se dabán ¡no!...; lo que más me entusiasmaba era cuando uno de aquellos payasos tomaba entre sus manos un saxo brillante y empezaba a tocar...

Yo cerraba los ojos y escuchaba aquella música imaginándome que por la "boca" del saxo salía algo mágico que conseguía hacer posibles mis sueños de entonces: poder besar a Carolina –de la que estaba totalmente "enamorao"–; conseguir que mis padres no estuvieran siempre de bronca –¡maldito dinero!–; o salir corriendo y huir de aquella ciudad que en aquel momento tanto me aprisionaba –¡sentía unas incontenibles ganas de volar!–... El payaso tocaba y tocaba el saxo, no recuerdo si bien o mal –¡que más daba!–, y aquella música "de viento" conseguía atraparme y hacerme sobrevolar sobre mi propia realidad...

... Son recuerdos de payaso, saxo, viento, música y vuelo que nunca olvidaré, y que provocaron que ese instrumento musical se convirtiera, siempre que lo escucho, en uno de mis mejores cómplices y confidentes...


Ahora he superado con creces la adolescencia –mi abono transporte ya sentencia mi "tercera edad"–; sigo siendo un soñador empedernido –«¡Sueñas!. Pues sí, claro, sueño constantemente»–; amo la música y la canción; y me sigue atrapando el excitante revuelo de notas y melodías que puede generar un saxo... Evidentemente es de ahí de donde radica, sin duda, parte importante de mi admiración hacia Julio Gonzalo.

A Julio le escuché tocar por primera vez, en febrero del 2012, acompañando a Paskual Kantero (Muerdo)  en uno de sus conciertos en la Sala Libertad Ocho; poco después fue ya con Esfumato, grupo mágico en el que participa, y cuyos conciertos se han convertido para mi en una especie de "lado, en este caso claro y luminoso, del deseo". Aquí en Madrid, donde vivo, procuro no perderme ninguno.

Julio Gonzalo y Enrique Amigó. (Fotografía Sergio López)

Contemplarle la cara de Julio, y mirarle las manos y todo su cuerpo cuando empieza a tocar el saxo es todo un espectáculo y un auténtico placer estético y sensorial. Se palpa como disfruta y como juega con los sonidos que, a golpes de viento –golpes de su sensibilidad– va creando y dejando revolotear libres por la sala del concierto. Y en su caso, a más improvisación, más vuelo, más libertad, más provocación de sueños...

Julio Gonzalo nació en Madrid y desde siempre ha sido un enamorado del jazz –es la música que realmente le apasiona–. Estando en el colegio se montó una primera banda con tres amigos –bajo, guitarra y batería– y empezaron a tocar –a disfrutar tocando–. Pasado un tiempo cayó en su mano una trompeta china, y durante unos días experimentó la magia que puede generarse de la conversión del viento –de su propio viento– en sonidos y en armonías.

Fue entonces cuando su padre –intuyendo, sin duda, el músico que Julio llevaba dentro– decidió comprarle y regalarle su primer saxo; saxo que todavía conserva y en el que encontró su identidad como músico, o sea, la prolongación de su cuerpo, o el vehículo, por el que canalizar sus inquietudes creativas, artísticas y, concretamente, musicales.

Enseguida aquel primer trío inicial –bajo, guitarra y batería– se transformó, resurgiendo como un nuevo grupo: trompeta, saxo tenor y saxo alto. Concretamente éste saxo alto que podemos contemplar en la siguiente foto que ¡no tiene desperdicio!.

Julio Gonzalo con su primer saxo y 23 años.

A principios de los años noventa, aquel primer trío estudiantil creció y pasó a convertirse en una auténtica banda de jazz integrada por ocho músicos, a la que llamaron "SAMBUSA"; banda que desde entonces no ha parado de actuar y de ofrecernos conciertos en directo en salas de jazz, teatros y festivales; el más reciente ha sido el que tuvo lugar en la Sala Clamores, de Madrid, el pasado 30 de octubre; concierto en que intervino como invitada Clara González –componente del grupo Esfumato a la que, por cierto, tengo que dedicarle uno de mi "cuelgues" cuanto antes–.

Grupo SAMBUSA tocando en la Sala Galileo (30 de octubre de 2013)
Grupo SAMBUSA en el concierto ofrecido en la Sala Galileo.
A la derecha Clara González, en el centro Julio Gonzalo.

Los componentes del grupo "Sambusa" son: Álvaro Cappa (trombón), Juanma Ramirez (piano). Diego López (guitarra eléctrica), Javier Calvo (bajo), Carlos Calvo (congas), Nicolás Martínez (batería), Antonio López (saxo tenor) y Julio Gonzalo (saxo alto).

En el siguiente vídeo os propongo escuchar una de las canciones de SAMBUSA con el alcompañaminro bien bello de Clara González... ¡Prepárense para disfrutar!


Y ahora cambiamos de plano; podríamos decir aquello de que "con la música a otra parte".

Esa otra parte se llama ESFUMATO y es otro de los grupos musicales en los que Julio Gonzalo participa y disfruta como saxofonista. Os cuento.

Julio –además de músico– es físico, informático y profesor de la UNED. Hace unos años conoció, y tuvo como alumno, a otro músico, también informático, llamado ENRIQUE AMIGÓ –todo un genio–. Le dirigió la tesis, se hicieron amigos; y ¡como no! la música –¡bendita sea la música!– les entrelazó en una muy hermosa complicidad que se concretó en el grupo ESFUMATO.

Enrique Amigó y Julio Gonzalo.

Sobre ese grupo ya he escrito varios cuelgues anteriormente en este mismo blog, os remito a uno de ellos que podréis retomar en los siguiente enlace:


Con "Esfumato", y más concretamente creando música –sobre todo en directo– con Enrique Amigó, Julio se siente feliz y su saxo, su viento y su música vuelan entrelazando tres claves para el encantamiento y la emoción, que él bien domina: libertad-belleza-sensibilidad.

Y lo mismo ocurre a la inversa. Hace unos días Enrique escribía en su muro de facebook lo siguiente: «Julio fue mi director de tesis. En realidad es un científico bien reconocido dentro y fuera del país. Pues resulta que me dijo un día que tocaba el saxo en una banda de jazz, como quien no quiere la cosa ("Sambusa", altamente recomendable) y resulta que tocaba como los ángeles. De hecho, alguna vez faltó, y buscamos sustituto, pero nunca fue lo mismo. ¿Su secreto? Sensibilidad y que en cada frase, aunque con pocas notas, cuenta una historia, e historias dentro de ésta. Quizás es que hay que ser científico para tocar de forma tan fractal».

Pues sí, ¡sensibilidad!, esa es la clave... ¡mucha sensibilidad!... ¡Ah! –y que no se me olvide– una bellísima "humildad" que le engrandece y que comparte con Esfumato en pleno –¡y mira que son grandes!–; "humildad" que –como repito constantemente– es el fundamento y la esencia de la verdadera humanidad..., y que a muchos jóvenes, músicos y cantores, compañeros de oficio, ¡tanto le falta!.

ESFUMATO:
Enrique Amigó, Clara González, Julio Gonzalo y Carlos Manzanares.

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