María Peláez Alsondelpez y Gema Cuéllar. |
El pasado domingo día 22, GEMA CUÉLLAR y MARÍA ALSONDELPEZ volvieron a convertir la Sala Libertad 8, de Madrid, en esa especie de rinconcillo mítico por el que a diario desfila la más joven y diversa "canción de autor". Fue una noche en la que le correspondió ocupar el escenario a una "canción de autor" que yo calificaría de la "más pura raza", con aires malagueños, y de indiscutible calidad artística. Tanto María como Gema –cada una con su identidad poética y musical–, son, sin duda, dos brillantes compositoras e intérpretes a las que merece la pena escuchar y tener en cuenta.
Dicho esto, y antes de comentar el concierto, me gustaría verbalizar un pensamiento que me estuvo rondando toda aquella noche mientras veía y escuchaba cantar a María y a Gema; un pensamiento que nos ofrece la doble cara de lo que está aconteciendo, hoy por hoy, en nuestro país respecto a la "canción de autor".
Por una parte la cara de la "calidad" que, aunque no se presenta en todos los casos y en todas las circunstancias, es grande e indiscutible –en algunos casos, ¡sorprendente!–; y, frente a ella, la cara de la "sobreabundancia": hoy salen cantautores y cantautoras por todas partes, y con frecuencia de gran inmadurez y falta de calidad –no tienes mas que asomarte cualquier día a uno de los múltiples "micros abiertos" que se organizan en nuestro país para poder comprobarlo.
Yo personalmente, y de momento, no valoro regativamente esa "sobreabundancia", sino todo lo contrario –me sigue valiendo y sigo considerando positivo aquello de la "creatividad al poder", del valor de la diversidad, y de que debemos "cantar como quien respira"– pero no puedo dejar de plantearme una interrogante: ¿Está culturalmente preparado nuestro país para asumir, apoyar e impulsar el trabajo, las ilusiones y las responsabilidades de tantos creadores?...
Yo creo que no; y esto es preocupante por dos motivos: el primero porque esa situación genera muchas frustraciones personales –por no hablar de las envidias y de otros males colaterales bastante relacionados con el mundo artístico–, y el segundo motivo, porque a la larga la "sobreabundancia irregular" –no siempre de calidad– perjudica y al final, daña a la "canción de autor" como género musical y cultural que, a fin de cuentas, es lo que más debería de importarnos.
Pues bien, el pasado domingo, día 22, entre esa "sobreabundancia" de la que acabo de hablar hice un sorprendente y deslumbrante descubrimiento –tardío por cierto, pero es que ya "no doy a basto" con tanto concierto y con tantos discos y maquetas que se van acumulando en mi mesa de escritura–; fue el descubrimiento de GEMA CUÉLLAR en Libertad 8; la escuché cantar por primera vez; enseguida me atraparon su voz, sus melodías, lo que me contaba y ¡no sé!... ¡sus gestos, su mirada..., su misterio!; y me quedé "cogao" en alguna de sus canciones como en la titulada "Su momento", en la que nos hablar de un personaje «cuya escuela fue el olvido, que no tiene más que su abrazo, pero que tiene la suerte de no tener suerte para no echarla de menos»; o en "El motivo".
MARÍA ALSONDELPEZ –a quien sí había escuchado anteriormente– es otra joven cantautora malagueña que felizmente destaca y reluce entre la "sobreabundancia". De ella –al margen de la fuerza y del desgarro que caracterizad su cantar–, me llama la atención, y me atrae especialmente algo que es característico de la identidad andaluza –y en general sureña– y que no siempre es bien interpretado o valorado. Cuando María se sube al escenario y se pone a hablar sabe manejar un encanto expresivo que es puro relativismo y surrealismo; la gente se ríe –nos reímos– con lo que dice e improvisa..., pero en realidad todo ello no es mas que un pretexto, un preámbulo de "ligerezas encantadoras", para inmediatamente después sumergirnos en unas canciones de enorme belleza poética, que navegan entre el realismo social, la esperanza y el amor en la plenitud de la ternura.
Yo personalmente, y de momento, no valoro regativamente esa "sobreabundancia", sino todo lo contrario –me sigue valiendo y sigo considerando positivo aquello de la "creatividad al poder", del valor de la diversidad, y de que debemos "cantar como quien respira"– pero no puedo dejar de plantearme una interrogante: ¿Está culturalmente preparado nuestro país para asumir, apoyar e impulsar el trabajo, las ilusiones y las responsabilidades de tantos creadores?...
Yo creo que no; y esto es preocupante por dos motivos: el primero porque esa situación genera muchas frustraciones personales –por no hablar de las envidias y de otros males colaterales bastante relacionados con el mundo artístico–, y el segundo motivo, porque a la larga la "sobreabundancia irregular" –no siempre de calidad– perjudica y al final, daña a la "canción de autor" como género musical y cultural que, a fin de cuentas, es lo que más debería de importarnos.
Pues bien, el pasado domingo, día 22, entre esa "sobreabundancia" de la que acabo de hablar hice un sorprendente y deslumbrante descubrimiento –tardío por cierto, pero es que ya "no doy a basto" con tanto concierto y con tantos discos y maquetas que se van acumulando en mi mesa de escritura–; fue el descubrimiento de GEMA CUÉLLAR en Libertad 8; la escuché cantar por primera vez; enseguida me atraparon su voz, sus melodías, lo que me contaba y ¡no sé!... ¡sus gestos, su mirada..., su misterio!; y me quedé "cogao" en alguna de sus canciones como en la titulada "Su momento", en la que nos hablar de un personaje «cuya escuela fue el olvido, que no tiene más que su abrazo, pero que tiene la suerte de no tener suerte para no echarla de menos»; o en "El motivo".
Gema Cuellar. |
«No me contagiarán la prisa, no cerraré la puerta,
no nublará mi objetivo, el que llevo entre ceja y ceja,
no tengo prisa, camino lenta
tener un sueño no es solar despierta, es:
el incentivo, el motivo, la chispa, el ombligo,
la vida, el abismo, la orilla, el castillo...
los sueños no se rompen
pesan más que el cemento,
yo tengo los ladrillos, el mundo tiene el resto.
Hay muchos trenes, cada uno a una hora diferente,
he comprado el billete de ida,
y la vuelta la he dejado abierta.
No tengo la certeza, no me asegura nadie,
me llevo el sol en la maleta,
una sonrisa y mis canciones,
no tengo miedo de lo que espera
las mariposas me cosquillean,
tener un sueño no es soñar despierta, y es que:
Hay muchos trenes, cada uno a una hora diferente,
he comprado el billete de ida,
y la vuelta la he dejado abierta».
("El motivo")
Hay muchos trenes, cada uno a una hora diferente,
he comprado el billete de ida,
y la vuelta la he dejado abierta».
("El motivo")
Esta canción, en concreto, Gema Cuéllar la ha grabado en su reciente disco titulado "La puerta nº 3", disco que, por supuesto, recomiendo. Se trata de un precioso y brillante trabajo dirigido y realizado por Ismael Guijarro, en el que han participado Álvaro Gandul, Carlos Gómez, Jimy González, Luis Dulzaides, Samuel Vidal, Óscar Herrador –en las mezclas y el masterizado–, Cristina Reguera, Raquel Díaz –en la grabación–, y Tamara Calderón que ha realizo la bellísima fotografía que ilustra la cubierta del CD.
MARÍA ALSONDELPEZ –a quien sí había escuchado anteriormente– es otra joven cantautora malagueña que felizmente destaca y reluce entre la "sobreabundancia". De ella –al margen de la fuerza y del desgarro que caracterizad su cantar–, me llama la atención, y me atrae especialmente algo que es característico de la identidad andaluza –y en general sureña– y que no siempre es bien interpretado o valorado. Cuando María se sube al escenario y se pone a hablar sabe manejar un encanto expresivo que es puro relativismo y surrealismo; la gente se ríe –nos reímos– con lo que dice e improvisa..., pero en realidad todo ello no es mas que un pretexto, un preámbulo de "ligerezas encantadoras", para inmediatamente después sumergirnos en unas canciones de enorme belleza poética, que navegan entre el realismo social, la esperanza y el amor en la plenitud de la ternura.
María Alsondelpez. |
«Donde quedó la palabra gracias, donde quedó el perdón,
en qué momento se confundió, la dignidad y el honor,
el amor propio con el rencor.
Quién se inventó el sin ti no soy nada.
Quién equiparó el amor a la obsesión
En qué momento dejamos de fundirnos en uno y ganó el, yo.
En qué cajón quedó censurado el dolor, el tabú del sexo,
y el respeto al mayor.
Cuándo se convirtió en competencia compartir profesión.
Quién carajo dictó que a cierta edad se es válido o no.
Cuándo se convirtió en un problema tener arrugas en el corazón
Cuándo se tergiversaron los valores
díganme, la fecha, el día en el que los días dejaron de ser vida
para no ser más que días.
Qué barita hizo invisible el placer por las pequeñas cosas, e hizo de la felicidad
solo una palabra que se consigue a base de patadas, de más y más y más y más
hasta que te das cuenta que no tienes nada, nada que abrazar...
("En qué momento").
«Me dijiste que te pintara y pinte una sonrisa.
Me dijiste que te escribiera y solo salían cosas bonitas.
Intente colorearte y busqué en el lienzo de un pintor
pero no encontré color para semejante flor [...]
Solo quiero pedirte que si algún día te inunda la tristeza
Cojas mis manos y recobres todas tus fuerzas.
Mires al cielo y te acuerdes de respirar y de aquella tarde mirando al mar.
A cambio solo te pido una cosa, que tu risa no me falte la mas preciosa.
Mírame a los ojos mi vida no hacen falta palabras
Eres tan trasparente que puedo ver tu alama
Allá en el cielo, ángeles sujetan tu estrella
y yo me encargaré que vivas un paraíso aquí en la tierra
No hay nada más bonito y más humano
que tus lágrimas sean secadas por otras manos».
("Que tu risa no me falte")
De María Alsondelpez recomindo también su disco "Cuarto de pez", es otro de esos trabajos discográficos que merece la pena tener, escuchar y disfrutar... Y, finalmente, una cosita: mientras la "sobreabundancia" se llame Gema Cuéllar y María Alsondelpez... ¡bendita sea!... Lo que pasa es que, lamentablemente, no es así.