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martes, 27 de agosto de 2013

CHIQUI CALDERÓN: «LA MEMORIA Y EL VICIO». UN TREMENDO "CANTAUTOR" Y ONCE CANCIONES DE LAS QUE CONSIGUEN REMOVERTE POR DENTRO... ¡FELIZMENTE!

Hay discos que, cuando me llegan, me someten a una curiosa tensión, por una parte despiertan la necesidad de escucharlos enseguida –de devorarlos diría yo–; pero al mismo tiempo –como son discos tan esperados y tan deseados– siento la necesidad de no precipitarme; de encontrar el mejor momento para escucharlos; ese momento, "relajao" y tranquilo, en el que uno está dispuesto a dejarse zambullir sin límites en el mar interior de las emociones y de los sentimientos. En realidad, en estos casos, la audición de un disco es algo muy similar al fascinante juego y proceso de la "seducción".

Pues bien, esto es lo que me ha ocurrido, y me está ocurriendo desde hace unos días, con el nuevo disco de CHIQUI CALDERÓN. Tras buscar y encontrar el buen momento para escucharlo –no sé ya cuántas veces me lo he "puesto"– este nuevo disco ha conseguido "atraparme" –canción a canción–; y ¡claro!, como era de esperar, al mismo ritmo de la escucha, mis emociones y mis sentimientos se me han "desbocao"; lo que para mí, desde un punto de vista crítico –y también personal– marca un muy alto nivel de "calidad"... Lo he dicho muchas veces, y no me canso, para mí la clave esencial de la calidad, en lo que a la canción se refiere, radica en la "emoción"... Y el bueno de Chiqui ha vuelto a emocionarme.

Chiqui Calderón. (Fotografía de Alicia Albarrán).

Antes de comentar en detalle el nuevo disco de Chiqui –"La memoria y el vicio"– quiero hacer una observación de tipo general: 

Justo este nuevo disco ha caído en mis manos en un momento en que –empeñado en crear una importante web sobre la "canción de autor"– me estoy volviendo a replantear la definición, o el perfil, de ese género en el que tanto tiempo vengo trabajando; pues bien, al escucharlo y al escudriñar sus contenidos poÉticos me he reafirmado en todo lo que creo y lo que pienso al respecto; no solamente porque lo que canta Chiqui Calderón sea "canción de autor" en esencia; sino, también, porque en la carpeta del CD él mismo nos expresa sus intenciones –o mejor, "qué y por qué canta"– y sus palabras, para mi, son una clara y completa radiografía de lo que es este género.


Escribe Chiqui:
«La memoria y el vicio es un comunicado para satisfacer de alguna manera 
mis necesidades. 
Es el recuerdo, el instinto, la virtud, lo imperfecto y lo casual. 
Consecuencias fundamentales que organizan mis experiencias.
Es un homenaje a todos los seres humanos que imaginé, conocí y conozco, es el conjunto de todos, percepción y aprendizaje.
Son emociones, las mías..., es lo que pude hacer y hago, habla de lo que quise hablar, de lo inevitable, y como lo pude cantar.
Es un trabajo libre de pensamiento, humano, con sus luces y sus sombras.
Está hecho con los últimos principios y causas de mi forma de ver el mundo.
Es la memoria inoportuna y el vicio consentido».


Y yo me permito añadir: "Y todo eso es canción de autor"; sin mersianismos, sin pretensiones "salvíficas" y trascendentes, sin "corales de famoseo" –Chiqui no las necesita–, sin consignas –ni progres, ni de las otras–. Son once canciones que fotografían experiencias, recuerdos, percepciones, aprendizajes, pensamientos, emociones, luces y sombras, memoria inoportuna, vicio consentido y, a fin de cuentas, comunicación libre de formas de vivir y de ver el mundo... ¡Puro humanismo!

Y a todo ello se une –como remate de lo que es una "canción de autor" de calidad– una magnífica interpretación –con la "jondura" que Chiqui atesora en su alma, en voz y en sus manos–; uno arreglos y una producción impecables –como acostumbra a hacer Joaquín Calderón–; unos músicos que lo han dado todo: Álvaro Gandul, Rafa Torres, Fran Cortés y el propio Joaquín; y un universo sonoro en el que se fusionan el flamenco, el jazz, el tango, el blues, aires andalusíes... ¡qué se yo!

Chiqui Calderón.
«Ahora mi música se encara con otras músicas [...].
Yo por dentro reviento, exhausto de nervios,
me entrego a desiertos y a oídos
que quieran escuchar con el pellizco
que a mí la vida se me va. [...]
Ahora mi música es también tu música,
yo te la entrego pero por necesidad».
(“Harto de escuchar”).

¿Y qué nos entrega, en concreto, Chiqui Calderón a través de su música y de sus canciones?. Yo resaltaría, sintetizando –para no alargarme demasiado–, que nos entrega y nos confidencia, en primer lugar, un entramado sentimental de amor, de deseo, de sexo y de pasiones que desborda mucha ternura –en los "vicios consentidos" de este sevillano cantor hay mucha ternura–.

«[...] No te resistas a quererme, tu boca cerca es mi esperanza,
tu vida es rara, no me confieses, esta locura por ti me hará olvidarla.
Tu indecencia ya la quisieran las buenas conciencias...
Virgen de todos los hombres, puta de las malas lenguas,
yo lo que sé, que no hay droga en el barrio,
que me coloque como tu presencia.
Soy un perfecto imperfecto, me basta con ser el otro,
dame tu olor a café y tabaco,
déjame ser la piedrecita de tu zapato».
(“De colores”)

«A pecho descubierto te conocí
un gesto desde tu sitio me consternó,
celoso del momento me convertí, en tu aprendiz.
Desde el horizonte te acercas, mostrándome el vicio,
que pena que el viento pase sin catarte un poquito.
Tu cara me alerta de que eres un riesgo,
respiro el secreto y te pierdo a lo lejos.
Yo me voy contigo.
Y si no te has ido nunca
no tienes por qué volver.
Toda mi tensión aumentó sabiendo que eres deseada.
Entre tanta gente reservo el espacio casi te quedabas,
desdoblo tu ausencia, una parte sale a buscarte
y otra espera a que vuelvas».
(“No tienes por qué volver”)

Joaquín Calderón, Álvaro Gandul, Chiqui Calderón y Rafa Torres
en "La Estación" de Sevilla. (Fotografías de Ende García).

Por otra parte, Chiqui en sus canciones realiza un luminoso viaje interior: «Entre aire fresco me busco "dentro". / Tiro para dentro, a reventar en lluvia, la nube en la que me convierto»; viaje interior del que surgen necesidades –que comparte– tan descaradamente liberadoras, poSItivas y poÉticas como éstas:

«A todos nos hace falta una cura de naturalidad
sin alimentar malos rollos y palabras con guasa,
sencillez y humildad son formas guapas de amar,
lo que no quiras para ti, no se lo des a los demás.

Y tú sabrás que el punto está en la forma de mirar,
busca una boca honrada, que no te venda “ojana”
y engánchate a escuchar.

Y ya verás que no existe un plan para amar,
ni dos y dos son cuatro, ni todo lo contrario,
empieza por preguntar.

A todos nos hace falta una lágrima de más,
atemperar nuestros miedos, esa es la piel que hay que mudar,
nada mantiene su forma todo se transforma,
si buscas una verdad levántate y ponte a andar.

Y salir a buscar gente que hable en paz, 
y quitar las telarañas que cubren los ojos
y salir a buscar la más pura variedad,
entre gustos no hay disputas, que no te confunda».
(“A todos nos hace falta”).

En fin, no quiero alargarme; entre otras cosas porque sería inútil; nada de cuanto he escrito y pudiera escribir adquiere su verdadero valor, sus verdaderas dimensiones, si no escuchamos las canciones y si no nos dejamos seducir y atrapar por la voz y la música de Chiqui Calderón... Y si pudiéramos verle cantar en directo, ¡uf!... ¡mucho mejor!... ¡os lo aseguro!

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