Como ya comenté el pasado día 16, MARIA DEL MAR BONET acaba de publicar un nuevo disco, dedicado al gran poeta BARTOMEU ROSSELLÓ-PÒRCEL, al que ha titulado «Fira encesa».
Puede consultarse el "cuelgue" del pasado día 16 en el siguiente enlace:
Bartomeu Rosselló-Pòrcel. |
Con motivo de la edición de este nuevo disco voy comentar dos curiosidades que considero muy hermosas e interesantes.
La primera está relacionada con el escritor JUAN BONET, padre de Maria del Mar, que colaboraba en el periódico "Baleares" con una columna a la que titulaba "Los Cuadernillos".
Bartomeu Rosselló-Pòrcel murió muy joven, a los 24 años, el 5 de enero de 1938 en el sanatorio de El Brull (Barcelona) y fue enterrado en el cementerio de dicha localidad al día siguiente. Salvador Espriu, en 1958, decidió trasladar los restos mortales de su amigo a un nicho de su propiedad en el cementerio de Arenys de Mar; y veinte años más tarde, en enero de 1978, fueron trasladados de nuevo al cementerio de Palma e inhumados al lado de la tumba de Gabriel Alomar.
A María del Mar, que tanto admira a Bartomeu Rosselló-Pòrcel y su obra, le habría gustado acudir a Palma para acompañar al poeta en el traslado de sus restos, pero le fue imposible; ante esa imposibilidad habló con su padre y le pidió que fuera al cementerio el día de la inhumación y que le llevara un ramo de flores. El padre lo hizo, pero el enterramiento fue tan temprano que no encontró donde comprar unas flores; a lo que se unió una gran desolación porque aquella inhumación fue totalmente sobria; prácticamente pasó desapercibida a pesar de la grandeza del poeta.
Aquella experiencia la reflejó Juan Bonet en su columna del periódico "Baleares" con estas hermosas y entrañables palabras:
«LAS FLORES SE LEVANTAN TARDE EN LA CIUDAD»
«UNA MUCHACHA me había pedido le llevara flores. Fui aquella mañana con las manos vacías, frías y metidas en los bolsillos del abrigo • Eran las nueve cuando la tierra mallorquina daba cobijo al poeta Rosselló-Pòrcel. Por el color que apenas tenía el día parecía un amanecer. El acto civil, de dar tierra a los restos del poeta, fue tremendamente serio y sobrio. Ni parlamentos, ni lectura de poemas. En torno del poeta (recordado, retornado) parecía que el acuerdo había sido unánime: que no hubiera ningún protagonista otro. No lo hubo. • Una señora de luto se me acercó para recordarme de muchacho. Era de la familia del poeta. Me explicó que ella vivía frente al que fue mi hogar de crío. Yo, que no conocí al poeta, pude cruzarme, por lo visto, con él, que sería algo mayor y llevaría gafitas. • No tenía las flores a mano. En la ciudad las flores se levantan tarde. • Tuve que volver al día siguiente, con ellas, para cumplir con mi muchacha. Todavía fue mayor la soledad y allí y a solas recordé todo lo que ella había convertido en canción. Lo que el poeta, estremecido, había querido hacer llegar a las gentes de este pequeño, insólito y ausente país nuestro».
La segunda curiosidad que hoy voy a comentar tiene que ver con la cubierta del disco.
En 1974, cuando Maria del Mar Bonet decidió grabar un primer disco, prácticamente monográfico, dedicado a Bartomeu Rosselló-Pòrcel, el "grandísimo" pintor JOAN MIRÓ le propuso hacerle un dibujo para la cubierta, cosa que a Maria del Mar le pareció un sueño. Miró, como había prometido, creó aquella obra, y aquel mítico disco tuvo la siguiente cubierta:
Esta cubierta representa y simboliza, una barca adentrándose, o navegando por el Mediterráneo, e impulsada con la fuerza, la sensibilidad, la belleza y el canto de MARIA DEL MAR BONET. Ahora, contemplado, en el nuevo disco, la obra de Miro al completo dicha simbolización es mucho más clara y me encanta porque viene a reafirma la profunda admiración que Miró sentía hacia la "cantautora catalana-balear "como a ella le gusta llamarse.