Aprovechando el "cuelgue" que he realizado esta mañana sobre las canciones que se han creado en España y en Latinoamérica con poemas de NICOLÁS GUILLÉN, quiero aprovechar para recordar que uno de los primeros creadores españoles que musicalizó, cantó y grabó al gran poeta cubano fue HILARIO CAMACHO.
Es más, aquella grabación –un single, con dos canciones– fue la primera obra de la discografía de Hilario, y la primera editada en España sobre versos de Nicolás Guillén.
Hilario grabó este disco, en 1968, incorporando en él dos canciones creadas sobre textos de Guillén: "El fusilamiento" y "El son del desahucio"; canciones arregladas musicalmente por Manuel Toharia. (El poema "El fusilamiento" lo incorporaré, más tarde, a mi "cuelgue" cotidiano contra la guerra).
La edición de aquel disco se realizó en una editorial llamada EDUMSA (Editorial Universitaria Madrileña S. A.) que fue una empresa montada por un colectivo de universitarios entre los que se encontraba Luis José Leal, miembro del Grupo Canción del Pueblo, al que Hilario pertenecía.
Con un capital inicial de cincuenta mil pesetas –aportado por ciento diez accionistas, todos ellos estudiantes–, y amparándose en el sello discográfico
Fontana, empezaron su actividad empresarial lanzando al mercado una colección de discos a los que llamaron genéricamente
"Ensayo", dedicados a la promoción de los componentes del
Grupo Canción del Pueblo.
El primer disco editado por EDUMSA se publicó en enero de 1968; fue el "Ensayo I" con cuatro canciones de Luis José Leal y José Manuel Bravo; a él le dedicaré mañana un "cuelgue" específico.
Volviendo sobre el disco de
Hilario, llama la atención el diseño de su carpeta en la que jugando con las letras de
"Ensayo nº 2" se realiza una composición plástica muy atractiva, moderna –para la época– e interesante.
Aquel disco, por otra parte, se publicó con un encarte en el que aparecía escrito un hermoso texto del poeta
Jesús López Pacheco que se ha convertido en un referente de lo que significó, y sigue significando, la llamada
"canción de autor", en particular, respecto a la musicalización e interpretación cantada de textos de nuestros poetas contemporáneos.
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Jesús López Pacheco. |
«Ha sido detenida la poesía –escribía López Pacheco–. Sus jueces la han condenado a imprenta perpetua. Tal habría podido ser la noticia difundida por los últimos trovadores al ver los primeros libros de versos. Allí estaba la poesía encerrada, atada, descolorida y muda, tras los barrotes de las líneas; desde entonces, tendría que esperar al lector, en lugar de ir de boca en boca al pueblo, de quien nacía por manantiales llamados poetas. Los trovadores, entonces, arrojaron sus vihuelas.
Pero esa cárcel de la imprenta podía tener ventanas casi infinitas –los libros– por los que la poesía se asomaría a la calle, a la gente. Pronto, sin embargo, sus enemigos lograron controlar su número y tamaño, de modo que, ni aún pálida y muda, ni aún seca y retorcida de sufrir, pudo llegar sino a muy pocos lectores. Y así la vemos hoy, asomada tímidamente a esos escasos y pobres ventanales de las ediciones de poesía, viendo al pueblo alejado y alejada ella del pueblo.
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Hilario Camacho. |
Hilario Camacho ha recogido la vihuela de los trovadores. Junto a sus compañeros del entusiasta Grupo Canción del Pueblo –junto a Paco Ibáñez, al que todos ellos consideran como el gran "liberador"–, Hilario Camacho ha venido a liberar la poesía. A fuerza de música, de voz, jóvenes y hermosas, saca a los poetas a la calle, y los saca más vivos, como resucitados –algunos– por la guitarra. Los poetas debemos estar agradecidos a Hilario Camacho y a los verdaderos "liberadores de la poesía" por su arte auténtico».