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domingo, 17 de mayo de 2020

TESTIMONIOS MUSICALES: AUTE (19)


Cuando el ser humano se sumerge y se siente atrapado en cualquier tipo de conflicto o de contradicciones radicales y las sufre y las percibe de una forma reflexiva –en una especie de vaivén entre la tentación evasiva o la depresión–, surge la imperiosa necesidad de buscarle a la vida un motivo al que amarrarse como refugio o como fuerza de escape para poder mantener el equilibrio y evitar el naufragio.

Luis Eduardo Aute, curiosamente en este momento, en su lucha interna y dialéctica entre el amor y la muerte –añorando y deseando a la vez y para siempre la libertad–, vive una especie de derroche o de desbordamiento en su actividad pictórica. Expone individualmente en la Galería Internacional de Arte y en Estiarte de Madrid, es seleccionado para el Concurso Nacional de Bellas Artes, recibe el primer premio de pintura en la XXVII Mostra Michetti y participa en varias exposiciones colectivas en Barcelona, Madrid e Italia.


Por entonces también compone la banda sonora de la película "Los viejos escolares" de Jaime Chávarri.

Pero en Eduardo la pintura no llega a calmar su necesidad de respuesta a la visa presentida –y en el fondo inaceptada– como un RITO que se debate entre el amor y la muerte, por eso, irresistiblemente, sigue escribiendo nuevos poemas y canciones.

«Una niña fría se desnuda,
los espejos se derriten como velas,
y su madre pura la castiga,
vuelan calcetines junto a las estrellas,
ella quiere que la moje el río
cada vez que lo descubre tras la puerta,
se perfuma de impaciente sangre,
un olor que no conocen las muñecas.

Una niña fría se desnuda,
las lechuzas dicen que no han visto nada,
juguetea con lápiz de labios
y se abraza a la ternura de la almohada,
viene el diablo con flores y vino,
ella se complace con sus artimañas,
duerme, niña, que seré tu amante,
y el infierno es dulce como una manzana.» (38)

En este momento, en íntima relación con el amor –e incluso por encima del amor–, en Aute hace eclosión su canto a la realidad corporal y la experiencia erótica como una posible referencia al equilibrio buscado en el seno de las contradicciones: «No conozco otra mar, otro sol y otro pan más que tu cuerpo».

El erotismo aparece ahora en su obra como ese barco "salva-vida" capaz de saciar su "barro de hambriento diablo y en el que se hace posible la llegada o el maridaje a un puerto sereno y apacible, origen y destino.

«Nazco en tu vientre,
carne de tumba,
pozo de nubes,
cera profunda,
luz en tu vientre,
vientre de espuma,
de espuma.

Vivo en tu vientre,
temperatura,
pez encendido,
fiebre de lluvia,
fuego en tu vientre,
vientre de espuma,
de espuma.

Muero en tu vientre,
cálida cuna,
breve latido,
llanto de luna,
noche en tu vientre,
vientre de espuma,
de espuma.» (39)


Desde esta experiencia, aunque el aire "resume olor a nicho, parece como si en Luis Eduardo Aute el encuentro erótico en el amor revistiera de una posible armonía el hecho de ese ciclo que constituye el nacimiento-luz, la vida-fuego y la muerte-llanto.

«Y fumo en la noche junto al ruido
de las calles repletas de historias,
los párpados, como enfermos,
ya no ofrecen resistencia
y hacen el amor los gatos...
No pienso en ti,
pienso en ti,
en ti.

Y ladra algún perro aburrido
como siempre que cae la sombra,
me duelen todos los huesos,
y una lágrima indiscreta
me advierte que estoy llorando...
No pienso en ti,
pienso en ti,
en ti. 

El aire rezuma olor a nicho
y olor a humo y olor a soga,
me estoy quemando los dedos
y los gatos no se enteran
y un perro me lame la mano...
No pienso en ti,
pienso en ti,
en ti.» (40)

Así va naciendo ESPUMA a lo largo de 1974...; pero el equilibrio buscado e intuido por Eduardo no es, una vez más, ni estable ni duradero y de nuevo irrumpe en su experiencia el inconformismo y la insatisfacción... «Poco tiempo después de la espuma» surgen de nuevo las soledades y los silencios...

«Cuando duermes,
no es tu cuerpo desnudo el que estrecho
ni el calor del reposo que manas,
sujeto los horizontes
del sueño que te traspasa
y agarrado a ese sueño sumiso,
me despierto y no hay nadie en mi cama,
cuando duermes.» (41)

(38) "Nana a una niña fría" (Espuma, 1974).
(39) "De espuma" (Espuma, 1974).
(40) "En ti" (Espuma, 1974).
(41) "Cuando duermes" (Espuma, 1974).

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