Dice Alberto Cortez, en una de sus más bellas canciones, que "cuando un amigo se va queda un tizón encendido que no se puede apagar ni con las aguas de un río"; creo que Alberto tiene razón; razón que se reaviva en mi cada vez que la muerte me arrebata a una persona a la quiero, o a la que admiro.
Últimamente –será porque me estoy haciendo bastante mayor–, cada vez que se me va una persona querida, o muy admirada, me vienen a la memoria las palabras de Alberto, y, con ellas, la imagen de un montón de tizones, o de ascuas encendidas –cada vez más–, que permanecen en mi interior sin que nada, ni nadie pueda apagarlas. Son, en realidad, presencias imborrables de seres humanos –y hasta de mis dos perros idos– a quienes quise mucho y no quiero olvidar.
En estos últimos días, con motivo de la muerte de la trovadora Teresita Fermández, una de esas ascuas encendidas, que llevo dentro, ha desprendiendo una pequeña y cálida llamarada muy particular que me ha traído la cálida presencia de QUINTÍN CABRERA; amigo –muy buen amigo– con el que más de una vez hablé de Teresita, a la que, como yo, admiraba mucho.
De Quintín –que se nos fue en 2009– tengo muchos recuerdos, pero el que me ha venido a la memoria-afectiva en estos últimos días ha sido el de la grabación de su último disco "Naufragios y palimpsestos" que tuve el placer de producir poco antes de su muerte.
Fue una grabación difícilmente olvidable, Quintín estaba ya muy enfermo y a la espera de que pudiera practicársele un trasplante de pulmón, que finalmente se le hizo, pero que no pudo salvarle la vida.
Recuerdo que la grabación fue muy alegre, que lo pasamos muy bien, y que él, aunque muy débil, cantó maravillosamente y en menos tiempo del que habíamos previsto dada su enfermedad. Os dejo, a continuación, algunas imágenes tomados aquellos días en los Estudios CATA, de Madrid.
Justo el día en que teníamos previsto finalizar la grabación, Quintín se nos presentó por la mañana en el estudio diciéndonos –a Eliseo, a Mendo, a Bernardo y a mí– que acababa de componer una nueva canción y que quería grabarla para incorporarla al disco. Dicho y hecho, se puso a trabajar con los músicos, y antes de comer la tenía grabada.
Todos nos quedamos sorprendidos. Aquella canción, a la que llamó "Baile caliente", era, en realidad, una especie de crónica sobre su propio disco recién grabado y sobre las personas que, de una u otra forma, habíamos colaborado en él. Preciosa canción –última que grabó Quntín en un estudio– que nos da perfectamente la medida y el perfil de cómo era y de como se las "gastaba" el entrañable, cálido y solidario uruguayo... ¡Un genio; un cantautor de cuerpo entero –y tenía un gran cuerpo– y un ser humano maravilloso!
Seguidamente os propongo escuchar aquella canción a través del siguiente enlace de "goear". Os copio también la letra que, como veréis, no tiene desperdicio como gesto personal –¡bien lindo!– de amistad y de agradecimiento.
De Quintín –que se nos fue en 2009– tengo muchos recuerdos, pero el que me ha venido a la memoria-afectiva en estos últimos días ha sido el de la grabación de su último disco "Naufragios y palimpsestos" que tuve el placer de producir poco antes de su muerte.
Recuerdo que la grabación fue muy alegre, que lo pasamos muy bien, y que él, aunque muy débil, cantó maravillosamente y en menos tiempo del que habíamos previsto dada su enfermedad. Os dejo, a continuación, algunas imágenes tomados aquellos días en los Estudios CATA, de Madrid.
Quintín grabando con Eliseo Parra que realizó los arreglos y la dirección musical del disco. (Fotografía de Juan Miguel Morales). |
Luis Mendo, Carlos Díaz, Bernardo Fustes y Fernando G. Lucini atentos a la grabación de Quintín. (Fotografía de Juan Miguel Morales). |
Justo el día en que teníamos previsto finalizar la grabación, Quintín se nos presentó por la mañana en el estudio diciéndonos –a Eliseo, a Mendo, a Bernardo y a mí– que acababa de componer una nueva canción y que quería grabarla para incorporarla al disco. Dicho y hecho, se puso a trabajar con los músicos, y antes de comer la tenía grabada.
Todos nos quedamos sorprendidos. Aquella canción, a la que llamó "Baile caliente", era, en realidad, una especie de crónica sobre su propio disco recién grabado y sobre las personas que, de una u otra forma, habíamos colaborado en él. Preciosa canción –última que grabó Quntín en un estudio– que nos da perfectamente la medida y el perfil de cómo era y de como se las "gastaba" el entrañable, cálido y solidario uruguayo... ¡Un genio; un cantautor de cuerpo entero –y tenía un gran cuerpo– y un ser humano maravilloso!
Seguidamente os propongo escuchar aquella canción a través del siguiente enlace de "goear". Os copio también la letra que, como veréis, no tiene desperdicio como gesto personal –¡bien lindo!– de amistad y de agradecimiento.
«La idea fue de Lucini,
Mendo y Fuster la apoyaron,
y aquí estamos los sudacas
grabando lo que cantamos.
Los músicos, ya se sabe,
son la patota de siempre.
Eliseo pone orden
entre cachondo y sonriente.
Baila caliente
toca madera,
¡qué disco tiene
Quintín Cabrera!
El Búho, el Cuco y el Bruja
son músicos excelentes
aunque con esos apodos
hay quien les crea delincuentes.
Diego Galaz al violín
también a la mandolina,
Jorge piano y contrabajo
que estudió allá en Argentina.
(Sin olvidarnos
las fotos del Morales,
ni el contrabajo de Yagüe.)
Nos visitaron: Josete,
Alfredo, Luisa y Mastretta,
Ángel Luis me dio cobijo.
La familia está completa.
Parra curró los arreglos,
ayudado por Sarraute,
como cantor invitado
vino Luis Eduardo Aute.
Fran Gude, Jesús y Carlos
son los técnicos molones
que cuidaron del sonido
y mimaron mis canciones.
Como guinda del pastel,
alguien propuso a Madonna
pero me traje a Luis Barros:
más grande que Maradona».
En el libro-disco "Naufragios y palimpsestos" pueden escucharse 16 canciones –que poco a poco iré recuperando en el blog–, entre ellas hoy me gustaría invitaros a escuchar otra especialmente hermosa; fue la que Quintín grabó con Luis Eduardo Aute –aquel fue sin duda, uno de los momentos más emocionantes vividos aquellos días en los estudios CATA–. La canción se llama "Hotel Luna" y es bellísima, podéis comprobarlo por vosotros y vosotras mismas a través del siguiente enlace:
«Esta pubilla hermosa
oro viejo en el pelo
que dice que me quiere,
que sabe que la quiero,
que me llena de besos,
que de todo se ríe,
que me tiene intrigado
haciendo el amor con calcetines.
Esta muchacha dulce,
ojos llenos de cielo,
que se asombra por nada,
que mira y habla quedo,
que no habla mal de nadie,
que juega con los críos,
me enamora y la quiero tanto
que estoy tonto perdido.
Esta chica prudente
que le encantan los gatos,
que no se compromete,
que cuida sus zapatos,
que una inmensa ternura
atesora en sus manos
tiene el culo más lindo del mundo
occidental y cristiano.
Es la jai pecadora
que más odia las pecas
colecciona piropos
y cientos de muñecas,
memoriza a Neruda,
le confunde Picasso,
le gusta cómo guiso, por suerte,
que si no, no me haría caso».
Aquel maravilloso libro-disco lo presentamos en Barcelona, donde Quintín Cabrera era especialmente querido y recordado –fue en Barcelona donde vivió sus primeros años de exilio en España–. Aquel encuentro se celebró el día 3 de noviembre de 2008; fue un acto impresionante al que acudieron más de sesenta amigos y compañeros de Quintí –relacionados con la música y la canción de autor– para hacerle llegar su admiración, su agradecimiento y sobre todo su cariño. Cuatro meses mas tarde, Quintín murió en Madrid, fue el 12 de marzo de 2009.
Paca concluir este "cuelgue" –"ascua encendida" que guardo en mi pecho– dejo algunas de las fotografías de aquella presentación en Barcelona, últimas en la que el amigo Quintín partipó y pudo ser fotografiado en un acto público.
Marina Rossell, Fernando G. Luicini, Quintín Cabrera y Ramón Muntaner. (Fotografía de Juan Miguel Morales)- |
Fernando G. Lucini, Quintín Cabrera, Marina Rossell y Ramón Muntaner. (Fotografía Juan Miguel Morales). |
Quintín Cabrera con Tòn Rolló y Jòrdi Fabregas (del grupo "Coses"). (Fotografía de Juan Miguel Morales) |
Un genio, un poeta popular, siempre recordaremos a Quintín.
ResponderEliminarY una persona solidaria y generosa... Su casa y su despensa siempre estuvo abierta para quien lo necesitara... Pocos han circulado por el mundo "cantautoril" como él. ¡Gracias Carlos!
ResponderEliminarEste bonito cuelgue que le has dedicado al bueno de Quintín Cabrera me ha recordado que seguimos teniendo un asuntillo pendiente, Fernando, jeje.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Gracias, hermano.
ResponderEliminar