Hace unos días, con motivo de la entrega de los Premios de la Música, y de una de sus concesiones a Maria del Mar Bonet, me vino de repente a la memoria la imagen y las canciones de otra de nuestras grandes creadoras y cantantes que falleció en agosto de 1976 como consecuencia de un accidente de tráfico, me refiero a CECILIA.
Aquel repentino e inesperado recuerdo de Cecilia me removió bastante, sobre todo por dos motivos: el primero porque tuve la suerte de conocerla y de compartir con ella una entrañable amistad; en segundo lugar, porque me volvió un pensamiento que desde que se nos fue me asalta con frecuencia: ¡Qué grande y qué hermosa podría haber sido la obra de esta creadora si no se nos hubiera ido rompiendo la lógica que habitualmente marca el tiempo!
Envuelto en ese recuerdo, me fui directo a mi discoteca y rescaté la versión de la canción de Cecilia "Un ramito de violetas", que interpretaron Pablo Milanés y Víctor Manuel en su disco "En blanco y negro". Volví a escucharla una vez más, dejándome atrapar de su sensibilidad, y decidí que, cuanto antes, tenía que escribir al menos un par de "cuelgues" dedicados a aquella gran creadora. Y en ello estoy.
Evangelina Sobredo –conocida artísticamente a partir de 1971, como Cecilia– nació en El Prado, Madrid, el 11 de octubre de 1948. Al ser hija de un diplomático, vivió su infancia y su adolescencia fuera de España, en los diferentes países a los que su padre iba siendo destinado; países donde cursó sus estudios primarios y el bachillerato inglés.
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Primer single de Evangelina Sobredo (Cecilia)
integrando el grupo Expresión, junto con
Nacho Sáenz de Tejada y Julio Seijas (1970). |
En 1966, volvió a España y se matriculó en la Facultad de Derecho de Madrid. Dada su pasión por la música –desde muy pequeña había aprendido a tocar la guitarra de forma autodidacta– nada más llegar empezó a frecuentar los lugares en los que se tocaba música folk, donde conoció a Nacho Sáenz de Tejada –que en aquel momento formaba parte del grupo Nuestro Pequeño Mundo– y a Julio Seijas –del grupo La Compañía–. A partir de aquel encuentro, Nacho, Julio y Evangelina decidieron juntarse para formar un grupo al que llamaron Expresión; grupo que, en 1970, grabó un single con dos canciones en inglés –Try catch the sun y Have you ever had a blue day?.
Dos años después de aquella experiencia, disuelto el grupo Expresión, Evangelina entró en contacto con la compañía discográfica CBS y firmó un contrato que mantuvo hasta que sufrió el accidente que le costó la vida.
Nada más fichar para la compañía CBS se le propuso cambiar de nombre a la búsqueda de otro que artísticamente resultara más comercial. En principio, se pensó en llamarla Eva –tomando las tres primeras letras de su nombre real–, pero no fue posible porque ya había otra cantante que se llamaba así, y el nombre estaba registrado; finalmente se decidió llamarla Cecilia, título de una de las canciones más populares de Simon y Garfunkel que en aquel momento estaba siendo lanzada, por la misma compañía, en el álbum "Bridge over troubled water" ("Puente sobre las aguas turbulentas").
Ya con el nombre de Cecilia, en 1971, grabó su primer single con dos temas compuestos por ella mima: "Mañana" y "Reuníos", canción que era una especie de súplica a los Beatles –hacia los que sentía una gran admiración– para que reconsiderasen la decisión que habían tomado de separarse.
Al año siguiente grabó su primer LP, en el que incorporó canciones que rápidamente alcanzaron un gran éxito y se hicieron muy populares; entre ellas, "Dama dama", "Señor y dueño" y "Nada de nada", canciones compuestas sobre textos muy bien escritos que hacían referencia a realidades, a personajes y a sentimientos de la vida real, y que ponían claramente de manifiesto su gran sensibilidad hacia todo lo que acontecía a su alrededor.
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Primer LP de "Cecilia" (CBS, 1972) |
De aquel disco yo destacaría una canción, que no fue de las más populares, pero cuyo texto a mi me parece profundo, hermosamente construido y de total actualidad; me refiero a la canción
"Llora", en la que
Cecilia evidencia la dimensión social y solidaria que, desde sus orígenes, ha caracterizado a la "nueva canción"; en este caso su solidaridad hacia la mujer –de sonrisa rota– que ha perdido su identidad y que sueña con poder llegar a conseguir, al menos, ser dueña de su propia vida.
«Llora, un paso cansado pisa
en un portal de sombras viejas
llueven penas nuevas.
Tira, tira que tira de su falda
hasta los huesos cala el agua
la mentira hasta el alma llega.
Sentada en la escalera
esperando sueña
soñando espera tan siquiera
dueña de su propia vida
Una muñeca triste
una sonrisa rota
que como el tiempo pasa
y nadie baja a su encuentro
Llueve desde dentro
está lloviendo fuera
Llora, una mujer tan cansada
con las paredes frías habla
de su vida seca.
Tira, tira que tira de su alma
que por los suelos se arrastra
pesan tanto las penas nuevas
Sentada en la escalera
esperando sueña
soñando espera tan siquiera
dueña de su propia vida
Una muñeca triste
una sonrisa rota
que como el tiempo pasa
y nadie baja a su encuentro
Llueve desde dentro
está lloviendo fuera».