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miércoles, 14 de agosto de 2013

CANCIONES Y PERSONAJES: CARLOS CANO Y EMILIO EL MORO

Hay personajes que se hacen famosos y pasan a la historia porque protagonizaron grandes acontecimientos, o escribieron importantes páginas en la historia de la humanidad; pero los hay también –aunque a veces se les ignore, o se les olvide– que son, y han sido importantes, por su singularidad, porque consiguieron "hacer trizas" los patrones o los moldes de la cotidianidad, porque dedicaron su vida a hacernos sonreír –¡y lo consiguieron!–, o, sencillamente, porque lograron colarse en el alma popular por la "puertas grandes" la del desenfado, del buen humor y de la ironía sana e inteligente. 

Uno de esos "seres humanos" –personajes– fue Emilio Jiménez Gallego, conocido artísticamente como "EMILIO EL MORO".

Hoy voy a recordar a este curioso personaje de la mano de mi amigo y hermano CARLOS CANO que en 1985 –en su "Cuaderno de coplas"– grabó una canción titulada "Las murgas de Emilio el Moro", con esta dedicatoria: «Para Don Emilio Jiménez, Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!»... O, lo que es lo mismo, a Emilio el Moro que nos ayudó a sobrellevar con una sonrisa –y sin perder nuestra pasión por la libertad– aquellos años tan trágicos y tan crueles de la dictadura.

Carlos Cano y Emilio el Moro.

Antes de escuchar la canción de Carlos Cano, permitidme que os describa brevemente a nuestro personaje de hoy; personaje que está prácticamente olvidado a pesar de su genialidad –¡sí!, yo pienso que Emilio el Moro era un genio–.

Emilio Jiménez Gallego nació en Melilla en 1924. Aficionado al flamenco desde su infancia, se presentó por primera vez ante el público a los quince años de edad, ganando –a partir de ahí– numerosos concursos de cante interpretando fandangos, soleás, tientos, polos o cañas. Un buen día se le ocurrió la cantar flamenco al estilo árabe y fue tal la ovación que consiguió que decidió crear el personaje de Emilio el Moro.

En 1949 se trasladó a Madrid y –ataviado con chilaba, turbante, babuchas y barba– obtuvo un extraordinario éxito que repercutió en toda España –llegó a grabar más de cuarenta discos–. Emilio bailaba y tocaba la guitarra y creó un tipo de humor nuevo que le llevó a ser una de las primeras figuras entre los humoristas españoles, versionando los éxitos musicales de la época, cambiándoles la letra y aflamencándolos.

Murió trágicamente en 1987 en Orito (Alicante), a los 63 años de edad, como consecuencia de unas graves quemaduras sufridas en un incendio doméstico.


Como antes comentaba, en 1985, Carlos Cano creó y grabó un homenaje Emilio el Moro en el que evocándole –y nombrándole– desarrolló, en general, una muy profunda crítica a la situación social y política de la Andalucía en los años de la transición democrática; y, muy en particular, al partido socialista, y a Felipe González, en vísperas de la celebración del referéndum sobre la entrada, o no, de nuestro país en el brazo armado de la Alianza Atlántica. Murga que ha sido, sin duda una de las canciones más críticas que Carlos compuso en los años ochenta. Vamos a escucharla:


«Se fueron los pieles rojas a Jolivú, 
vinieron los federales ¡tatachán! 
y en mitad aquel ziquitraque se lió: 
Toro Sentado ojú –decía–¡cuchi la caballería! y de teniente Glen Ford.
Hay que ver Maribel la cosa cómo estaría
que Emilio el Moro salió cantando por alegrías. 

Alegría la traigo a espuertas viene de Cai qué calor-.
Alegría tienen las jambres de Andalucía. 
frigoríficos volando la reconversión naval:
¡Guardias no tiréis pelotas que pa pelotas Puerto Real! 

Vecina asómate al patio ¡Maricruz!
a ver quién me aclara a mí este rebujar:
que si dentro, que si fuera, tú dirás. 
que si bases, que si OTAN, que si Morón,
que si Rota y el Peñón de Gibraltar.
Hay que ver Maribel esto sí que es Carnaval. 
arsa y olé ¡viva Cai! y to la tribu de Alí Babá.

Como quieras que yo te quiera
¡ay! yo te quiero –qué valor–
Como quieras de marinera o de marinero
¿Salga el sol por Antequera?
Con tal de que salga ya 
que salga por donde quiera
lo que hace falta es tirititrán. 

¡Espárragos, caracoles, tagarninas de la sierra! 
a manojitos los niños venden por las carreteras.
No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes 
ni por qué llamas mi tierra a aquello que no defiendes.
Si en vez de ser pajaritos fuéramos tigre bengala
a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula. 

Me han dicho que has puesto en Madrid
un despacho de mucho postín 
¡Colócanos! ¡Colócanos! ¡Ay por tu madre colócanos! 

¡Ay! Felipe de la OTAN cataflota verigües 
... llegará a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck.

Contraviento, contraviento yo me muevo a contraviento. 
Y es por mi mala cabeza que me muevo a contraviento
y me paso de la raya que a mí no me dobla el viento.
Cascarabitos me los comía y así las jambres se entretenían.
no se me vaya a subir la rama de ¡perejil: ¡Sí!...».

Por último, para finalizar este "cuelgue" voy a sugeriros escuchar una de las canciones de EMILIO EL MORO, en concreto su particular versión del "Romance de valentía" de los maestros Quintero, León y Quiroga.


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