Mis primeros estudios en serio, o sea, oficiales, fueron los de Magisterio –yo quería ser lo que en aquel momento se llamaba un "maestro de escuela" a secas–... Y así fue...; y ejercí de "maestro" un montón de años –siempre en Educación Primaria–.
Un buen día –creo recordar que fue en el primer año que pisé una escuela como "maestro"– cayó en mis manos un libro de la antigua Colección Austral que consiguió marcarme para toda la vida –hay que ver lo imporante que puede llegar a ser un simple libro–, fue un recopilatorio de ensayos de Miguel de Unamuno titulado "Almas de jóvenes".
En uno de los ensayos que aparecía en este libro –ensayo titulado "Los naturales y los espirituales"–, Unamuno decía: «Hasta las más elevadas hipótesis de la ciencia son doctrinas frías. Hay que hacerlas poesía, que es el alimento que recibe el pueblo, no hay doctrina que se asimile mientras no se haga poética. El poeta, el poeta es el que está más cerca del aldeano y es el que puede llevarle de la naturalidad a la espiritualidad [...]. El pueblo necesita que le canten, que le rían y que le lloren mucho más que el que le enseñen».
Estas palabras, recuerdo que me impactaron muchísimo; las subrayé y las leí no sé cuantas veces... «La poesía es el alimento que recibe el pueblo»..., «el poeta es el que está más cerca del aldeano»..., «el pueblo necesita que le canten mucho más que el que le enseñen»... Y a partir de aquel momento, después de darle muchas vueltas al tema, tomé una decisión: Relacionar y fundir –en mi trabajo cotidiano como "maestro"– la música, la canción y la pedagogía.
Aquel fue el momento en que empecé a aproximarme a la "canción de autor" con especial interés y apasionamiento, y en el que inicié todo un proceso de investigación y de experimentación sobre cómo, con qué objetivos y con qué técnicas, incorporar la canción a la escuela, es decir, a los procesos de enseñanza y aprendizaje con niños/as y adolescentes.
En ese afán de vincular la música, la canción y la pedagogía, y tras un par de años de trabajo y de experimentación –con alumnos y con profesores–, en 1975 escribí y publiqué mi primer libro titulado "Nueva canción: disco-fórum y otras técnicas", libro editado en una colección del ICCE (Instituto de Ciencias de la Educación) a la que en plan futurista se le dio el nombre de "Educación 96".
Un inesperado libro que consiguió marcarme profesionalmente para toda la vida. |
En uno de los ensayos que aparecía en este libro –ensayo titulado "Los naturales y los espirituales"–, Unamuno decía: «Hasta las más elevadas hipótesis de la ciencia son doctrinas frías. Hay que hacerlas poesía, que es el alimento que recibe el pueblo, no hay doctrina que se asimile mientras no se haga poética. El poeta, el poeta es el que está más cerca del aldeano y es el que puede llevarle de la naturalidad a la espiritualidad [...]. El pueblo necesita que le canten, que le rían y que le lloren mucho más que el que le enseñen».
Estas palabras, recuerdo que me impactaron muchísimo; las subrayé y las leí no sé cuantas veces... «La poesía es el alimento que recibe el pueblo»..., «el poeta es el que está más cerca del aldeano»..., «el pueblo necesita que le canten mucho más que el que le enseñen»... Y a partir de aquel momento, después de darle muchas vueltas al tema, tomé una decisión: Relacionar y fundir –en mi trabajo cotidiano como "maestro"– la música, la canción y la pedagogía.
Aquel fue el momento en que empecé a aproximarme a la "canción de autor" con especial interés y apasionamiento, y en el que inicié todo un proceso de investigación y de experimentación sobre cómo, con qué objetivos y con qué técnicas, incorporar la canción a la escuela, es decir, a los procesos de enseñanza y aprendizaje con niños/as y adolescentes.
En ese afán de vincular la música, la canción y la pedagogía, y tras un par de años de trabajo y de experimentación –con alumnos y con profesores–, en 1975 escribí y publiqué mi primer libro titulado "Nueva canción: disco-fórum y otras técnicas", libro editado en una colección del ICCE (Instituto de Ciencias de la Educación) a la que en plan futurista se le dio el nombre de "Educación 96".
Dos años después a la edición del libro anterior tuve la enorme suerte de conocer personalmente a Paulo Freire –sin duda uno de los más grandes y significativos pedagogos del siglo XX–; le conocí en París.
Le hablé de mi obsesión sobre cómo vincular la canción con la pedagogía y en torno a esta cuestión nuestro encuentro fue precioso, llegando a unirnos totalmente. Nos hicimos buenos amigos. Él luchaba por una auténtica pedagogía popular y liberadora –lo que llamó "pedagogía del oprimido"–, y en ese punto, trabajar la "canción de autor" en el ámbito educativo le parecía necesario e imprescindible.
A partir de aquel encuentro y de aquella amistad, en 1980 escribí un segundo libro al que titulé "Música, canción y pedagogía"; libro que fundamenté totalmente en los principios pedagógicos que Freire lideraba y proponía.
Por aquellos años, sin abandonar la Educación Primaria, empecé a dar clases en la Escuela de Formación del Profesorado (ESCUNI), donde creé una asignatura optativa que se llamó como el libro antes citado, y en realidad, como la obsesión que siempre ha presidido mi actividad educativa: "MÚSICA, CANCIÓN Y PEDAGOGÍA"; asignatura que impartí durante ocho años.
De echo sé que muchos y muchas de los/las actuales seguidores/seguidoras de este blog fueron alumnos y alumnas de aquella, creo que preciosa e imprescindible, asignatura que pretendía, sobre todo, que las puertas y las ventanas de las escuelas se abrieran de par en par a la poseía, a la música, y, muy en particular, a la "canción de autor".
Después, durante un tiempo, por motivos de enfermedad, tuve que dejar la enseñanza, dedicándome casi exclusivamente a la música y a la canción.
Pues bien, ahora –por supuesto, sin dejar en absoluto la canción– regreso a la pedagogía... ¡QUIERO VOLVER A LA PEDAGOGÍA!... y hacerlo retomando aquella misma propuesta de forma actualizada: "MÚSICA, CANCIÓN Y PEDAGOGÍA"...; es decir procurando abrir de par en par las puertas y las ventanas de nuestras escuelas a la poesía, a la música y, muy en particular, a la "canción de autor".
Si me lo permitís, para no hacer demasiado largo este "cuelgue", lo concreto mañana.