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domingo, 23 de enero de 2011

ALFREDO GONZÁLEZ I - "De sorpresa en sorpresa"

Hoy me dispongo a comentar los discos "Dudas&Precipicios" y "La nada y tú" grabados y publicados, en 2008, por ALFREDO GONZÁLEZ, pero, de entrada, quiero advertir que no sé si al final terminaré haciéndolo, o me iré –como suele decirse en mi tierra– "por los cerros de Úbeda"... Y es que las canciones de Alfredo –que hasta ahora no había escuchado– me han causado una gran impresión, y, de paso, le han dado mucho "curro" a mis reflexiones y a mis pensamientos.

Alfredo González
Para evitar que efectivamente empiece a enrollarme, y parezca que he dejado a Alfredo al margen –aunque se lo tendría merecido porque él es el culpable de todo lo que voy a escribir– quiero aclarar que este primer "cuelgue" será una "introducción" que se concretará en el cuelgue siguiente. (De todas formas voy a poner un par de fotografías de Alfredo para que todo el mundo sepa de quien estoy hablando).

De entrada he de decir que yo, en esto de escribir sobre la "canción", siempre ando como de "retirada"...; escribo un libro –que siempre suele ser voluminoso– y pienso: "Y ahora dedícate a la pedagogía y a la enseñanza que es lo que te da de comer"... Pero lo cierto es que, por unas u otras razones, nunca lo he cumplido y siempre he vuelto al encuentro con la canción –será que es como una amante apasionada a la que uno le es voluntariamente fiel hasta la muerte.

Mi última intención de retirada fue en 2007 cuando terminé de escribir los tres volúmenes –más de mil quinientas páginas– de "...Y la palabra se hizo música"... –quedé "agotao"–. Después de aquel parto –al que tuve que añadir un "mano a mano" con mi corazón– estuve tres años alejado de la canción hasta que, en 2010, surgió el Centenario de Miguel Hernandez, el libro "¡Dejadme la esperanza!" –dedicado a su poesía cantada–, su presentación en la Feria del Libro de La Habana –que fue fantástica e inolvidable–, mi encuentro con Silvio Rodríguez y mi propósito de escribir un libro sobre su Po-Ética y, más recintemente, el abandono temporal del libro de Silvio, para poner en marcha este blog llamado "Cantemos como quien respira" al que estoy dispuesto a entregarme por completo, mientras el cuerpo aguante.

He de confesar que en el periodo comprendido entre los años 2007 al 2010 seguí con mis asuntos y proyectos pedagógicos, empecé a diseñar la "fonoteca" de la que ya hablamos, y me limité a escuchar y a disfrutar de la música y de las canciones que conformaban, de forma habitual, mi universo sonoro...; es decir, he estado bastante tiempo alejado –aunque no del todo– de las nuevas generaciones de creadores –compositores, poetas y cantantes– que iban surgiendo.

Cuento todo esto, para decir que tras los tres años que últimamente he estado alejado de la que podríamos llamar nueva canción de autor, ahora al reencontrarme con ella –gracias, o por culpa, del blog– ando de sorpresa en sorpresa. Sorpresa sobre todo ante la genialidad de jóvenes creadores como Alfredo González y otros de los que, día a día, vengo escribiendo en el blog y lo seguiré haciendo.

Con todo ello, estoy llegando a una conclusión –que por supuesto es personal–: creo que cultural, poética y musicalmente nos encontramos frente a una generación de nuevos creadores, que siendo fieles a lo que podríamos llamar la esencia de la "canción de autor" –por ejemplo, a su deber de autenticidad y de proyección de la realidad– la están transformando muy positivamente tanto en lo que se refiere al contenido de los textos, como al tratamiento de las composiciones musicales y a las formas o tonos de interpretación.

A veces le he escuchado decir a mi amigo Luis Eduardo –me refiero a Aute– que los nuevos cantautores son los "raperos"; por supuesto, no se lo voy a negar, pero siempre que no se caiga en un reduccionismo progre y limitativo...

Yo, personalmente, añadiría algo más: Los nuevos cantautores son estos jóvenes compositores, poetas e intérpretes que con sus posibilidades, con sus pocos medios, y con mucho trabajo y sensibilidad están creando proyectos como "4 bajo par" –del que hablábamos el pasado viernes– y discos como "Dudas&Precipicios" y "La nada y tú" de los que voy a hablar –¡lo juro!– en el siguiente "cuelgue".

De cualquier forma, a estas alturas, deberíamos empezar a prescindir de "etiquetas"; cada uno compone y canta como puede, quiere y le da la gana, y lo importante no es que el resultado encaje en el estilo o en el género "x", "y" o "z"; lo único importante es que las canciones resultantes tengan calidad poética y musical; que sean honestas; y, sobre todo, no me cansaré de decirlo, que puedan llegar a emocionarnos... "La emoción" es para mí la clave de la comunicación artística en cualquiera de sus manifestaciones.

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