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Pablo Guerrero. |
Una vez que Pablo grabó su primer LP –"A cántaros"– empezó a dar recitales por todo el país y alcanzó una enorme popularidad. Recuerdo perfectamente uno de sus conciertos de aquella época, en el que tuve la oportunidad de participar; guardo en mi memoria visual y auditiva el impacto que me produjeron, no sólo él y sus canciones, sino también el clima que fue capaz de crear entre el público. Fue como si asistiéramos a una especie de ceremonial –casi litúrgico– en el que se acariciaban, entre silencios y aplausos, la fuerza esperanzadora y apasionada del amor, la complicidad en la ternura de sus versos compartidos y una especie de rebelión serena, pero eficiente, que nos hacía sentirnos vivos e irremediablemente necesitados de la libertad.
Aquel día, Pablo Guerrero consiguió abrirnos, de par en par, «todas nuestras ventanas a la risa del niño, a la verdad, al vino, al futuro luchado y a la esperanza» –como nos cantaba en "Yo no sé lo que eras", que para mí es una de las más hermosas canciones de amor que había compuesto en aquel momento.
«Yo no sé lo que eras. Nunca pude saberlo.
Quizá la mano suave, bien domada, tranquila,
bien dispuesta a ser trote, a ser mujer o pájaro,
o a ser sencillamente arcilla.
Nunca pude saberlo, yo no sé lo que eras,
porque eras también el aire bien nevado de enero
donde volaban barcos fríos como puñales
y volaba la noche y volaba el silencio.
Pero te amé, te amé
como nunca más supe hacerlo.
Tú eras mujer amiga de momentos felices
y otros en que la pena como un arado entraba
a ser dolor en surcos, a volver infinitos
la cosecha de un hombre y una mujer que se aman.
Espero que te acuerdes de nuestro juramento
de tener siempre abiertas a todas nuestras ventanas
a la risa del niño, a la verdad, al vino,
al futuro luchado, a la esperanza».
Tras la grabación de "A cántaros", Manolo Díaz dejó el sello discográfico "Acción", y Pablo se puso en contacto con Gonzalo García Pelayo, que planeaba la creación del sello "Gong", en Movieplay, y, sin dudarlo decidió que se incorpora al proyecto.
El 2 de mayo de 1975, Pablo Guerrero cantó en el teatro Olympia, de París, concierto que fue grabado en directo y que se editó, ya con el sello "Gong", poco tiempo después.
En aquel concierto, que fue tremendamente austero, Pablo estuvo acompañado a la guitarra por Nacho Sáenz de Tejada y al bajo por Miguel Ángel Chastang.
Tras su actuación en el Olympia, Pablo cantó en Venecia y en Alemania, y en 1976 grabó su tercer LP, titulado "Porque amamos el fuego" ("Gong". Movieplay), título que correspondía al primer verso de la canción "Un rincón de sol en la cabeza", con la que se inicia el LP. En esta ocasión la producción corrió a cargo de Gonzalo García Pelayo y se contó con la participación de un conjunto de músicos extraordinarios: Nacho Sáenz de Tejada, Jean Pierre Torlois, Miguel Ángel Chastang, Antonio Pascual, Antonio Perucho, Jorge Pardo y Antonio Fernández.
En aquella obra, Pablo le cantó al poeta gallego José Ángel Valverde, musicalizando su poema "Por debajo del agua"; le rindió un homenaje a Rafael Alberti; nos invitó a vivir "con la ventana abierta" y "a sumar a su voz nuestras esperanzas"; nos habló de Teo "caminante increíble de la desolación" que se negó a crecer "en el reino de los dientes y las pistolas"; y, entre otras canciones, nos hizo encontrarnos con aquella "dulce muchacha triste" que permanecerá para siempre presente en el recuerdo de toda una generación.
«La recuerdo muy bien y no porque en sus labios
se trajera cerezas de los valles del Jerte
sino porque, ya ves, tenía en sus zapatos
polvo de todos los caminos.
La recuerdo muy bien tan solo su mirada
era el lugar del mundo donde no había un Vietnam.
Viajaba en su mochila una andadura larga
y un libro de poemas, mira tú.
Dulce muchacha triste recorría caminos
en busca de una risa en donde descansar.
Tenía en su mente una ciudad con columpios de agua
y mercados de arena en las esquinas.
Hace tiempo —le dije— que cortaron al hombre
una antigua costumbre de volar que tenía:
Sólo seremos nuestros el día que consigamos
ver nacer a los niños con alas.
Dibujó un barco azul sobre un mar amarillo
y me lo regaló oculto en una concha.
Después se fue. No he podido encontrarla
en ningún sitio del aire y de la tierra.
No sé bien qué fue de ella. Un amigo me dijo
que murió cuando supo que no es un rock la vida.
Otros me aseguran que envejeció de pronto
y se paró a dormir al lado de un camino».
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Reproducción del recorte de prensa de la noticia aparecida en 1978
en el desaparecido diario "Pueblo", de Madrid. «Decir que nuestro panorama musical
–en directo naturalmente– es nulo, no es descubrir, desgraciadamente nada nuevo. Por eso enunciarles que mañana actúa en Guadalajara el cantautor "folk" Pablo Guerrero le causa a uno satisfacción. De su actuación en el Olympia parisiense dijo en su día Gonzalo Garciapelayo: "Aunque sólo fuera por sus letras extremadamente sensibles, Pablo Guerrero podría ser considerado como uno de los personajes más importantes de los jóvenes artistas españoles. Posee, además, la doble cualidad de ser un cantante absolutamente enraizado en su pueblo". Pablo Guerrero ha declarado que "intenta ser un poeta o al menos un bardo que camina entre
Miguel Hernández. Lorca, Machado, Cernuda y tantos otros. Se presenta mañana en el coliseo Luengo un artista sincero cara al público alcarreño. Y se presenta sin trampa ni cartón. Canta alas cosas cotidianas, y sobre todo al amor. Denuncia la hipocresía que nos rodea y llena sus poemas de una convencida esperanza en el futuro. Mañana la voz y la guitarra de Pablo Guerrero se fundirán en un recital que necesariamente hay que ir a ver. Estas oportunidades se pueden contabilizar por lustros». |
En 1978, Pablo Guerrero grabó un nuevo disco de carácter más reivindicativo, titulado "A tapar la calle" ("Gong". Movieplay); disco festivo en el que anuncia y proclama "a bombo y platillo", los nuevos tiempos que se inauguraban en nuestro país con la llegada de la democracia: «Enciende amigo tu alegría y tu hoguera –nos cantaba– que se acerca el tiempo de la vida». (A este disco ya le dedicamos un "cuelgue" en el blog, el pasado día 24 de abril).
Realizada aquella grabación Pablo vivió un período de retirada discográfica que duró aproximadamente siete años. Durante ese tiempo, continuó escribiendo sus poemas y se abrió al conocimiento y a la investigación de nuevas formas de expresión musical. Aquella etapa de búsqueda y de investigación musical sobre la que Pablo fundamentaría todo su trabajo posterior, la complementó, en 1984, con varios conciertos con la Orquesta de las Nubes, integrada por Suso Saiz, María Villa y Pedro Estevan; grupo pionero en nuestro país en la música de vanguardia o de lo que se conoce como New Age o música para una nueva era.
El resultado de todo aquel proceso –en el que Pablo lo que realmente buscaba era un clima musical que necesitaba para expresar y reforzar sus contenidos poéticos, cada vez más líricos e intimistas–, concluyó en 1985 con la edición de su disco titulado "Los momentos del agua" (Fonomusic); disco que comentaré en el "cuelgue" de mañana.