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María José Hernández. (Fotografía: Juan Miguel Morales). |
El recorrido artístico de MARÍA JOSÉ HERNÁNDEZ –como analizaba en el "cuelgue" de ayer– ha sido intenso, y de enorme calidad, tanto en el terreno de la interpretación, como en el de la composición; pero creo que, en ese marco, es importante destacar en ella la extraordinaria capacidad poética y musical que posee para componer hermosas canciones; canciones del alma que, como decía Manuel Vázquez Montalbán, fotografían suspiros, y que, en su voz y con su guitarra, nos sumergen –según en que momento– en la pasión o el desarraigo con la que vamos afrontando, de forma cotidiana, este asunto que tenemos entre manos: que es vivir y, a fin de cuentas, amar y sentirnos amados.
Un buen ejemplo de esa capacidad que María José posee, la encontramos extraordinariamente reflejada en su último disco al que titula "Señales de humo"; un álbum de "espectacular belleza" que se ha producido ella misma, y en el que han colaborado Joaquín Pardinilla y Rafa Domínguez –guitarra acústica y eléctrica–, Jose Luis Seguer –batería–, Javier Estella –contrabajo–, Toto Sobieski –bajo eléctrico–, y Sergio Marqueta-Siibert –piano eléctrico y teclados.
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(Fotografía de cubierta: Juan Miguel Morales). |
En "Señales de humo", María José le canta a la fragilidad del amor, o quizás a su misterio –¿existe o «es sólo sed»..., «es un espejismo»?...; «no hay amor sin trampa ni cartón»–...; planteamiento que va desarrollando, a borbotones de sensibilidad y de sentimientos, a través de diez canciones en las que se hace latente la contradicción que existe –posible y real– entre «querer a fuego y dejar de amar».
Diez nuevas canciones en las que parece que el desamor, el olvido y la soledad, intentan reivindicar e imponer su presencia; presencias que se convierten en "Señales de humo" que «dejan una estela de besos perdidos y noches en vela».
«Te di mi corazón en un pañuelo
y sólo te secaste tu sudor,
me diste una versión en blanco y negro
yo te imaginé a todo color.
Vestida de domingo entré en tus brazos
y el lunes se quedó mi corazón
marchito, malherido, hecho pedazos
desparramados por la habitación...
Ahora que los vientos han cambiado
no orientes más tus velas hacia mí...».
("En un pañuelo")
¡Pero no! para Maria José, cuando el corazón se siente desvencijado no todo está perdido, y surgen nuevas y esperanzadoras "señales de humo" que reivindican «volver a sentir como cruje la primavera», o «el amor a la orilla del mar».
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María José Hernández. (Fotografía: Juan Miguel Morales). |
«Y si me siento sola no voy a llorar,
no quiero recuerdos con sabor a sal.
Si me siento sola no iré tras de ti,
encontraré la forma de sobrevivir.
Si me siento sola tendré que aprender
a reconocerme dentro de otra piel.
Y si me siento sola no voy a parar
hasta que el deseo me vuelva a atrapar.
Si me siento sola no pienso escribir
cientos de canciones con sabor a ti.
Si me siento sola no hay más elección
que sacar del tiesto a este corazón».
("No voy a llorar")
Pero hay más, las "señales de humo" esperanzadoras que María José Hernández desprende en su nuevo disco, son además evidentes señales convertidas en "metáforas visuales"...; en la carpeta del nuevo disco María José renunciando radicalmente a la oscuridad –es decir al sin camino y a la falta de horizontes– se viste de color y de flores, reclama el blanco en su entorno, toma su guitarra, pisa fuerte, mira el horizonte abierto..., y allá, a lo lejos, la «ciudad del olvido».