Hay personajes que se hacen famosos y pasan a la historia porque protagonizaron grandes acontecimientos, o escribieron importantes páginas en la historia de la humanidad; pero los hay también –aunque a veces se les ignore, o se les olvide– que son, y han sido importantes, por su singularidad, porque consiguieron "hacer trizas" los patrones o los moldes de la cotidianidad, porque dedicaron su vida a hacernos sonreír –¡y lo consiguieron!–, o, sencillamente, porque lograron colarse en el alma popular por la "puertas grandes" la del desenfado, del buen humor y de la ironía sana e inteligente.
Uno de esos "seres humanos" –personajes– fue Emilio Jiménez Gallego, conocido artísticamente como "EMILIO EL MORO".
Hoy voy a recordar a este curioso personaje de la mano de mi amigo y hermano CARLOS CANO que en 1985 –en su "Cuaderno de coplas"– grabó una canción titulada "Las murgas de Emilio el Moro", con esta dedicatoria: «Para Don Emilio Jiménez, Emilio el Moro, que me alegró las colas de la leche americana y el cartón de pobre. ¡A su salud!»... O, lo que es lo mismo, a Emilio el Moro que nos ayudó a sobrellevar con una sonrisa –y sin perder nuestra pasión por la libertad– aquellos años tan trágicos y tan crueles de la dictadura.
Antes de escuchar la canción de Carlos Cano, permitidme que os describa brevemente a nuestro personaje de hoy; personaje que está prácticamente olvidado a pesar de su genialidad –¡sí!, yo pienso que Emilio el Moro era un genio–.
Emilio Jiménez Gallego nació en Melilla en 1924. Aficionado al flamenco desde su infancia, se presentó por primera vez ante el público a los quince años de edad, ganando –a partir de ahí– numerosos concursos de cante interpretando fandangos, soleás, tientos, polos o cañas. Un buen día se le ocurrió la cantar flamenco al estilo árabe y fue tal la ovación que consiguió que decidió crear el personaje de Emilio el Moro.
En 1949 se trasladó a Madrid y –ataviado con chilaba, turbante, babuchas y barba– obtuvo un extraordinario éxito que repercutió en toda España –llegó a grabar más de cuarenta discos–. Emilio bailaba y tocaba la guitarra y creó un tipo de humor nuevo que le llevó a ser una de las primeras figuras entre los humoristas españoles, versionando los éxitos musicales de la época, cambiándoles la letra y aflamencándolos.
Murió trágicamente en 1987 en Orito (Alicante), a los 63 años de edad, como consecuencia de unas graves quemaduras sufridas en un incendio doméstico.
Como antes comentaba, en 1985, Carlos Cano creó y grabó un homenaje Emilio el Moro en el que evocándole –y nombrándole– desarrolló, en general, una muy profunda crítica a la situación social y política de la Andalucía en los años de la transición democrática; y, muy en particular, al partido socialista, y a Felipe González, en vísperas de la celebración del referéndum sobre la entrada, o no, de nuestro país en el brazo armado de la Alianza Atlántica. Murga que ha sido, sin duda una de las canciones más críticas que Carlos compuso en los años ochenta. Vamos a escucharla:
Por último, para finalizar este "cuelgue" voy a sugeriros escuchar una de las canciones de EMILIO EL MORO, en concreto su particular versión del "Romance de valentía" de los maestros Quintero, León y Quiroga.
Carlos Cano y Emilio el Moro. |
Antes de escuchar la canción de Carlos Cano, permitidme que os describa brevemente a nuestro personaje de hoy; personaje que está prácticamente olvidado a pesar de su genialidad –¡sí!, yo pienso que Emilio el Moro era un genio–.
Emilio Jiménez Gallego nació en Melilla en 1924. Aficionado al flamenco desde su infancia, se presentó por primera vez ante el público a los quince años de edad, ganando –a partir de ahí– numerosos concursos de cante interpretando fandangos, soleás, tientos, polos o cañas. Un buen día se le ocurrió la cantar flamenco al estilo árabe y fue tal la ovación que consiguió que decidió crear el personaje de Emilio el Moro.
En 1949 se trasladó a Madrid y –ataviado con chilaba, turbante, babuchas y barba– obtuvo un extraordinario éxito que repercutió en toda España –llegó a grabar más de cuarenta discos–. Emilio bailaba y tocaba la guitarra y creó un tipo de humor nuevo que le llevó a ser una de las primeras figuras entre los humoristas españoles, versionando los éxitos musicales de la época, cambiándoles la letra y aflamencándolos.
Murió trágicamente en 1987 en Orito (Alicante), a los 63 años de edad, como consecuencia de unas graves quemaduras sufridas en un incendio doméstico.
Como antes comentaba, en 1985, Carlos Cano creó y grabó un homenaje Emilio el Moro en el que evocándole –y nombrándole– desarrolló, en general, una muy profunda crítica a la situación social y política de la Andalucía en los años de la transición democrática; y, muy en particular, al partido socialista, y a Felipe González, en vísperas de la celebración del referéndum sobre la entrada, o no, de nuestro país en el brazo armado de la Alianza Atlántica. Murga que ha sido, sin duda una de las canciones más críticas que Carlos compuso en los años ochenta. Vamos a escucharla:
«Se fueron los pieles rojas a Jolivú,
vinieron los federales ¡tatachán!
y en mitad aquel ziquitraque se lió:
Toro Sentado ojú –decía–¡cuchi la caballería! y de teniente Glen Ford.
Hay que ver Maribel la cosa cómo estaría
que Emilio el Moro salió cantando por alegrías.
Alegría la traigo a espuertas viene de Cai qué calor-.
Alegría tienen las jambres de Andalucía.
frigoríficos volando la reconversión naval:
¡Guardias no tiréis pelotas que pa pelotas Puerto Real!
Vecina asómate al patio ¡Maricruz!
a ver quién me aclara a mí este rebujar:
que si dentro, que si fuera, tú dirás.
que si bases, que si OTAN, que si Morón,
que si Rota y el Peñón de Gibraltar.
Hay que ver Maribel esto sí que es Carnaval.
arsa y olé ¡viva Cai! y to la tribu de Alí Babá.
Como quieras que yo te quiera
¡ay! yo te quiero –qué valor–
Como quieras de marinera o de marinero
¿Salga el sol por Antequera?
Con tal de que salga ya
que salga por donde quiera
lo que hace falta es tirititrán.
¡Espárragos, caracoles, tagarninas de la sierra!
a manojitos los niños venden por las carreteras.
No sé por qué te lamentas en vez de enseñar los dientes
ni por qué llamas mi tierra a aquello que no defiendes.
Si en vez de ser pajaritos fuéramos tigre bengala
a ver quién sería el guapito de meternos en una jaula.
Me han dicho que has puesto en Madrid
un despacho de mucho postín
¡Colócanos! ¡Colócanos! ¡Ay por tu madre colócanos!
¡Ay! Felipe de la OTAN cataflota verigües
... llegará a ser un gran torero como Velázquez y Gregory Peck.
Contraviento, contraviento yo me muevo a contraviento.
Y es por mi mala cabeza que me muevo a contraviento
y me paso de la raya que a mí no me dobla el viento.
Cascarabitos me los comía y así las jambres se entretenían.
no se me vaya a subir la rama de ¡perejil: ¡Sí!...».
Por último, para finalizar este "cuelgue" voy a sugeriros escuchar una de las canciones de EMILIO EL MORO, en concreto su particular versión del "Romance de valentía" de los maestros Quintero, León y Quiroga.
Como cada vez que se le nombra por aquí, vuelvo puntual a mi cita con Carlos Cano y las coplas de carnaval que se le han dedicado a lo largo de los años en su Cádiz del alma (y estas murgas de Emilio el Moro son una buena muestra de su cariño por nuestra ciudad, vaya), rememorando en este caso un tango del coro del año 2001 "De Cai, Cai", con letra de Paco Rosado y música de Kiko Zamora, con el que sus integrantes le rendían tributo al cantautor andaluz, a raíz de su temprana muerte. La letra de dicho tango decía así:
ResponderEliminarEsta bella goleta está huérfana de coplas.
La “Habanera de Cádiz” se ha quedao sin comandante
y va a haber que soplarle con aires de chirigotas
y compás de tanguillos pa que siga mar “alante”.
Esta bella goleta crespón lleva en su trinquete
aunque lleva bordao en sus velas un cantar
con sones caribeños hechos de amor y sueños:
amor por Andalucía y sueños de libertad.
¡Ay! blanca.
Lleva la verde y blanca
dibujando en la popa un campo de sal y espigas.
¡Ay! blanca.
La goleta es tan blanca
como el monte Veleta cuando la nieve cubre su cima.
¡Ay! blanca.
Y una gaviota blanca como un beso de ultramar
está en cubierta llorando por la muerte del hermano;
ese habanero, argentino, granaíno y gaditano;
íntima voz del olivo y la sal del salinar.
La voz de una Andalucía maltratada, pobre y sola,
y no la de bata de cola:
la Andalucía de verdad.
Gracias de nuevo Fernando. Me encanta Emilio el Moro,y me parece que se merece de sobra un recuerdo... La tercera vez que leo el cuelgue y que escucho a estos dos grandes y no me canso....
ResponderEliminar