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lunes, 14 de marzo de 2011

ALEJANDRO MARTÍNEZ... Retrato sentimental de Jaime Gil de Biedma

Hoy sí, hoy voy a presentar y a comentar el disco «... QUE TE VOY A ENSEÑAR UN CORAZÓN INFIEL. Alejandro Martínez canta a Jaime Gil de Biedma»; y voy a hacerlo en tres secuencias.

PRIMERA SECUENCIA: De Alejandro Martínez.

De Alejandro Martínez yo destacaría, de entrada, dos cualidades que hacen posible –de forma natural– el disco que vamos a comentar

La primera es la afirmación –incuestionable– de que estamos hablando de un gran músico y un magnífico pianista –que también domina el arte de tocar la guitarra–. Joven compositor con mucha experiencia y con muchas horas de música a su espalda –horas de estudio y de interpretación– que le permiten poseer una gran libertad creativa y desarrollar una potente versatilidad en sus creaciones; hecho que se pone de manifiesto, por ejemplo, en su producción discográfica:

En 2005 grabó su primer CD titulado "Volviendo a casa" –disco en que, de entrada, se identifica diciendo: «Vengo a cantautar»–. Tres años más tarde nos ofreció "Orgasmos modernos" (2008), obra en la que le imprime innovadoras aportaciones musicales y temáticas a la canción de autor –«canciones sin prejuicios, que derrochan más cariño que estilo, más libertad que pretensiones». Y ahora nos sorprende con su espectáculo/disco dedicado al poeta Gil de Biedma, obra en la que yo, al menos, percibo una clara aproximación a la estructura y al concepto musical de las "cantatas" tradicionales.

Alejandro Martinez en Barnasants 2010.

La segunda cualidad que yo destacaría en Alejandro es su sensibilidad; cualidad que le ha permitido acercarse de forma cálida, y con admiración, a la personalidad de un poeta como Gil de Biedma: conectar con su vida en un tiempo y en un país –muy distintos a los vividos por Alejandro–; aproximarse a sus sentimientos, contradicciones y sufrimientos; a sus gozos de amor y a la intolerancia sufrida por sus amores; y, a fin de cuentas, conectar con una persona y con una obra poética de las que se ha sentido prendado y prendido, y de las que ha surgido, con absoluta naturalidad, la música...; ese misterioso –y casi divino– acontecimiento de que "la palabra se haga música" y pueda habitar hermosa y libremente entre nosotros.

SEGUNDA SECUENCIA: De Jaime Gil de Biedma.

Del poeta Jaime Gil de Biedma solamente voy a expresar unas percepciones totalmente personales y subjetivas de su personalidad, que he ido adquiriendo, y admirando, a través de la lectura de su obra poética  –Jaime siempre fue uno de mis poetas predilectos–. (Muchísima más información, y mucho más documentada, puede escucharse en el DVD del nuevo disco de Alejandro en el que intervienen Luis Eduardo Aute, Eugenio Maqueda, José Manuel Caballero Bonald y Luis García Montero; o en la presentación del álbum escrita por José María Micó).

Jaime Gil de Biedma.

Para mí Gil de Biedma siempre ha sido, sencillamente un hombre que amaba la vida y la libertad, o mejor, que amaba y deseaba vivir y amar en libertad; por supuesto la libertad en la perspectiva política de los conocidos como poetas sociales de su época –libertad frente a la intolencia de los vencedores de una guerra absurda–...; pero también, y muy especialmente, libertad para amar y para ejercer su sexualidad y su apasionamiento sin el acecho y el acoso represivo y castrante de los que él llamaba –en su poema "Triste historia"– los "demonios": «Como si el hombre, harto ya de luchar con sus demonios, quisiera terminar con esa historia de ese país de todos los demonios».

Eran los "demonios" del fascismo, de la represión, del miedo, del desprecio y la venganza, del clericalismo, de la burguesia vencedora y acomodada, de los militares y de la Falange, del machismo, de la moral represora, del pecado, de la carne maldecida y condenada –"no te toques"–, y de la sexualidad y el amor oficialmente estereotipados y encorsetados sobre todo contra las posibles desviación hacia el "mariconismo" –no lo olvidemos, hasta hace bien poco tiempo las palabras "gay" u "homosexual" no formaban parte, en nuestro país, del lenguaje cotidiano; o se era "macho" o "maricón", lamentable e despreciable reduccionismo–.

"Demonios" contra los que Jaime luchó, contando con la incomprensión y con la intolerancia de su tiempo: «Pido que España expulse a esos demonios, que sea el hombre el dueño de su historia»... Y ahí anduvo el gran poeta, intentando vivir en libertad, y, aunque sufriendo, procurando –hasta que pudo– ser el dueño de su historia

TERCERA SECUENCIA: Del encuentro.

Estos dos personajes anteriores –a los dos los admiro– un buen día se encontraron a través de la palabra, y en la palabra fundieron sus sensibilidades sin que para nada importara el tiempo y el espacio; y de esa fusión de sensibilidades –creo yo que fundamentada en una fusión de formas de entender la vida– surgió el disco que hoy comentamos: «... QUE TE VOY A ENSEÑAR UN CORAZÓN INFIEL. Alejandro Martínez canta a Jaime Gil de Biedma».


Dibujo de cubierta de Ouka  Leele.
Decía antes que esta obra de Alejandro Martínez me evocaba la estructura y el concepto musical de una "cantata", dejémolos ahí; lo cierto es que nos encontramos ante un "espectáculo grabado" –porque está concebido como tal– que nos ofrece un retrato sentimental de un ser humano llamado Jaime Gil de Biedma; un retrato poético y musical –lenguajes inseparables en esta obra– que tiene un planteamiento, un nudo y un desenlace.

El planteamiento es una proclamación del valor de la vida totalmente relacionada con el amor«La vida entonces, ya se cuenta por unidades de amor tuyo»–; el desenlace es una proclamación del amor como el sentido final de la vida«Porque no es la impaciencia del buscador de orgasmo quien me tira del cuerpo a otros cuerpos [...], yo persigo también el dulce amor, el tierno amor para dormir al lado y que alegre mi cama al despertarse»–; y el nudo son ocho canciones que nos ofrecen luminosas aproximaciones a la vida de poeta: emociones, pasiones, contradicciones, rebeldías contestatarias, sentimientos puros y, como telón de fondo, el amor, siempre el amor, eje y motor de su poesía social y más comprometida.

Poco más quiero decir sobre este disco; decir, eso sí, que hay que escucharlo –oirlo resulta totalmente insuficiente– y nombrar, subrayándolos, los nombres de los músicos que acompañan a Alejadro Martínez en esta obra: Mario Raya (bajo), Cristian Chiloé (batería), Marino Sáiz (violín) y Lucía Caramés (maravillosos coros).  No puedo olvidar tampoco a Pedro Barriga, responsable del diseño gráfico y a Isabel González y Sergio Ramos que han sido sus productores.

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