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martes, 26 de marzo de 2013

... Y LA PALABRA SE HIZO MÚSICA. "PUEBLO DE ESPAÑA, ¡PONTE A CANTAR!" (3ª Parte)








Continuo la copia de un nuevo apartado de mi libro
"Crónica cantada de los silencios rotos";
concretamente el titulado: 
«Pueblo de España, ¡ponte a cantar!» (3)



Cataluña 1961. En el mes de enero, Miquel Porter graba un primer disco con seis de sus canciones. En mayo se crea EDIGSA, una sociedad fundada para la edición de grabaciones en catalán –empresa, que como iremos descubriendo, desempeñó también un papel trascendental en la promoción y difusión de la música y de la canción, no sólo catalana, sino también vasca, gallega y en castellano–.


Diez de diciembre. En los locales del CICF (Centre d'Influència Catòlica Femenina) de Barcelona se organiza el primer recital de lo que a partir de entonces se conocerá como la "Nova Cançó". El programa del acto decía así:

«Sesión extraordinaria dedicada a la Poesía de la Nova Cançó. Cantarán con acompañamiento de guitarra, Remei Margarit, Miquel Porter y Josep M. Espinàs, interpretando canciones propias, traducciones catalanas de G. Brassens y de Porgy and Bess, y poemas de Salvat-Papasseit a los que han puesto música».

Aquel recital resultó, más que un éxito, una gratificante sorpresa y un gran descubrimiento que enseguida provocó la multiplicación de nuevos recitales. Concretamente Joan Barril, en la introducción que hace a lo CD de Serrat editados bajo el título genérico de "Banda sonora d'un temps d'un país. 1962-1975", nos dice:

«Aquellas pequeñas canciones inaugurales tenían mucha más voluntad de servicio público (como el agua, la luz o el gas) que no de obra personal. Eran de todos los que quisieran escucharlas, como un vaso de agua ofrecida a la sed del viajero. Entonces la idea del "yo" era indisociable de la idea del "nosotros"; sabíamos muy bien (demasiado bien sin matices) quien era y quien no era de los nuestros».


A poco tiempo de aquel histórico recital, Josep M. Espinàs (licenciado en Derecho y escritor que acababa de recibir el Premi Sant Jordi), Remei Margarit (profesora de música) y Miquel Porter (licenciado en Filosofía y Letras y crítico cinematográfico), deciden institucionalizar un grupo al que llaman "ELS SETZE JUTGUES", juego de palabras ligado a la cultura popular catalana y cuya traducción literal sería: "Los dieciseis jueces", es decir, un grupo que, aunque iniciado por tres personas, se abría a nuevas colaboraciones, y que adoptaba una actitud clara y pretendidamente crítica.

Antes de entrar en el análisis sobre cómo se fue ampliando el grupo inicial con nuevos componentes y cómo se desarrollaron sus actividades culturales y musicales, creo que es importante que nos detengamos un momento en torno a los que fueron sus planteamientos fundacionales respecto al nuevo concepto de canción –en el fondo no tan nuevo– en el que creían; planteamientos que pronto, unidos a los que ya se habían concretado y expresado, dentro y fuera del Estado, durante los años cincuenta, configurarían un concepto más amplio, y mucho más abierto que, ya en castellano, podríamos llamar la "nueva canción".

Podemos encontrar expresadas dichas características por el propio Josep M. Espinàs en el libro que escribió sobre Pi de la Serra para la Colección Los Juglares. Me voy a permitir reproducir textualmente sus palabras:

«Los hechos que anotaré –escribe– no coinciden forzosamente en una misma canción o en un mismo autor, pero son los que, en mi opinión, han caracterizado la nueva canción catalana en su fase de lanzamiento.

Primer recital de Lluís Llach, el 22 de marzo de 1967,
acompañado de Martí Llaudaró, Miquel Porter,
Maria Amèlia Pedrerol
y Delfí Abella. (Foto: Francino).

En cuanto a la letra.

Los temas: los problemas del hombre, especialmente los problemas del hombre de "un tiempo y de un país", afirmación de la colectividad; denuncia de ciertas situaciones sociales; el amor no como un tópico –el difundido masivamente por la radio de la época–, sino como un auténtico sentimiento; autocrítica de los propios defectos personales y de clase; temas cotidianos –la agenda, la corbata, el fútbol– como síntomas de unos hechos de interés general; la naturaleza no como arcadia feliz, sino como choque y, a la vez espejo de la propia inquietud; la conflictiva realidad de Cataluña.

El lenguaje: discretamente poético a veces y, aunque respetando una corrección lingüística básica, vivo y coloquial de acuerdo con el carácter "presente" de los temas tratados. Hallazgos expresivos, juegos verbales, ironía, modismos... No se aprecia rigidez, y en general el público –que ha visto desaparecer el catalán de la escuela, de la prensa y la radio– no tiene la impresión de que sea un lenguaje demasiado vulgar ni demasiado académico. Si los temas cantados son familiares al hombre que escucha, el lenguaje que describe estos temas también es, aproximadamente, el suyo.

Josep. M. Espinàs.

En cuanto a la música: En el caso de los cantautores iniciales la música es sencilla por dos razones:

Por decisión propia: si los primero "jutges" nacen para desarrollar una labor, es lógico que escojan una herramienta eficaz y adecuada. La música de una canción no debe ser un obstáculo para la inmediata comprensión de la letra, sino un vehículo de las palabras y una ayuda para recordarlas. Se quiere utilizar la canción como medio de difusión de un contenido y de una lengua, no como un campo de experimentación.

Por limitaciones técnicas en general, los "jutges" tienen una escasa preparación musical que condiciona las posibilidades de composición y de interpretación. Pueden tener instinto y sensibilidad, pero no son músicos, en el sentido auténticamente creador y exigente de la palabra; en caso de serlo probablemente no habrían comenzado a escribir canciones de este género, como no lo hicieron los músicos "de verdad" que siempre han existido en Cataluña. El rudimentario conocimiento de la guitarra limita también la invención de melodías; músicas sencillas, pues, músicas como soporte de un texto, pero suficientemente válidas para que la gente se las apropie».

Como claramente se desprende de la lectura del texto anterior, los planteamientos iniciales de "Els Setze Jutges" eran evidentemente claros y a la vez rígidos y exigentes, tanto es así que los aspirantes a ingresar en el grupo tenían que pasar una especie de prueba o "examen" –en el fondo todo muy académico– que, contemplado desde el presente, puede causar extrañeza, pero que, en aquel momento, ellos consideraron necesario, sin duda, para garantizar y fortalecer la identidad del grupo y la fidelidad l proyecto colectivo.

Sobre esa especie de "exámenes", Víctor Claudín, en su libro "Canción de Autor en España. Apu tes para su historia", recoge unas declaraciones de Lluís Llach realmente curiosas:
Víctor Claudín junto a la cubierta de su libro
«Canción de Autor en España. Apuntes para su historia». Júcar (1981).

«El día que probaron a Pere –se está refiriendo a Pere Tapias* autor e intérprete-narrador de canciones llenas de ironía y de un sabor popular extraordinario– me probaron a mí. Te cuento lo mío, que no sé si era normativo: grabé una cinta que creo escuchó Espinàs en la Cova del Drac, la hizo escuchar a los otros y como la consideraron interesante me hicieron ir a la Cova, donde estaban todos. Aquello fue muy dramático, aunque uno ya se había acostumbrado a pasar éxamenes de económicas, pero en realidad la gente era muy maja y creaba un ambiente agradable. Pere cantó unas cuantas canciones, el Pere humorístico y con la inmensa personalidad que hoy tiene y que entonces se estaba forjando. Mis canciones eran más neutras, más comprensivas, más melódicas. Nos reímos mucho, había franqueza».

En aquella ocasión Lluís aprobó el "examen" y entró a formar parte del grupo, y Pere Tapias suspendió y siguió su camino de forma independiente.

Primer disco de Lluís Llach (1967)

Lluís Llach se incorporó al grupo en 1967–; anteriormente a él se habían ido incorporando también Delfí Abella, Francesc Pi de la Serra, Enric Barbat, Guillermina Motta, Xavier Elies, Maria del Carmen Girau, Martí Llauradó, José Ramón Bonet, Maria Amèlia Pedrerol, Joan Manuel Serrat, Maria del Mar Bonet y Rafael Subirach. (Raimon que siempre estuvo muy cerca y colaboró intensamente con "els jutges", en realidad nunca llegó a formar parte, como tal, del colectivo).

Prmer LP del colectivo "Els Setze Jutges" (1966). Edición de 2009.
En la fotografía de esta portada faltan, por ejemplo, Maria del Mar Bonet
o Lluís Llach que se incorporaron más tarde. 

Sería necesario todo un nuevo libro para poder analizar y comentar lo que supuso para la cultura catalana y para la toma de conciencia política de todo el Estado la actividad desarrollada por "Els Setze Jutges" durante los años de su existencia (1961-1969) y más aún para entrar en el detalle –eso que antes llamaba los primeros planos– sobre la personalidad y la obra de cada uno de sus miembros. (Ya lo hice años más tarde en el volumen 1 de mi libro "....Y la palabra se hizo música" (2006). Por mi parte en este momento, sólo quiero afirmar, con rotundidad, que aquel fue, indiscutiblemente, uno de los movimientos culturales más importantes de los años sesenta en todo el Estado.

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Y seguidamente una notas complementaria:

* PERE TÀPIAS gravó varios discos realmente interesantes; en ellos podemos descubrir su gran capacidad para narrar la vida cotidiana de una forma directa, clara y con un tono irónico o satírico verdaderamente duro y, a la vez, muy divertido. Hay que escucharlo cantar en directo para valorarlo y entender su lenguaje. Entre esos discos podríamos citar los siguientes: "Si, fa, sol..." (1975), "400 pendons" (1979) o "Xandals i barretines" (1983).

Pere Tàpias.

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