A mi, en concreto, una de las personas que últimamente más me han ayudado a reflexionar sobre eso a lo que llamamos "canción de autor"; y que ha logrado, en ese sentido, ampliar y diversificar –a fin de cuentas, enriquecer– mi concepto y mi visión de la "cantautoría" ha sido, sin duda, Germán Coppini.
Desde el día que me sorprendió cantando alguna de las canciones de su posterior álbum "América herida" –fue en un concierto "Por la libertad de los cinco"que tuve la suerte de presentar en la Sala Galileo– Germán y yo nos hicimos buenos amigos y conversamos con bastante frecuencia sobre la "canción de autor" a la que él –al igual que yo– amaba, reivindicaba y defendía con todas sus fuerzas. Motivo por el que más de una vez los "modernos" –periodistas y creadores– le hicieron duras críticas y en más de una ocasión le marginaron. (Yo fui testigo de ello).
Pues bien, en más de una ocasión, en el contexto de aquellas conversaciones, hablamos de ANTONIO VEGA. Gracias a Germán recuperé toda la discografía de Antonio, y –tras un tiempo en que la tenía bastante abandonada– volví a disfrutármela al completo.
Aquellas audiciones, unidas al concepto abierto y diversificado de "cantautor" que tenía Coppini –y que logró contagiarme– me sirvieron para destronar definitivamente una "vieja y anquilosada" visión de la "canción de autor", que todavía me rondaba de vez en cuando, y que evidentemente estaba desfasada.
Fue así como llegué a una conclusión que desde entonces se ha convertido en un permanente y deslumbrante descubrimiento: ANTONIO VEGA –aunque nunca se lo escuché decir o reconocer– es un gran e incuestionable "cantautor"; un "cantautor" de referencia que, de alguna forma –glosando a Fito Páez– pasó por nuestras vidas "dándonos sus corazón" a través, y en cada una, de sus canciones.
Fotografía tomada del álbum "Anatomía de una ola" de Antonio Vega (1998) |
Quiero, en consecuencia, rendirle a Antonio este personal y afectivo recuerdo, y voy a hacerlo, por una parte, evocando algunas de las cubiertas de sus discos –que muy pronto formarán parte importante de la Web «CANCIÓN CON TODOS»–, y recogiendo algunos de sus testimonios verbales que como antes decía son, desde mi punto de vista, referenciales:
«Yo creo que hacer canciones –decía Antonio– es una manera de exteriorizar muchas cosas que de otra forma no podrías sacar. Es la búsqueda de un lenguaje que te permita decir cosas que forman parte de un mundo más íntimo e interior, y que a veces tienes necesidad de expresar”.
«Mis canciones siempre han hablado de mi mundo, de mis cosas, de lo que siento y lo que veo, de lo que tengo dentro, imágenes que conservo en la cabeza. Todo sale de dentro. A la hora de componer, saco material de mis vivencias, y también de cosas que simplemente imagino, pero que, de alguna manera, tienen algo que ver contigo.»
«En mis canciones yo dejo puertas abiertas, no impongo nada, dejo en el aire unos pensamientos, unas impresiones, pero nada más. Además, la poca intimidad que se me va en las canciones es la que yo necesito perder. A veces, tengo sobrecarga de intimidad y utilizo la música para descargarla. El hecho de contar parte de tu vida en tus canciones es un poco como una terapia psiquiátrica.»
«Mis canciones no han dejado de ser terapéuticas, porque aún me libran de miedos, fantasmas y otros lastres. Sé que hay algo de egolatría en el hecho de mirar siempre dentro de mi mismo para componer... Pero las canciones suponen, a fin de cuentas, mi forma más rica de expresión y de relación con e1 mundo».
«Yo siempre me he identificado con Van Gogh. Es un personaje que me impresiona porque es la viva imagen de la imperfección humana, de la creatividad sobresaltada, desbordante, de esa locura ante las ideas maravillosas que surgen en cualquier momento y a cualquier hora, y que uno siente la necesidad imperiosa de recoger.»
Y PARA CONCLUIR:
«Yo siempre estuve en contra de la "canción de autor", porque pensaba que el arte no debía ser un arma para intentar arreglar las vidas ajenas... Con el tiempo, la distancia que, en los 80, separaba a poperos y cantautores ha ido desapareciendo.»... Pues sí, recordado Antonio, ese distanciamiento, felizmente, ha seguido desapareciendo, y somos ya muchos los que lo hemos superado
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