Pues sí, después de darle muchas vueltas al tema, y de recibir opiniones a favor y en contra –«¡hazlo cuanto antes!»...; o «piénsatelo bien y ¡no lo hagas!»– me he decidido a iniciar una serie de "cuelgues" que como anuncié hace unos días van a versar sobre "LOS PECADOS CAPITALES QUE AMENAZAN Y PADECE LA CANCIÓN DE AUTOR».
Antes de entrar de lleno en el tema, me gustaría hacer tres consideraciones o preámbulos para que se entienda y se sitúe con claridad lo que pretendo expresar en estos "cuelgues".
En primer lugar, me gustaría dejar muy claro en concepto de "pecado capital" –que como se verá no es un "pecadillo" cualquiera, como podría ser, por ejemplo, "desafinar un poco", que en muchos casos tiene fácil arreglo–; ¡no!..., un "pecado capital" es un "pecadazo" porque en él reside el origen de otros muchos pecados importantes, y porque resulta profundamente deshumanizador –en nuestro caso, podríamos decir: peofundamente "descantautorizador"–.
En concreto, los "pecados capitales" de la tradición cristiana son siete: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. Por nuestra parte, los que amenazan o padece la "canción de autor", como iremos viendo, son diferentes, aunque algo tienen que ver también con los anteriores.
En concreto, los "pecados capitales" de la tradición cristiana son siete: lujuria, pereza, gula, ira, envidia, avaricia y soberbia. Por nuestra parte, los que amenazan o padece la "canción de autor", como iremos viendo, son diferentes, aunque algo tienen que ver también con los anteriores.
El segundo previo que me gustaría aclarar, para que no haya mal-entendidos, es que cuando entre en el desarrollo de «los pecados capitales que amenazan o padece la "canción de autor"», estaré planteando, al igual que en la tradición cristiana, riesgos posibles que habría que evitar, es decir, pura y dura enseñanza.
No estaré, por tanto, acusando a nadie –esa no es mi intención, aunque podría hacerlo–; lo que estaré planteando son actitudes y comportamientos que habría que evitar para que la "canción de autor" como género musical y poético no pierda su identidad. (Evidentemente a quienes no se considere "cantautores", o nieguen la existencia de ese género, estos pecados, y mis reflexiones sobre ellos, no tienen por qué interesarles, y deben traerles sin cuidado).
Y en tercer lugar, me parece necesario decir que estos "cuelgues", y la decisión de escribirlos, parten de mi "pasión" hacia la "canción de autor". Creo en la "canción de autor" como una opción poética, musical y artística que tiene su propia identidad y una muy larga y apasionante historia y, en consecuencia, estoy dispuesto a defenderla.
En este caso –o mejor, en estas circunstancias– me propongo defenderla advirtiendo de unos riegos o amenazas que pueden poner en peligro no la existencia de tal o cual "cantautor" o "cantautora" –que a fin de cuentas me da igual–; sino de toda una manifestación social, cultural y artística, muy concreta, que en su día configuró –y hoy sigue configurando– lo que me gusta llamar "la crónica cantada de los silencios rotos".
Dicho todo lo anterior, anuncio ya el "cuelgue" de mañana: Versará sobre el primero de esos "pecados capitales", y se titulará así: "DE LA IGNORACIA, DE LA PERDIDA DE LA MEMORIA, Y DE SUS CONSECUENCIAS˝.