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martes, 13 de noviembre de 2012

MARÍA JOSÉ HERNÁNDEZ. DE COMO LA BELLEZA Y LA CALIDAD MUSICAL INUNDARON LA SALA GALILEO

María José Hernández.

El pasado domingo, 11 de octubre, asistí al concierto que MARÍA JOSÉ HERNÁNDEZ ofreció en la Sala Galileo de Madrid, acompañada de su banda integrada por Rafa Domínguez (guitarra acústica y eléctrica), José Luis Seguer (Batería), Sergio Marqueta (Teclados) y Javi Callen (bajo). Precioso concierto de una de las "cantautoras" de mayor calidad que tenemos en España, tanto desde el punto de vista de la composición –musical y poética–, como de la interpretación.

Antes de entrar a comentar el concierto, me gustaría haceros llegar un pensamiento que me asaltó a la salida, mientras regresaba a casa: «¿Quién ha dicho –pensaba– que hay muy pocas cantautoras en nuestro país?». Quizá en una época pasada, comparándolo con el numero de hombres "cantautores", puede que fuera cierto; pero hoy en día –y me parece un gran motivo para la alegría– no es así; hay muchas "cantautoras", y, muchas de ellas, poseen una de altísima calidad.

En concreto, en estas últimas semanas, aquí mismo, en el blog, hemos hablado de otras tres extraordinarias jóvenes compositoras e intérpretes: María Rozalén, Lucía Sócam o Sara Veneros... Y me vienen a la memoria otras jóvenes "cantautoras", entre ellas, por ejemplo, Road Ramos, Paula de Alba, Patricia Fernández, Patricia Lázaro, Elena Bugedo, Carmen Boza, Ángela Biedma, Adriana Moragues, Inés Saavedra, Lucía Camarés, Marta Espinosa, María Alsondelpez, Cali Fernández, Fabiola Socas. Eva de Goñi, Esmeralda Grao, Olga Andrés, Virginia Montaño, Gema Cuéllar, Marta Plumilla o Margot Vaum.

Dicho lo anterior vuelvo sobre el concierto de MARÍA JOSÉ HERNÁNDEZ.

María José Hernández.

A María José hace tiempo que la conozco a través de sus discos y de sus canciones. Recuerdo que la primera persona que me habló de ella fue José Antonio Labordeta, me dijo, más o menos, «no pierdas ni de vista, ni, por supuesto, de oído, a esta mujer»... Recuerdo, también, que la primera vez que la escuché cantar fue precisamente en el disco "Paisajes" (1997), de Labordeta; disco en el que interpretaba, a dúo con José Antonio, la canción "A veces te descubro".



Había escuchado cantar a María José en sus discos, pero nunca en directo; la primera vez que pude gozar de sus canciones en directo fue en las pasadas "Noches de la UNED" y, de forma más amplia y relajada, anoche en la Sala Galileo.... ¡Me encantó!... Maria José tiene una calidad extraordinaria... ¡qué gran "cantautora"!... 

Creo que ha sido en este concierto donde realmente la he descubierto: posee un repertorio de gran belleza y variedad –canciones, todas ellas, que desarrollan reflexiones, experiencias y latidos que, siendo muy intimistas y  personales, se proyectan y entran fácilmente en conexión con sentir colectivo–; toca muy bien la guitarra y el piano; su interpretación es bella, limpia y transparente; y posee y desarrolla un gran dominio escénico. Fue un auténtico placer verla y escucharla en el escenario, es decir, anoche se cumplió para mí, definitivamente, lo que me había dicho y advertido Labordeta.





María José Hernández y su muy brillante concierto
en la Sala Galileo Galilei, de Madrid.

En el concierto del pasado domingo María José Hernandez presentó su cuarto disco titulado "Señales de humo"; anteriormente ya había grabado "La línea del cielo" (1997), "El mar del deseo" (2004) y "Círculos concéntricos" (2006).

Sobre el nuevo disco "Señales de humo" ya le he dedicado dos "cuelgues" en el blog, en los que, a la vez, hago referencia a su largo, y muy joven, recorrido como compositora e intérprete.



Las preciosas fotografías del disco fueron realizadas por
Juan Miguel Morales.

Concluyo este "cuelgue", felicitando a María José por su concierto; dándole las gracias por la buenísima atardecida musical y poética que nos ofreció; y proponiendo la visualización y la escucha de este vídeo sobre la canción que da título al disco: "Señales de humo".


«Igual que se trazan puentes se abren abismos,
igual que se quiere a fuego se deja de amar.
Quizás el amor tan solo sea un espejismo,
un pulso tendido entre cuerpos que quieren volar.
Será que el deseo a veces nos pasa de largo
o sólo que el tiempo no puede dejar de pasar.
Resulta evidente que el diluvio se acerca y yo no sé nadar,
que aunque escriba un S.O.S en tu almohada no entenderás

que hay señales de humo gritando cautela,
mensajes lanzados dentro de una botella
al fondo del mar que inunda mis ojos,
son tantas alarmas, tantas luces en rojo...
Señales de humo dejando una estela
de besos perdidos y noches en vela,
hay tantas maneras de hacerse entender
pero no hay peor ciego que el que no quiere ver.

Será que el deseo a veces nos pasa de largo
o sólo que el tiempo no puede dejar de pasar.
Resulta evidente que el diluvio se acerca y yo no sé nadar.
Y mientras tanto yo quemo mis naves
jurando que no voy a llorar,
cuando hay señales de humo gritando cautela...».

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