Hace unos días, en un programa de radio, volvían a preguntarme, como siempre, ¿qué es para mi un cantautor o una cantautora? –siempre a vueltas con lo mismo–. Volví a decir que para mi un cantautor es un creador que con su palabra y con su música –coherentemente hermanadas– es capaz de expresar –con honestidad– latidos o sentimientos reales de su propia interioridad –de lo que es, o de lo que siente–; y, la vez, latidos sociales que percibe, comparte y siente en el entorno en el que se desarrolla su existencia O sea, un cantautor o una cantautora es, simplificando, un "cantor" que en sus creaciones e interpretaciones se toma en serio esto que llamamos "vivir individual y socialmente con dignidad y en libertad" –tomárselo en serio, por supuesto, sin que el resultado de esa creación tenga que ser un rollo o un "coñazo"–.
Evidentemente –y así lo aclaraba el otro día en la radio– desde esa perspectiva cada vez tengo un criterio más amplio y más diversficado del concepto de "canción de autor". Tanto es así, que entre mis últimas "elucubraciones" sobre el tema –por supuesto, muy personales– estoy llegando a la conclusión de que eso que se llama "canción de autor", más que un "género musical" encasillable, es un "posicionamiento poÉtico-musical –comprometido y responsable– frente a la vida"... Pienso en este momento, por ejemplo, en El Cabrero, en Coppini, en Enrique Urquijo, en Jesús de la Rosa, en Mala Rodriguez, en Antonio Flores, en Miguel Ríos, en Kiko Veneno, o en Antonio Vega –a quien deseo dedicarle mi próximo "cuelgue"–... y me sale del alma: "¡Qué grandísimos cantautores!"
A esas "elocubraciones pro cantautoriles", a las que antes hacía referencia, viene contribuyendo –desde hace unos días– lo mucho que estoy descubriendo, disfrutando y aprendiendo de un libro que me regalos las pasadas navidades, Me refiero a este libro:
Es un libro del año 2002 –tiene ya varios años, pero es intemporal–. No lo conocía. Su autor es BRUNO GALINDO y se titula "Vasos comunicantes. Cómo y para qué escribir canciones" (Libros Zona de Obras/SGAE).
El propio autor lo presenta diciendo: "Éste es un libro sobre las canciones y quienes las escriben. Es una recopilación de opiniones, entrevistas y citas de algo más de 200 autores de 41 países, con quienes tuve la suerte de conversar. Adquirí el hábito de formularles a todos ellos, en algún momento de la charla, una misma pregunta: ¿cómo se escribe una canción?"
¡Libro absolutamente recomendable, como decía antes, sobre todo para disfrutar y para aprender!... ¡y, a fin de cuentas –esa ha sido una de mis "disfrutes" tras su lectura– para llega a una conclusión a la que antes ya apuntaba, una conclusión muy simple: La canción –cualquier buena canción– no es, ni más ni menos, que un "latido de vida" que cuando llega, se te cuela y logra emocionarte, hasta puede llegar a convertirse en una buena ayuda en eso del vivir; sobre todo cuando la vida a veces se te hace oscura o compleja, o cuando empieza a apuntar peligrosamente al sin sentido... (Quizá por eso yo no puedo vivir sin canciones).
A esas "elocubraciones pro cantautoriles", a las que antes hacía referencia, viene contribuyendo –desde hace unos días– lo mucho que estoy descubriendo, disfrutando y aprendiendo de un libro que me regalos las pasadas navidades, Me refiero a este libro:
Es un libro del año 2002 –tiene ya varios años, pero es intemporal–. No lo conocía. Su autor es BRUNO GALINDO y se titula "Vasos comunicantes. Cómo y para qué escribir canciones" (Libros Zona de Obras/SGAE).
El propio autor lo presenta diciendo: "Éste es un libro sobre las canciones y quienes las escriben. Es una recopilación de opiniones, entrevistas y citas de algo más de 200 autores de 41 países, con quienes tuve la suerte de conversar. Adquirí el hábito de formularles a todos ellos, en algún momento de la charla, una misma pregunta: ¿cómo se escribe una canción?"
BRUNO GALINDO |
¡Libro absolutamente recomendable, como decía antes, sobre todo para disfrutar y para aprender!... ¡y, a fin de cuentas –esa ha sido una de mis "disfrutes" tras su lectura– para llega a una conclusión a la que antes ya apuntaba, una conclusión muy simple: La canción –cualquier buena canción– no es, ni más ni menos, que un "latido de vida" que cuando llega, se te cuela y logra emocionarte, hasta puede llegar a convertirse en una buena ayuda en eso del vivir; sobre todo cuando la vida a veces se te hace oscura o compleja, o cuando empieza a apuntar peligrosamente al sin sentido... (Quizá por eso yo no puedo vivir sin canciones).