Si George Brassens viviera y le hubiese llegado a París el nuevo disco de ALFONSO DEL VALLE: «Güena gente» –yo me habría encargado de mandárselo–, estoy completamente seguro de que, tras escucharlo, aprovecharía la primera oportunidad que tuviera de venir a España para pasarse por Sevilla, sentarse de incógnito una noche en la Sala La Estación, y escuchar a Alfonso en directo... Y también estoy seguro de lo muchísimo que habría disfrutado oyéndole cantar... ¡Brassens conocía muy bien –porque era un "maestro"– la quintaesencia de la auténtica "canción de autor"!
Álvaro Ruiz, Alfonso del Valle y Aldo Antonio García. (Fotografía de Alicia Albarrán). |
«Me dicen que no tengo nada,
que no he sabido hacer fortuna.
Siempre se me cayeron las lunas
por el roto del pantalón.
Me dicen que no tengo nada
y yo les digo que se equivocan,
que tengo manos, que tengo boca
y muy mala reputación.
Cuando el viento va en otra dirección
me pongo el mundo por montera,
digo lo que me pide el corazón
y hago revolución.
Me dicen que no tengo nada
pero conservo los colores
a cuenta de no pedir favores
que me costaran la sumisión.
Me dicen que no tengo nada
y es que la gente no se entera
que a mi me basta una carretera,
mi guitarra y mi canción».
("Carretera, guitarra y canción")
Y es que Alfonso del Valle, con su corazón –sístoles y diástoles que alimentan su ternura y su libertad–, con sus manos, con su desbordante imaginación, con su boca y con su guitarra, va recorriendo los caminos regalándonos grandes canciones.
Canciones –como las que ha grabado en su último disco ˝Güena gente˝– en las que podemos encontrarnos con situaciones cotidianas aparentemente intrascendentes, pero que al final te atrapan, te dan un revolcón y te emocionan...; encontrarnos con sentimiento...; con recuerdos –como el de aquel macuto de «Munich 72» que nunca llegó a tener–; con vivencias personales –con amores y desamores incluidos– pero sin alardes de trascendencia y, por supuesto, sin la directa intención de entusiasmar a las jovencitas "mierdaliberarles" de la primera fila que aplauden, corean y casi se "corren" escuchándole cantar...
En las canciones de Alfonso podemos hallar y disfrutar de la desnudez de un latido...; y todo ello sin dramatismo –aunque sea doloroso–, con buen humor; como algo que aparentemente no tiene demasiada importancia pero que al final duele, o conmueve, o te llena de "mala leche". Valga como ejemplo, cuando Alfonso fotografía magistralmente los "suspiros" que se siguen escuchando por toda España porque continúa habiendo gente que tiene que "pirarse" de su casa, de su pueblo y de su entraña para buscar trabajo recorriendo todavía los crueles y dolorosos rumbos de la emigración.
«Sus-pirais porque no hay nada
y por desesperación,
con la esperanza gastada
de que ya empiece a ir mejor.
La historia cuenta que antaño
tu abuelo se hubo de ir.
Quizá no hace tantos años
y se vuelve a repetir...
...y a exilios en tierra extraña
sus-pirais de España».
("Suspiráis de España)
¡Fíjense por ejemplo en este pasodoble! –sigo imaginándome a Brassens escuchando a Alfonso en la penumbra de un un rinconcito de La Estación, con un sonrisa suave, pero sin poder contener una solidaria lágrima de dolor–.
Esta canción, para quien no lo sepa, está inspirada en un famoso pasodoble titulado "Suspiros de España" que fue compuesto por Antonio Álvarez Alonso y su sobrino Juan Antonio Álvarez Cantos allá por 1938; pasodoble inmortalizado, entre otros copleros y copleras, por Estrellita Castro o Doña Concha Piquer, del que se han hecho varias versiones. Una de ellas, por ejemplo, la que dice así:
«Siento en mí triste emoción.
Me voy sufriendo lejos de ti
y se desgarra mi corazón.
Nunca el sol me alegrará.
En el vergel de España, mi amor,
como una flor siempre estará.
Dentro del alma te llevaré,
cuna de gloria, valentía y blasón.
España, ya nunca más te he de ver.
De pena suspira mi corazón».
Pues bien, Don Alfonso del Valle –que no ha perdido ni ha olvidado la memoria–, ante la barbaridad y el desastre económico que estamos viviendo y sus consecuencias –una de ellas la vuelta a la emigración– retoma el famoso pasodoble –que fue sentimiento y voz popular– y, en su característico tono irónico y desbordántemente tierno, le da un giro a la copla, y convierte aquellos "Suspiros de España", en un "Suspiráis de España" que se puede bailar, ¡por supuesto! –sigue siendo un pasodoble– pero que duele. A mí, logra romperme el alma...
¡Señores y señoras! ¡jóvenes cantautores y cantautoras! ¡ESCUCHAD, POR FAVOR!...: ¡EN «GÜENA GENTE» PODÉIS ENCONTRAR LA AUTÉNTICA "CANCIÓN DE AUTOR" EN SU MÁS PURA ESENCIA!... Y Brassens aplaudiendo...
Podría seguir analizando, una por una, las nuevas canciones de Alfonso: «Un Robinsón en Madrid» que nos canta «las verdades del barquero»; que nos confiesa «que nunca fue de amores a cuentagotas»; que nos habla de «penas» y de «la vida en la venas»; o que se revela –"mu", pero que "mu cabreao"– cuando percibe o siente que se «intenta poner en reventa su felicidad»... Dieciocho canciones que no tiene desperdicio... ¡No! no voy a comentarlas ahora, ¡ya habrá tiempo!... Lo que sí voy a comentar son varias cosas que en el nuevo disco llaman la atención:
En primer lugar su grabación en directo –en la Sala La Estación de Sevilla– y lo genialmente que el propio Alfonso ha conseguido que ese clima del directo –que a veces incomoda y se falsea– resulte auténtico y parte –¡parte importante y acogedora!– del concierto y de la escucha.
En segundo lugar, la extraordinaria colaboración instrumental de Álvaro Ruiz –que es un genio que... ¡ya verán ustedes! ¡ya me lo contarán pronto!..., de Aldo Antonio García con su contrabajo –amigo de hace muchos años–, y ¡como no! con la guitarra acústica de Joaquín Calderón, de quien –ya saben– soy irremediablemente "fan".
En tercer lugar citar a los amigos y admiradores –algunos discípulos– de Alfonso que le han acompañado con sus voces: Fito Mansilla, Adriana Moragues, Álvaro Ruiz, Manuel Cuesta, Alberto Leal, Antonio Martínez Arés, Joaquín Calderón, Chiqui Calderón, María Alsondelpez y David Garrido...
Finalmente, hacer referencia a otra compañía: la de Alicia Albarrán, con sus fotografías; esta es una mujer que sabe expresar su amor a través de la imagen, y aquí, en esta ocasión, el amor ser le desborda; pueden comprobarlo viendo como ha quedado resuelto el tema de las letras en el folleto adjunto al disco;... aunque, a decir verdad, Alfonso podría haber adjuntado a su disco una "lupa", sobre todo pa los que como yo, andamos ya cortos de vista.
Y concluyo este cuelgue... Y justo ahora, hace cinco minutos, el ordenador ha dicho "¡Clin!", era un mensaje, y precisamente de Alfonso del Valle... Como en otras ocasiones era para hacerme llegar una de sus últimas canciones recién paridas, en este caso la canción se llama "SE BUSCA CANTAUTOR" –que, por supuesto, no aparece en el nuevo disco–; le he pedido que me autorizara a copiar la letra y, generosamente, me ha dicho que sí, así que aquí está –y para "fardar" un poco– "en rigurosa exclusiva"... ¡Gracias amigo!
«Finales de los sesenta.
Revolución en París
y en las listas de ventas,
Bob Dylan y su Blowing in the wind...
"The answer my frind
is blowing the wind..."
Cuarenta años han pasado
y tras cuarenta en gris,
el color nos ha cegado
y enmudecido a un pais.
Se busca cantautor
para revolución.
Principios de los setenta.
Con todo y mas que perder,
un extremeño nos cuenta
que pronto habrá de llover...
"Que tiene que llover, tiene que llover, tiene que llover.
Tiene que llover a cántaros..."
Bajo este cielo exultante
que nos compraron de ocasión,
ya no hay profetas que canten
que se avecina un chaparrón.
Se busca cantautor
para revolución».
("Se busca cantautor". Alfonso del Valle)
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