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domingo, 3 de junio de 2012

CANTIJUEGO POÉTICO: AMERICA LATINA II... ¡LA PALABRA MÁS TUYA!

En este domingo –que, por lo menos en Madrid, ha despertado un poquito más fresco e inundado de sol–, vamos a seguir "cantijugando" con los 16 grandísimos poetas latinoamericanos que identificamos la semana pasada. Recuerda, fueron estos:


Seguidamente vas a encontrarte con 16 fragmento poéticos tomados de 16 canciones. Canciones cuyos textos corresponden a cada uno de los 16 poetas anteriores.

El "cantijuego" de hoy, como en otras ocasiones similares, consiste en: 

1.- Identificar el nombre del poeta al que pertenece cada fragmento.
2.- Decir cuál es el título de la canción de la que se ha extraído ese fragmento.
3.- El nombre del compositor que ha musicalizado el poema y el de su intérprete. (Nombres que pueden ser coincidentes).

Estos son los 16 fragmentos poéticos de hoy:

1
«Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis».


2
«Voy por tu cuerpo como por el mundo,
tu vientre es una plaza soleada,
tus pechos dos iglesias donde oficia
la sangre sus misterios paralelos.
Mis miradas te cubren como yedra,
eres una ciudad que el mar asedia,
una muralla que la luz divide
en dos mitades de color durazno,
un paraje de sal, rocas y pájaros
bajo la ley del mediodía absorto.
Vestida del color de mis deseos
como mi pensamiento vas desnuda,
voy por tus ojos como por el agua,
los tigres beben sueño de esos ojos,
el colibrí se quema en esas llamas,
voy por tu frente como por la luna,
como la nube por tu pensamiento,
voy por tu vientre como por tus sueños».

3
«Mi verso es como un puñal
que por el puño, echa flor.
Mi verso es un surtidor
que da un agua de coral.
Mi verso es de un verde claro
y de un carmín encendido.
Mi verso es un ciervo herido
que busca en el monte amparo. [...]
Yo sé de un pesar profundo
entre las penas sin nombres:
¡la esclavitud de los hombres
es la gran pena del mundo!».

4
«No te vayas, te lo pido,
de esta casa nuestra donde hemos vivido.
Qué nostalgia te puedes llevar
si de la ventana no vemos el mar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.[...]
No te vayas, quédate.
que ya estamos de vuelta de todo
y esta casa es nuestro modo de ser.
Tantas charlas, tanta vida,
tanto anochecer con olor a comida
son una eternidad familiar
que en un solo día no puede cambiar.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad.
Estos muros, estas puertas,
no son de mentiras, son el alma nuestra,
barco quieto, morada interior
que viviendo hicimos, igual que el amor.
Y afuera llora la ciudad
tanta soledad».


5
«Al atardecer iré
con mi cántaro azul al río,
para recoger la última
sombra del paisaje mío.
Al atardecer el agua
lo reflejará muy vago;
con claridades de cielo
y claridades de lago...
Por última vez el agua
reflejará mi paisaje
La cogeré suavemente
como quien coge un encaje. [...]
Después... ¡Que venga la noche!».

6
«Cuando mi pensamiento va hacia tí, se perfuma;
Tu mirar es tan dulce, que se torna profundo.
Bajo tus pies desnudos aún hay blancos de espuma,
Y en tus labios compendias la alegría del mundo.
El amor pasajero tiene el encanto breve,
Y ofrece un igual término para el gozo y la pena,
Hace una hora que un nombre grabé sobre la nieve;
Hace un minuto dije mi amor sobre la arena.
Las hojas amarillas caen en la alameda,
En donde vagan tantas parejas amorosas
Y en la copa de otoño un vago vino queda
En que han de deshojarse, primavera, tus rosas».

7
«Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso,
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un viernesanto más dulce que ese beso.
En esta noche rara en que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de setiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos».


8
«Yo no coloreé mi continente,
ni pinté verde al Brasil,
amarillo a Perú,
roja a Bolivia.
Yo no tracé líneas territoriales
separando al hermano del hermano.
Poso mi frente sobre el Río Bravo,
me afirmo pétreo sobre el Cabo de Hornos,
hundo mi brazo izquierdo en el Pacífico,
y sumerjo la diestra en el Atlántico.
Por las costas de oriente y occidente
doscientas millas entro a cada Océano,
sumerjo mano y mano
y así me aferro a nuestro continente
en un abrazo latinoamericano».


9
«Son tus ojos los que busco,
no los encuentro;
son tus labios los que quiero
ver sonreír,
pero ellos me son tan ingratos,
pero ellos se burlan de mí, es así.
Solo quiero decirte un secreto,
solo quiero mi dicha expresar,
solo quiero cantar los cantares
que repiten las olas del mar.
Un amor que tú me diste,
yo lo conservo,
grabado en mi memoria
siempre estará.
Un recuerdo del alma te pi’o:
no me olvides, no te olvidaré, es así».

10
«Al perderte yo a ti, 
tú y yo hemos perdido: 
yo, porque tú eras 
lo que yo más amaba; 
y tú, porque yo era 
el que te amaba más.
Pero de nosotros dos 
tú pierdes más que yo: 
porque yo podré 
amar a otras 
como te amaba a ti, 
pero a ti no te amarán 
como te amaba yo».

11
«Yo me río,
me sonrío
de los viejos poetas,
yo adoro toda
la poesía escrita,
todo el rocío,
luna, diamante, gota
de plata sumergida,
que fue mi antiguo hermano,
agregando a la rosa,
pero
me sonrío
siempre dicen “yo"
a cada paso
les sucede algo,
es siempre “yo",
por las calles
sólo ellos andan
o la dulce que aman,
nadie más,
no pasan pescadores,
ni libreros,
no pasan albañiles,
nadie se cae
de un andamio,
nadie sufre,
nadie ama,
sólo mi pobre hermano,
el poeta,
a él le pasan
todas las cosas».

12
«Viento de libertad fue tu piloto
y brújula de pueblo te dio el norte,
cuántas manos tendidas esperándote,
cuántas mujeres, cuántos niños, cuántos hombres
al fin alzando juntos el futuro,
al fin transfigurados en sí mismos,
mientras la larga noche de la infamia
se pierde en el desprecio del olvido.
La viste desde el aire, ésta es Managua
de pie entre ruinas, bella en sus baldíos,
pobre como las armas combatientes,
rica como la sangre de sus hijos.
Ya ves, viajero, está su puerta abierta,
todo el país es una inmensa casa.
No, no te equivocaste de aeropuerto:
entrá nomás, entrá nomás,
estás en Nicaragua».


13
«Sombras que yo sólo veo,
me escoltan mis dos abuelos
Lanza con punta de hueso,
tambor de cuero y madera:
mi abuelo negro.
Gorguera en el cuello ancho,
gris armadura guerrera:
mi abuelo blanco.
África de selvas húmedas
y de gordos gongos sordos...
-¡Me muero!
(Dice mi abuelo negro).
Aguaprieta de caimanes,
verdes mañanas de cocos...
-¡Me canso! [...]
... Los dos en la noche sueñan,
y andan, andan.
Y los junto.
¡Federico!
¡Facundo! Los dos se abrazan.
Los dos suspiran. Los dos
las fuertes cabezas alzan;
los dos del mismo tamaño,
bajo las estrellas altas;
los dos del mismo tamaño,
ansia negra y ansia blanca,
los dos del mismo tamaño,
gritan, sueñan, lloran, cantan».

14
«Yo no quiero que a mi niña 
golondrina me la vuelvan 
Se hunde volando en el cielo 
y no baja hasta mi estera 
en el alero hace el nido 
y mis manos no la peinan. 
Yo no quiero que a mi niña 
golondrina me la vuelvan 
Yo no quiero que a mi niña 
la vayan a hacer princesa 
Con zapatitos de oro 
¿cómo juega en las praderas?
Y cuando llega la noche 
a mi lado no se acuesta. 
Yo no quiero que a mi niña 
la vayan a hacer princesa 
Y menos quiero que un día 
me la vayan a hacer reina. 
La pondrían en un trono 
a donde mis pies no llegan. 
Cuando viniese la noche 
yo no podría mecerla...
¡Yo no quiero que a mi niña 
me la vayan a hacer reina!».

15
«Si esta noche te besan en los ojos viajero 
si estremece las ramas un dulce suspirar 
si te oprime los dedos una mano pequeña 
que te toma y te deja, que te logra y se va
 Si no ves esa mano ni la boca que besa 
si es el aire quien teje la ilusión de besar 
OH! Viajero que tienes como el cielo los ojos 
en el viento fundida.... ¿Me reconocerás?».

16
«Suelen al hombre perder 
la soberbia o la codicia: 
también el coraje envicia 
a quien le da noche y día 
el que era menor debía 
más muertes a la justicia. 
Cuando Juan Iberra vio 
que el menor lo aventajaba, 
la paciencia se le acaba 
y le armó no sé qué lazo 
le dio muerte de un balazo, 
allá por la Costa Brava. 
Sin demora y sin apuro 
lo fue tendiendo en la vía 
para que el tren lo pisara. 
El tren lo dejó sin cara, 
que es lo que el mayor quería. 
Así de manera fiel 
conté la historia hasta el fin; 
es la historia de Caín 
que sigue matando a Abel».



Seguidamente, pues nada... ¡A «CANTIJUGAR»... Y ahí queda para eso, el apartado de "COMENTARIOS... Un fuerte abrazo intercontinental, y en esta ocasión, un abrazo especialmente latinoamericano.

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