¡Me encanta!... Se me van acumulando "Fotos con historia", que mandais algunos visitantes del blog , y que son verdaderos regalos y sorpresas... Las iré colgando poco a poco...
La fotografía de hoy es muy especial y nos la manda Víctor Casaus, desde La Habana. En realidad es un montaje fotográfico fechado en 1979.
La fotografía de hoy es muy especial y nos la manda Víctor Casaus, desde La Habana. En realidad es un montaje fotográfico fechado en 1979.
Vamos a observar la fotografía atentamente fijándonos, sobre todo, en sus personajes, y luego pasaré a comentarla. (Comentario que en esta ocasión va a ser un poco más extenso de lo habitual porque la ocasión lo merece).
Las personas que aparecen en este grupo, rodeando a César Vallejo –de negro riguroso– son: Detrás, de izquierda a derecha: Guillermo Rodríguez Rivera, Luis Rogelio Nogueras (Vichy), Víctor Casaus y Raul Rivero. Delante, a la izquierda de Vallejo, Antonio Conte; a su derecho Silvio Rodríguez.
Guillermo, Vichy, Víctor, Raul y Antonio Conte son poetas pertenecientes a la generación de escritores conocida en Cuba como "El Caimán Barbudo" –nombre que dio título a una revista literaria creada en 1966–. Estos poetas solían reunirse, para mantener sus tertulias, en la heladería Coppelia, de La Habana –conocida y famosa en Europa a través de la película "Fresas y chocolate"–; tertulias a las que se unió Silvio Rodriguez cuando ya empezaba a crear sus propios poemas y canciones,
En aquellas tertulias uno de los temas tratados, con frecuencia, era la poesía de César Vallejo a quien todos admiraban profundamente. En concreto Silvio, en un artículo que escribió en 1980, en la revista "Revolución y Cultura", titulado "Cumplir con Vallejo", decía lo siguiente:
«La poesía de Vallejo es una de las lecturas que más me ha impactado. A veces uno lee cosas buenas y disfruta o se impresiona. Pero leer a Vallejo es estremecerse, es vivir una experiencia dramática. Después de lo anterior, es de suponer que la primera vez que choqué con Vallejo me sentí sordo, ciego, atolondrado. Me asombró descubrir que se podía escribir como si estuviese hablando con el propio yo, a través de esos códigos íntimos que usamos para sintetizar lo complejo, con esas abreviaturas del espíritu que son como señales secretas. Si Martí me enseñó el vuelo de la metáfora, Vallejo me la hizo viscera, hueso, sangre».
Para completar esta pasión sentida hacia la obra de César Vallejo, por Silvio y los poetas de "El Caimán Barbudo"; y para centrar aún más el sentido de la fotografía anterior, voy a reproducir el primer párrafo del libro titulado "Silvio poeta", escrito por Suyín Morales Alemañy y editado por el Centro Cultural Pablo de la Torriente; en dicho párrafo Suyín explica:
«En marzo de 1979, durante su segunda visita a París, Silvio estuvo en el cementerio de Montparnasse para cumplir con el viejo sueño de una tropa de jóvenes, que bajo el influjo de la lectura compartida de César Vallejo, se habían prometido algunos años atrás, medio en broma pero seguramente sintiéndolo como un pacto ineludible y justo, que aquel de ellos que lograra llegar a la Ciudad de la Luz visitaría la tumba del gran poeta peruano. El hecho de haber sido el primero, convocó al cantautor cubano al homenaje en nombre de todos, y unos meses después, en su número de enero de 1980, la revista Revolución y Cultura incluyó un artículo en el que Silvio contaba sobre esta historia colectiva, comenzando por el principio, cuando, una noche de finales de la década del 60, en que se juntaba como casi siempre con un grupo de amigos en las mesitas al aire libre de la heladería Coppelia de La Habana, llegó Vallejo y se sentó entre ellos cansado y sonriente».
Anécdota y ensoñación –o lenguaje figurado– que nos revelan, por una parte, la admiración que sentían hacia el poeta peruano los protagonista de nuestra "foto con historia", y, por otra, la justificación y el valor simbólico de ese juego que consistió en realizar un montaje fotográfico para hacer realidad un sueño superando cualquier limitación de tiempo o de espacio.