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jueves, 13 de agosto de 2015

"NUESTROS MÁS HERMOSOS SUEÑOS A LA LUZ DE LA PALABRA" (Tercera y última parte)


C - LA CANCIÓN: UN COMPROMISO DE SOLIDARIDAD CON EL PUEBLO.

Una de las características esenciales de la "canción social" –como ya hemos expresado en los dos "cuelges" anteriores– es su encarnación y fidelidad con la realidad que el pueblo vive y siente en un momento determinado de su historia. De ahí que sus creadores puedan ser considerados como testigos y portavoces de una realidad que existe, de la que se sienten partícipes, y frente a la que se perciben y se expresan en una actitud solidaria y comprometida.

El contenido de la "canción social" por tanto va a definirse por su carácter profundamente humano. Asume con seriedad las grandes experiencias, interrogantes, inquietudes y búsquedas de las personas, y se hace expresión o proyección de sus propias aspiraciones, necesidades y carencias.

Temas frecuentes tratados en la canción social han sido, por ejemplo, la denuncia y el análisis de las situaciones de violencia, desarraigo, opresión e injusticia; la proclamación y reivindicación de los "derechos fundamentales" de las personas, la búsqueda de la propia identidad de clase o nacionalidad, y la necesidad del redescubrimiento vital de unos valores que como el amor, la libertad, la solidaridad o la esperanza, se expresan como sentimientos auténticos arraigados en lo más profundo y existencial del pueblo y de la persona.

De esta forma la canción se convierte en una especie de crónica sensitiva y simbólica de la realidad vivida por el pueblo en la historia. En concreto si analizamos global y comparativamente las miles de canciones creadas en España en los años sesenta y setenta observamos que en ellas nuestra historia queda plenamente reflejada. He ahí precisamente uno de los rasgos más específicos y también, sin duda, uno de sus más acentuados valores culturales.

(Fue en ese contexto en el que, quince años después de publicar este artículo, me surgió la necesidad de escribir un libro de carácter más histórico, al que llamé precisamente "Crónica cantada de los silencios rotos. Voces y canciones de autor 1963 -1997" (Alianza Editorial, 1998.)




Por otra parte la canción va a vehicular y a posibilitar una progresiva toma de conciencia de la realidad a niveles personales y colectivos. Va a permitir un rechazo crítico y transformador de las estructuras manipulativas y opresoras en las que el pueblo ha vivido o vive inmerso, y va a abrir perspectivas y horizontes de vida, de alegría y de liberación. De aquí también lo que podríamos llamar el  carácter didáctico o educativo de la canción social y antropológica.

Nos encontramos en consecuencia con un tipo de canción en el que sus textos poéticos, en conexión armónica con la música, adquieren una importancia radical y unas características peculiares. Características que podemos encontrar definidas, por ejemplo, en esta canción de Luis Eduardo Aute:


«La poesía es palabra que vela despierta.
La poesía es palabra que toma conciencia.
La poesía es palabra que mueve las piedras.
La poesía es palabra que debe alumbrar.»

El cantor que ha optado por esta especie de compromiso poético con la realidad del hombre y del pueblo se convierte desde la perspectiva que venimos analizando, en un trabajador más que, como diría Gabriel Celaya; «trabaja con otros a España». El oficio de cantor adquiere pues, en nuestro caso, una función social y cultural, y unas características que le son propias y que entran en radical oposición con la concepción del cantante "estrella" tan comunmente promocionado desde la llamada "canción consumo".

Evoquemos en esa línea aquella canción del grupo aragonés La Bullonera en la que se nos ofrece esa especie de perfil simbóllco del "oficio de cantor" en su dimensión más profunda y transformadora:



«No hemos venido aquí para deciros
que está dura la vida aquí debajo,
para eso está el jornal, la ley y el palo;
por eso la miseria, el herido, el condenado.
Tampoco repartiremos ninguna golosina
que oculte al paladar el gusto amargo,
para eso están las promesas y aguinaldos;
por eso la mentira, el sueldo bajo.

Venimos simplemente a trabajar,
como uno más a arrimar el hombro al tajo:
ésta nuestra herramienta, nuestras voces;
ésta nuestra canción, nuestro trabajo.»

D - LA  CANCIÓN: UN LUMINOSO LATIDO DE ESPERANZA.

La canción, en el contexto de todo lo anterior es también como un brote generoso de amor y sensibilidad que se dirige al corazón de la persona, a su más profunda interioridad.

La canción social reclama por tanto una actitud de acogida y de escucha cálida; es una canción que reclama y cobra su mejor sentido convertida en compañera luminosa y fiel en el camino y en la esperanza del hombre o de la mujer que luchan por su liberación.

Esta comunicación que la canción puede y necesita entablar con la persona que toma conciencia de su realidad personal y social, puede llegar a convertirse, y de hecho así fue durante los años sesenta y setenta, en la raíz y en el fermento que posibilite el inicio de todo un proceso de transformación positiva a niveles individuales y comunitarios.

La canción que en apariencia puede resultar una realidad sin mayores posibilidades e importancia, puede convertirse en una especie de "arma" que impulse a la lucha por el logro de todo aquello que late como necesidad, como anhelo o como aspiración en el  corazón del ser humano y del pueblo.

De ahí el sentido, la necesidad y la importancia del "oficio de cantor"; oficio que Miguel Ángel Morelli describió magistralmente en esta canción que os propongo escuchar ahora en la voz de Mercedes Sosa.


«Mi oficio de cantor es el oficio
De los que tienen guitarras en el alma
Yo tengo mi taller en las entrañas
Y mi única herramienta es la garganta.

Mi oficio de cantor es el mas lindo
Yo puedo hacer jardín de los desiertos
Y puedo revivir algo ya muerto
Con solo entonar una canción.

Yo canto siempre a mi pueblo
Porque del pueblo es mi voz
Si pertenezco yo al pueblo
Tan sólo del pueblo será mi canción.

Nadie debe creer que el cantor
Pertenece a un mundo extraño
Donde todo es escenario y fantasía
El cantor es un hombre más que anda
Transitando las calles y los días
Sufriendo el sufrimiento de su pueblo
Y latiendo también con su alegría.

Mi oficio de cantor es tan hermoso
Que puedo hacer amar a los que odian
Y puedo abrir las flores en otoño
Con solo entonar una canción.»

2 comentarios:

  1. Maravillosos los tres artículos. Esta trilógia de reflexiones que nos hacen reflexionar los que leemos.

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  2. Las canciones aparecieron, incluso, antes que el habla, por tanto es cierto que como la poesia, nacen de lo más profundo de la lucha humana, la lucha que llevamos hecha y la que nos queda por hacer.
    Muy buena entrada Fernando.

    ResponderEliminar

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