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martes, 28 de abril de 2020

TESTIMONIOS MUSICALES: AUTE (9)


Los quince años y en general toda la adolescencia de Luis Eduardo Aute va a ser una etapa muy importante en su vida. Una etapa que va a marcar claramente su futuro: En el clima de una total ruptura con los valores establecidos, Aute se sumerge en toda una pletórica actividad creativa y artística: pintura, cine, teatro y sus primeros balbuceos en el mundo de la música y de la canción.

«A ti,
sueño desnudo,
abierta tras la ventana.

A ti,
mi flor primera
de estío en la madrugada.

A ti,
mi memorable cuerpo
de arena y campanas.

A ti,
mi adolescencia
que vuelves en la distancia
recordándote...» (13)

Es en ésta etapa en la que Eduardo devora sensitivamente la realidad que le envuelve y la va integrando desde un filtro común: le interesan sobre todo los elementos más críticos y los que conllevan algún tipo de ruptura con el conformismo y con la alienación vivida, en ese momento, dentro del país.

Aquel adolescente andaba ya por entonces en búsqueda de una llama que iluminara su destino. Le empieza a interesar apasionadamente la vida y necesita descubrir en ella nuevos horizontes.


Se está perfilando en Aute una personalidad libre, inconformista, rebelde y sobre todo profundamente sensitiva.

«Voy andando los caminos
de una vida atormentada.
Voy andando peregrino
tras la huella de la llama
que ilumine mi destino.
Aleluya.

Navegando con temores
por la ruta de mis días
en un mar de confusiones
hallaré la fe perdida
que se ahoga en larga noche.
Aleluya.

No se ven los horizontes
que prometen las palabras.
¡Cuántas arduas ilusiones
van perdiendo su mañana!

Con mis manos que no duermen
buscaré la senda viva
que se enturbia, que se muere
a la sombra de mentiras.» (14)

Con la literatura vive, por ejemplo, su primer encuentro con John Steinbeck y con la novela social; más tarde lo hará vivamente con Camus y con el existencialismo.

En el arte se interesa por el expresionismo alemán: la realidad se descompone en el espacio de forma emocional y crítica para ir desentrañando su sentido y su esencia.

En el terreno musical la ruptura que supone el rock le impresiona; coge una guitarra y la toca en las fiestas y acontecimientos escolares; sin embargo la música no es aún uno de sus mayores intereses expresivos.

Un buen día logra por fin hacer realidad algo que ya había deseado desde niño en Filipinas, ve la película "Al este del Edén".



La vuelve a ver repetidamente y se siente plenamente identificado con el universo simbólico de James Dean.

«Fue en ese cine, ¿te acuerdas?,
en una mañana al este de Edén,
James Dean tiraba piedras
a una casa blanca, entonces te besé.
Aquélla fue la primera vez,
tus labios parecían de papel,
y a la salida en la puerta
nos pidió un triste inspector nuestros carnets.» (15)

(13) "Recordándote" (Espuma, 1974).
(14) "Clamo al filmamento" o "Aleluya 2" (Canciones 1966-67, 1972).
(15) "Las cuatro y diez" (Rito, 1973).

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