En el año 1998 publiqué, como cierre de mi libro "Crónica Cantada De Los Silencios Rotos", una serie de "retratos íntimos" de aquellos cantautores y cantautoras que, en aquel momento, más me emocionaban y hacia los que sentía una especial querencia. Ya he publicado aquí, en el Blog, la mayoría de eses "retratos", pero resulta que hoy haciendo la entrada de Paco Ibáñez en la WEB "CANCIÓN CON TODOS" me he dado cuenta que me falta por compartir precisamente el de Paco; así que inmediatamente he decidido que, por supuesto no puede faltar. Es este:
Caricatura de Alfredo González. |
Recuerdo un día de hace años –ya en la época del primer gobierno socialista– en el que, al atardecer, me llamó, por teléfono Amparitxu –inseparable compañera de Celaya– para comentarme un problema doméstico que se les había planteado en el pequeño y humilde piso de la calle Nieremberg, de Madrid: Resulta que a Gabriel le habían regalado un equipo de música con reproductor de CD incluido, y el conflicto estaba en que eran tantos los cables y las teclas que había que manejar, que no sabían cómo meterle mano a aquel cacharro.
Al ofrecerme, de inmediato, a ir a su casa para conectarles el equipo y para enseñarles a manejarlo, Amparitxu me dijo: «Tráete un compact de esos, porque no tenemos ninguno. ¡Espera!... Me está diciendo el Celaya que te lo traigas de Paquito». (Cosa que me iba a ser imposible porque en aquel momento la obra de Paco Ibáñez no estaba aún grabada en CD.)
Una vez en la casa y hecha la instalación, el nuevo problema que se planteaba era cómo explicarle a Gabriel que de compact de Paco... "¡nada de nada!"...; recuerdo perfectamente su indignación y su comentario: «¿Y a qué se dedica entonces nuestro "ministrillo" de cultura?» –eso mismo me preguntaba yo cada vez que visitaba al poeta de "España en marcha"–. Ante su pregunta, me vino a la memoria aquella expresión que con tanta elocuencia define a Paco Ibáñez: «Paco es el músico con el que sueñan los poetas»; pronuncié esta frase, y la respuesta de Gabriel fue breve, pero muy elocuente: «¡Es verdad!».
Una respuesta que me recordó también las palabras de Salvador Dalí explicando cómo y por qué ilustró el primer disco de Paco Ibáñez, dedicado a Lorca y Luis de Góngora, editado en París en 1964:
«Tomé tinta china y al hacerlo dije: firma esta cosa de Lorca con su sangre y la mía. En el fondo esta es un salpicadura de sangre. He firmado así el disco de Ibáñez, con sangre, a la manera española [...] A la manera más trágica de España, la de la poesía de Federico García Lorca, cantada con la música más adecuada, que habría encantado a García Lorca, con la más española de todas las voces, la de mi amigo Ibáñez».
Se han dicho muchas cosas al hablar o al escribir sobre Paco Ibáñez –yo mismo lo he hecho, con entusiasmo, en mi "crónica cantada"– , pero en este momento, al escribir este "retrato íntimo", voy a detenerme tan sólo en dos realidades, las dos realidades reflejadas en las voces de Celaya y de Salvador Dalí, y que yo comparto apasionadamente:
¡Es verdad! Paco Ibáñez ha sido, y sigue siendo, el origen, el punto de referencia y la fuerza impulsora de muchos de nuestros sueños de entonces, que siguen siendo nuestros sueños de ahora: sueños de poetas y aceituneros altivos; sueños preñados del romanticismo de Becquer, de Machado o de Neruda: y sueños rebeldes por la libertad, amplificando en su voz y en su corazón el decir de Gil de Biedma: «Pido que España expuse a sus demonios. Que sea el hombre el dueño de su historia»; sueños –a flor de tiempo– mantenidos en la imprescindible y siempre presente galopar de sus canciones.
Paco es un trovador inigualable que siempre ha sabido darles a nuestros sueños –en su palabra, en el ronco desgarro de su voz, y en su música delicadamente ajustada («la música más adecuada»)– el tono y el timbre necesarios para revolucionar hasta la entraña de nuestros sentimientos, revolución imprescindible para la otra, para la que supone el estallido posible de la justicia, de la equidad y de la libertad; tal revolución sentimental provocan sus canciones que resulta totalmente indiscutible y justo afirmar, con rotundidad, que Paco Ibáñez es, al menos en mi caso, uno de los más hermosamente culpables del –sé que eterno– mantenimiento de mi razón utópica.
NOTA: El resto "de retratos íntimos" que he venido publicanco aquí, en el blog puede encontrarse a través del siguiente enlace:
Al ofrecerme, de inmediato, a ir a su casa para conectarles el equipo y para enseñarles a manejarlo, Amparitxu me dijo: «Tráete un compact de esos, porque no tenemos ninguno. ¡Espera!... Me está diciendo el Celaya que te lo traigas de Paquito». (Cosa que me iba a ser imposible porque en aquel momento la obra de Paco Ibáñez no estaba aún grabada en CD.)
Una vez en la casa y hecha la instalación, el nuevo problema que se planteaba era cómo explicarle a Gabriel que de compact de Paco... "¡nada de nada!"...; recuerdo perfectamente su indignación y su comentario: «¿Y a qué se dedica entonces nuestro "ministrillo" de cultura?» –eso mismo me preguntaba yo cada vez que visitaba al poeta de "España en marcha"–. Ante su pregunta, me vino a la memoria aquella expresión que con tanta elocuencia define a Paco Ibáñez: «Paco es el músico con el que sueñan los poetas»; pronuncié esta frase, y la respuesta de Gabriel fue breve, pero muy elocuente: «¡Es verdad!».
Una respuesta que me recordó también las palabras de Salvador Dalí explicando cómo y por qué ilustró el primer disco de Paco Ibáñez, dedicado a Lorca y Luis de Góngora, editado en París en 1964:
«Tomé tinta china y al hacerlo dije: firma esta cosa de Lorca con su sangre y la mía. En el fondo esta es un salpicadura de sangre. He firmado así el disco de Ibáñez, con sangre, a la manera española [...] A la manera más trágica de España, la de la poesía de Federico García Lorca, cantada con la música más adecuada, que habría encantado a García Lorca, con la más española de todas las voces, la de mi amigo Ibáñez».
Se han dicho muchas cosas al hablar o al escribir sobre Paco Ibáñez –yo mismo lo he hecho, con entusiasmo, en mi "crónica cantada"– , pero en este momento, al escribir este "retrato íntimo", voy a detenerme tan sólo en dos realidades, las dos realidades reflejadas en las voces de Celaya y de Salvador Dalí, y que yo comparto apasionadamente:
¡Es verdad! Paco Ibáñez ha sido, y sigue siendo, el origen, el punto de referencia y la fuerza impulsora de muchos de nuestros sueños de entonces, que siguen siendo nuestros sueños de ahora: sueños de poetas y aceituneros altivos; sueños preñados del romanticismo de Becquer, de Machado o de Neruda: y sueños rebeldes por la libertad, amplificando en su voz y en su corazón el decir de Gil de Biedma: «Pido que España expuse a sus demonios. Que sea el hombre el dueño de su historia»; sueños –a flor de tiempo– mantenidos en la imprescindible y siempre presente galopar de sus canciones.
Paco es un trovador inigualable que siempre ha sabido darles a nuestros sueños –en su palabra, en el ronco desgarro de su voz, y en su música delicadamente ajustada («la música más adecuada»)– el tono y el timbre necesarios para revolucionar hasta la entraña de nuestros sentimientos, revolución imprescindible para la otra, para la que supone el estallido posible de la justicia, de la equidad y de la libertad; tal revolución sentimental provocan sus canciones que resulta totalmente indiscutible y justo afirmar, con rotundidad, que Paco Ibáñez es, al menos en mi caso, uno de los más hermosamente culpables del –sé que eterno– mantenimiento de mi razón utópica.
NOTA: El resto "de retratos íntimos" que he venido publicanco aquí, en el blog puede encontrarse a través del siguiente enlace:
Te felicito por tu blog y me a gustado mucho
ResponderEliminarun abrazo