Izquierda: Ángela Figuera con 25 años. Derecha: Ángela Figuera con 51 años. |
Hace unos días, con motivo de la edición del disco "Que a todas las balas se les haga de noche", de Paco Damas, hablábamos de la poeta Ángela Figuera a la que Paco ha musicalizado e interpretado el poema titulado "No quiero"... Recordemos los últimos versos de ese poema:
llorar en secreto,
cantar en secreto
No quiero que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO».
de un túnel sin estrellas ni bombillas
Difícil es llegar a las orillas
de tanta sangre y tanto estercolero.
Difícil es andar, subir la vida
con un muerto cogido de la mano
que tiene nuestro rostro y nuestra herida
Difícil es hallar norte y sendero
por tierras calcinadas y amarillas
difícil es, sin agua y sin semillas
de amor o pan, hacerse cosechero
Difícil es cantar, luchar es vano
sabiendo que la voz y la partida
se han de perder más tarde o más temprano
Difícil es cantar».
Ángela Figuera, en realidad, ha sido una de esas magníficas y comprometidas escritores contemporáneas a las que desde el punto de vista literario no se les ha tratado con justicia, y a las que se les mantiene, por desgracia, bastante ignoradas. Decía el pasado domingo, y hoy lo repito, que Ángela, junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya, fue una de las representantes más importantes de la poesía social de la posguerra.
Que yo conozca, anteriormente a que Paco Damas musicalizara su poema "No quiero", a Ángela Figuera solamente la ha musicalizado y la ha cantado Rosa León en su disco "Mujeres" (1992), obra en la que incorporó el tema titulado "Difícil".
«Difícil es salir del agujero,Rosa León. "Mujeres" (1992). |
de un túnel sin estrellas ni bombillas
Difícil es llegar a las orillas
de tanta sangre y tanto estercolero.
Difícil es andar, subir la vida
con un muerto cogido de la mano
que tiene nuestro rostro y nuestra herida
Difícil es hallar norte y sendero
por tierras calcinadas y amarillas
difícil es, sin agua y sin semillas
de amor o pan, hacerse cosechero
Difícil es cantar, luchar es vano
sabiendo que la voz y la partida
se han de perder más tarde o más temprano
Difícil es cantar».
Ángela Figura Aymerich, nació en Bilbao, en 1902. Frente al machismo característico de su época, reivindicó en todo momento su derecho a la igualdad, y, superando todo tipo de inpedimento familiares y sociales. estudió Filosofía y Letras en la universidad de Madrid. Finalizados sus estudios, fue catedrática de Lengua y Literatura en Huelva, Alcoy y Murcia.
Contrajo matrimonio con su primo Julio Figuera, que fue un gran defensor de su creación literaria.
Sus dos primeros libros de poemas fueron "Mujer de barro"(1948) y "Soria pura" (1949), obras de corte intimista en las que Ángela expresa su identidad como mujer y como madre, y en las que reivindica los valores del amor, de la sensibilidad y de la ternura. Fue durante aquellos años cuando Ángela empezó a mantener correspondencia con Gabriel Celaya y con Blas de Otero.
Posteriormente, ante las desgarradoras e injustas consecuencias de la dictadura franquista, se incorporó al movimiento de la poesía social –junto con Celaya y Otero– y optó por una poesía radical en la defensa del ser humano, y, en particular, de las personas que, en aquel momento, sufrían más directamente las consecuencias de la represión y de la injusticia. A esa etapa corresponden sus siguientes obras: "Vencida por el ángel" (1950), "El grito inútil" (1952), "Víspera de la vida" (1953); "Los días duros" (1953), "Belleza cruel" (1958) –libro prologado por León Felipe y con el que obtuvo, en México, el premio Poesía Nueva España, impulsado por la Unión de Intelectuales en el exilio–, "Toco la tierra" (1962).
A partir de 1962, Ángela Figuera se retiró del panorama literario, para reaparecer en los años ochenta con sus obras "Cuentos tontos para niños listos" (1980) y "Canciones para todo el año" (1984), libros dedicados al mundo infantil en los que la poetisa recuperó su proyección de carácter más intimista.
Murió en Madrid, en 1884. Dos años después, la editorial Hiperión publicó la primera edición de sus "Obras completas" (1986), publicación que –junto al ensayo escrito y publicado por María Bengoa en 2003)– ha permitido que la voz de Ángela Figueras –una de las más hondas, claras y comprometidas de la literatura de la posguerra– siga viva entre nosotros.
Completo este cuelgue con un texto de Ángela Figuera, escrito en 1965, en el que, al hablar de su obra, nos ofrece un extraordinario testimonio que retomaré mañana actualizándolo al tiempo y a las circunstancias que hoy estamos viviendo en nuestro país... Será un nuevo "cuelgue" al que llamaré: "ESTOS SON, DE NUEVO, BUENOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA..., POR SUPUESTO COMPROMETIDA".
«Todo lo que puedo decir de mi poesía está en mi poesía. La escribí siempre aunque no publiqué hasta 1948. Nunca me pregunté por qué o para qué la hacía. Obedecía a un impulso esencial de origen desconocido que me llevaba al intento de crear con la palabra aquella belleza que tanto me emocionaba cuando la leía en los poetas a mi alcance. Una primera poesía imitativa, vacilante, intimista y mala sin duda alguna. La vida misma, más adelante, concretó y afinó mis temas: amor de mujer y de madre, misterios del pensamiento, de la vida y la muerte, paisaje interpretado. De pronto los tremendos golpes de nuestra guerra y la guerra mundial, la intimidad feliz se desgarra, el suelo se hunde, los sueños se quiebran, las perspectivas se transmutan y confunden entre la negrura del humo y el rojo de la sangre. Entro en contacto con el odio, la codicia, la destrucción, la injusticia, la muerte innumerable, antinatural e ilícita. El hambre pisándonos los talones; el desprecio hacia el hombre y hacia la libertad humana. Hay que vivir contra todo y a pesar de todo en un mundo convulsivo y atroz. Vivir viviéndolo todo y sufriéndolo todo con todos. Terminó la inmensa soledad del poeta. El impuso primario de expresarse y crear belleza con la palabra es el mismo. Las circunstancias no. Lo que he visto padecer, padeciéndolo, lo que sigo viendo, me acucia con exigencia imperiosa. Tengo que gritar contra ello y buscar algo que oponer al derrumbe. Crear belleza, pura, inútil, y cruel en su exclusividad, ya no es bastante. Hay que hacer algo más con la poesía, que es mi herramienta, como cualquier hombre tiene que hacerlo con la herramienta de que disponga y pueda manejar, para salvarnos y ayudarnos unos a otros. Mas, la poesía ¿servirá para algo? Dice Bertrand Ruseell: "Todo hombre, puede servir para perfeccionar el mundo". Intentémoslo, pues».
Contrajo matrimonio con su primo Julio Figuera, que fue un gran defensor de su creación literaria.
Sus dos primeros libros de poemas fueron "Mujer de barro"(1948) y "Soria pura" (1949), obras de corte intimista en las que Ángela expresa su identidad como mujer y como madre, y en las que reivindica los valores del amor, de la sensibilidad y de la ternura. Fue durante aquellos años cuando Ángela empezó a mantener correspondencia con Gabriel Celaya y con Blas de Otero.
Posteriormente, ante las desgarradoras e injustas consecuencias de la dictadura franquista, se incorporó al movimiento de la poesía social –junto con Celaya y Otero– y optó por una poesía radical en la defensa del ser humano, y, en particular, de las personas que, en aquel momento, sufrían más directamente las consecuencias de la represión y de la injusticia. A esa etapa corresponden sus siguientes obras: "Vencida por el ángel" (1950), "El grito inútil" (1952), "Víspera de la vida" (1953); "Los días duros" (1953), "Belleza cruel" (1958) –libro prologado por León Felipe y con el que obtuvo, en México, el premio Poesía Nueva España, impulsado por la Unión de Intelectuales en el exilio–, "Toco la tierra" (1962).
A partir de 1962, Ángela Figuera se retiró del panorama literario, para reaparecer en los años ochenta con sus obras "Cuentos tontos para niños listos" (1980) y "Canciones para todo el año" (1984), libros dedicados al mundo infantil en los que la poetisa recuperó su proyección de carácter más intimista.
Murió en Madrid, en 1884. Dos años después, la editorial Hiperión publicó la primera edición de sus "Obras completas" (1986), publicación que –junto al ensayo escrito y publicado por María Bengoa en 2003)– ha permitido que la voz de Ángela Figueras –una de las más hondas, claras y comprometidas de la literatura de la posguerra– siga viva entre nosotros.
María Bengoa. "La poeta Ángela Figuera. (1902-1948)". Bizkaiko gaiak - Temas vizcaínos |
Completo este cuelgue con un texto de Ángela Figuera, escrito en 1965, en el que, al hablar de su obra, nos ofrece un extraordinario testimonio que retomaré mañana actualizándolo al tiempo y a las circunstancias que hoy estamos viviendo en nuestro país... Será un nuevo "cuelgue" al que llamaré: "ESTOS SON, DE NUEVO, BUENOS TIEMPOS PARA LA LÍRICA..., POR SUPUESTO COMPROMETIDA".
«Todo lo que puedo decir de mi poesía está en mi poesía. La escribí siempre aunque no publiqué hasta 1948. Nunca me pregunté por qué o para qué la hacía. Obedecía a un impulso esencial de origen desconocido que me llevaba al intento de crear con la palabra aquella belleza que tanto me emocionaba cuando la leía en los poetas a mi alcance. Una primera poesía imitativa, vacilante, intimista y mala sin duda alguna. La vida misma, más adelante, concretó y afinó mis temas: amor de mujer y de madre, misterios del pensamiento, de la vida y la muerte, paisaje interpretado. De pronto los tremendos golpes de nuestra guerra y la guerra mundial, la intimidad feliz se desgarra, el suelo se hunde, los sueños se quiebran, las perspectivas se transmutan y confunden entre la negrura del humo y el rojo de la sangre. Entro en contacto con el odio, la codicia, la destrucción, la injusticia, la muerte innumerable, antinatural e ilícita. El hambre pisándonos los talones; el desprecio hacia el hombre y hacia la libertad humana. Hay que vivir contra todo y a pesar de todo en un mundo convulsivo y atroz. Vivir viviéndolo todo y sufriéndolo todo con todos. Terminó la inmensa soledad del poeta. El impuso primario de expresarse y crear belleza con la palabra es el mismo. Las circunstancias no. Lo que he visto padecer, padeciéndolo, lo que sigo viendo, me acucia con exigencia imperiosa. Tengo que gritar contra ello y buscar algo que oponer al derrumbe. Crear belleza, pura, inútil, y cruel en su exclusividad, ya no es bastante. Hay que hacer algo más con la poesía, que es mi herramienta, como cualquier hombre tiene que hacerlo con la herramienta de que disponga y pueda manejar, para salvarnos y ayudarnos unos a otros. Mas, la poesía ¿servirá para algo? Dice Bertrand Ruseell: "Todo hombre, puede servir para perfeccionar el mundo". Intentémoslo, pues».