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miércoles, 27 de mayo de 2020

TESTIMONIOS MUSICALES: AUTE (23)


He aquí un año al que yo me atrevería a calificar como clave en la trayectoria poética y musical de Luis Eduardo Aute y en general en la configuración de su personalidad y de su pensamiento. Un año que vuelve a ser para él como un nuevo punto de partida, sin que esto suponga, bajo ningún concepto y desde su coherencia radical, la ruptura con su pasado ni el encorsetamiento hacia el futuro… Eduardo será siempre un eterno y radical inconformista que en cada momento de su obra nos deparará sorpresas insospechables…, «su vida –como el mismo lo canta– no puede tomar asiento» y su deambular por la vida siempre desembocará en unas búsquedas en cuyas metas alcanzadas reaparecerán inevitables interrogantes a los que siempre necesitará encontrar nuevas respuestas.

En el país en este momento de nuestra historia se producen de forma precipitada una serie de circunstancias que fueron soñadas durante años y que ahora parecen que por fin pueden llegar a hacerse realidad…, se habla de democracia y de libertades, se firman los Pactos de la Moncloa y el 6 de diciembre es sometida a referéndum y aprobada mayoritariamente la nueva Constitución Española.

En el marco de todo ese acontecer histórico Luis Eduardo Aute vive una serie de situaciones y de experiencias personales importantes. Se decide a cantar en directo y empieza a percibir de una forma mucho más sensible, la presencia y los latidos de un público  que se identifica con él y que puede llegar a palpitar o a sentirse proyectado en sus canciones. Graba y edita su LP: ALBANTA, pórtico de su seguida trilogía "Canciones de amor y vida".



En este nuevo disco Eduardo cuenta con la colaboración de Teddy Bautista en los arreglos musicales; unos arreglos con un mayor predominio de las percusiones y de los teclados, y que le distancian por el momento de su intimísimo acostumbrado.



En el mes de abril muere su padre y de nuevo la muerte –ahora de un ser tan especialmente querido– le ocasiona un profundo desgarramiento. Durante el verano es invitado a cantar en La Habana en el Festival Mundial de la Juventud y allí entra en contacto directamente con el movimiento de la Nueva Troba Cubana. A la vuelta de Cuba atraviesa una delicada enfermedad que le retiene durante varios meses en casa dedicándole largas horas a la lectura y a la reflexión.

Así están las cosas en el 78: por un camino avanza con cierto optimismo la vida y el futuro del país, ahora en manos de unos políticos de ideologías variopintos que pactan, prometen y se enfrentan dialécticamente en el parlamento, y por el mismo camino, pero con cierto desconcierto e incertidumbre, pasea Aute, incrédulo radical de fórmulas y de mensajes.

«No sé si a estas alturas
puedo llamar altura a lo que es abismo
de incertidumbres.
No sé si voy o vuelvo
o acaso esté acercándome hacia mí mismo,
como es costumbre.

Y tal vez, 
en el tiempo me consumo
y soy humo sobre humo
de algún fuego que no fue.

No sé si éste es mi sitio,
si se entiende por sitio el eje invisible
de alguna noria.
Quizá la vida es esto,
esto de ser incógnita inaccesible
contra la historia.

Tener el sentimiento
de que sin daño no existe la alegría
me desconcierta.
En fin, frente al futuro,
esa vieja y desdentada teoría,
cierro la puerta.» (52)

Eduardo está descubriendo que el camino emprendido por la política –que es camino de aparente cordura– no conduce hacia Albanta, aquel es un camino estratégico de una lucidez demasiado sensata «que por clara puede estar ciega»…; el camino que puede abrir de par en par las puertas de la Albanta soñada es completamente diferente.


«Hay quien mantiene la convicción
de que la vida
es una partida
entre el azar y la comunión
con el destino,
entre la ley y la invocación
al desatino.

Quien mira no ve ni una mitad,
es evidente
que es diferente.
Entre mirar con la claridad
de la cordura
y ver con la luminosidad
de la locura.

Ante esa coyuntura
de claridad o lucidez,
con sensatez,
elijo la locura, aleluya,
elijo la locura...

Ante el intento de construir
la convivencia
en la apariencia
opongo el reto de destruir
toda la historia,
las estrategias, el porvenir
y la memoria.

No sólo no me quiero atener
a ser comparsa
de esta otra farsa
sino, además, me excluyo el deber
del raciocinio,
esa otra trampa que usa el Poder
para el dominio.

Ante esa coyuntura
de la claridad y lucidez,
con sensatez,
elijo la locura, aleluya,
elijo la locura.» (53)

A la gran contradicción experimentada por Aute entre el amor y la muerte se le añade ahora la contradicción profunda que encierra en sí mismo el hecho de la vida: la claridad de la cordura o la lucidez de la locura, la ley o el desatino, el racionalismo científico y despersonalizados o el sentimiento libre y desamortizado… y de nuevo el interrogante original: «¿Dónde estará la verdad?»… La opción de Eduardo en este momento parece clara, él opta por la vida como posibilidad de un corazón que deja expresar sus latidos.


«Dicen que todo se explica,
que el azar oculta un orden.
Nada se escapa a la regla
de la cordura del hombre.
Bajo la luz de la ciencia
ninguna sombra se esconde;
música y magia son mitos
que a la materia responden.

Tiene que existir,
aún tiene que latir,
amordazado por la razón,
un corazón.

Nada obedece al misterio
que configura a la noche.
No tiene peso el vacío
puesto que no tiene doble;
el sentimiento es un lujo
que agujera el soporte
de las respuestas cabales
a lo que no se conoce.

Ser un verbo sin sangre
de pensamientos conformes,
una cabeza en la masa
con apellidos y nombre.
Triste deber de la Historia
el de encontrar soluciones
acribillando latidos
para que suenen relojes.» (54)

Desde esta opción de Eduardo, una opción que le lleva a la necesidad de ser y de sentirse vitalmente no como comparsa sino como latido, Aute descubre también la necesidad de distanciarse afectiva y corporativamente del "tinglado" político, cosa que realiza con un escepticismo bastante radical. «La democracia es la menos mala de las sociedades posibles y la política, interpretada como fin, que es lo habitual, es una forma de proseguir con un estatus peligroso. Lo que realmente aliena al ser humano es la interpretación de la vida única y exclusivamente a través del análisis político de la sociedad, que sólo se ocupa del traje que se ha de llevar por la vida, pero no de lo que está dentro, del ser que late en el interior. La política, entendida de este modo, puede ser una trampa que nos aleja cada vez más de lo realmente importante, que es preguntarnos de qué va todo esto, qué coño hacemos aquí, por qué estamos aquí y para qué… Estas son las preguntas».

La proclamación y la defensa de la existencia como la gran tarea del hombre en el mundo se convierte ahora, como ya lo fueron intuitivamente en otros momentos, en los grandes ideales de Luis Eduardo Aute; por eso su gesto de solidaridad en los recitales se expresará a partir de ahora, siempre que en ellos sea necesario, de denunciar las injusticias concretas e inmediatas y, huyendo en lo posible, de los montajes abstractos en los que se entremezclan sutilmente las ideologías con los oportunismo.

Y así nace "DE PAR EN PAR", un LP que en principio llevaba el título genérico de "LATIDO" y que se graba y edita en 1979.


Dentro de este LP no pudieron faltar tampoco las reflexiones cantadas de Eduardo sobre el amor en coherencia radical con sus planteamientos actuales de la identidad y la vida, y de entre ellos una de sus canciones de amor más hermosas: "Un ramo de viento":

«Aún es tiempo para decirte
ahora que aún no duele la herida,
que te quiero sin que me exijas
ser el cerco de tu sombra
que te sigue y te limita.

No pretendas hacerme tuyo,
que no sirvo para cautivo.
Solamente sé de un camino
para atarme a tu paisaje
y es el que va haciendo el río.

Quiéreme así
y no esperes más que el recuerdo,
mi pobre recuerdo
y un ramo de viento.

Aunque pienses que te utilizo,
lo hago como respiro el aire,
no sé como puedo explicarte
que tu vida es sólo tuya
y que yo no soy de nadie.

Si supieras que entre tus brazos
me encadeno apaciblemente
y es entonces cuando se enciende
la tristeza más terrible
que es la urgencia de perderte.» (55)

En 1979 Aute compone también la música para la obra teatral "Cinco horas con Mario" dirigida por Josefina Molina y edita su tercer libro de poemas: "LA LITURGIA DEL DESORDEN" obra  en la que se incluye una reedición de "Matemática del espejo". Antonio Martínez Carrión escribía por entonces en el prólogo del nuevo libro de Eduardo lo siguiente:

«A través de esa mirada atentísima, de ese calor templado en la sonrisa que cierra el paso a cualquier grandilocuencia, Aute, al contrario de tanta flor de un día, ha sorteado con éxito los terribles escollos, las resacas mortales que en los malhadados setenta tanto han arrasado y arrasarán. Cuando en el territorio poético joven, en lo que a mí se me alcanza, “todo son ruinas / todo son despojos” parafraseando a Quevedo, ha aquí un autor que nada tiene que ver, por fortuna, con la aburrida salmodia al uso, que salta de los falsos alejandrinismos que abandonaron hace mucho (e inteligentemente) sus cultivadores en buena hora, a los neojeremías incapaces de mirar más allá de un ombligo dudosamente interesante o a los imitadores de estériles “Ukases” emitidos por los mandarines franceses de turno.»
(52) "Humo sobre humo" (De par en par, 1979).
(53) "Elijo la locura" (De par en par, 1979).
(54) "Un corazón" (De par en par, 1979).
(55) "Un ramo de viento (De par en par, 1979).

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