Hace unos días me llamó mi amigo MIGUEL SOLER desde el Sur para anunciarme que iba a grabar, por fin, su nuevo disco en Granada; un disco al que va a llamar "SENTIMIENTO". La grabación iba a ser precisamente hoy en directo y me pidió que le escribiera un texto que se titulara como el disco para poder leerlo esta noche antes de iniciar el concierto.
Hay textos, y textos... Éste que me pedía Miguel me apetecía mucho escribirlo, porque es mucho lo que le quiero y lo que le admiro, pero, a la vez, no me resultaba fácil quizá por la palabra –más que por la palabra, por el "latido": "sentimiento"– en torno al que queríamos hacerlo girar.
Me resultaba imposible escribir del "sentimiento" si no era desde ahí, desde la inseparable relación que existe entre el "sentimiento" y la "canción", o mejor, desde la "revolución sensorial" que siempre me provoca el cante de Miguel..., y, entrando en ese terreno de la escritura, no cabe –y sobra– la prisa y, por supuesto, el frío y despersonalizado predominio de la racionalidad.
Me resultaba imposible escribir del "sentimiento" si no era desde ahí, desde la inseparable relación que existe entre el "sentimiento" y la "canción", o mejor, desde la "revolución sensorial" que siempre me provoca el cante de Miguel..., y, entrando en ese terreno de la escritura, no cabe –y sobra– la prisa y, por supuesto, el frío y despersonalizado predominio de la racionalidad.
Así que después de varios días penado escribir lo que Miguel Soler me pedía, ayer decidí subir a MI ATALAYA, escuchar alguna de sus canciones, mirar al horizonte y dejar que mis palabras volaran. (Aquí, en "mi atalaya" no tengo ordenador; aquí me sigue funcionando, como desde siempre, un lápiz –con mina del 0,5– y una libreta.)
Y esto fue lo que escribí:
«Después de casi cincuenta años de amor apasionado a la música y a la "canción de autor" –amor durante mucho tiempo prácticamente irreflexivo– es, en realidad, ahora –en el último "movimiento" del concierto de mi vida– cuando empiezo a comprender cuáles son las coordenadas que delimitan en mi ese inquebrantable apasionamiento… Son simplemente dos, y de las que menos se cotizan en el actual mercado de la rentabilidad y la eficacia: la SENSIBILIDAD y los SENTIMIENTOS.
De mi amor hacia la música tiene la feliz culpa, en primer lugar, mi SENSIBILIDAD… Esta SENSIBILIDAD que se me despierta cuando llega a mis oídos la "belleza" del canto, y le abre camino por mi cuerpo hasta hacérmela llegar al "corazón" –un "corazón" cada vez más libre y menos racionalmente amordazado–.
Esta bendita SENSIBILIDAD que es, en realidad, la llave que abre, de par en par, la posibilidad de la movilización sensorial y afectiva de toda mi realidad corporal –sístoles y diástoles revolucionados–, y el alumbramiento de la "pasión" y de todo lo que ella es capaz de regalarme: emociones, añoranzas, deseos, ilusiones, sueños, vuelos, lamentos, esperanzas, ternuras… A fin de cuentas SENTIMIENTOS.
MIGUEL SOLER. |
Los SENTIMIENTOS. Ellos son los que configuran la segunda coordenada de mi ciega pasión por el canto y hacia el canto… Yo soy –y he llegado ser quien soy– gracias a las bocanadas –a veces huracanes– de SENTIMIENTOS que me han venido suscitando las canciones que, hoy por hoy, constituyen mi universo sonoro. Podría confesar que yo SOY, gracias a la música, LO QUE SIENTO; o sea, mis SENTIMIENTOS…; lo demás cada vez me importa menos.
Recuerdo que, en mayo del 68, la pintada que más me impresionó en las calles de París fue aquella que decía "Olvida lo que sabes y aprende a SENTIR"… Poco tiempo después me confirmaba Don Miguel Unamuno aquella verdad descubierta y clamada en la pared diciéndome: "El pueblo necesita que le canten mucho más que el que enseñen"… Hoy lo creo radicalmente, sin la menor duda:
La "belleza" del canto ha desarrollado mi SENSIBILIDAD y mi SENSIBILIDAD sobrevolando sobre el racionalismo ha llenado mI personalidad –mi ser en el mundo y con el mundo– de SENTIMIENTOS. Tanto que puedo afirmar que SIENTO LUEGO EXISTO.
Pues bien, YO, mi SENSIBILIDAD y mis SENTIMIENTOS hoy estamos alborotados y contentos porque Miguel Soler va a volver a aireárnos con sus cantes, y va a hacerlo –¡que alegría– precisamente en un momento en el que la SENSIBILIDAD y los SENTIMIENTOS me son –nos están siendo a todos– cada vez más imprescindibles. ¡Bienvenidos y bienamados sean!»
¡FELIZ CONCIERTO AMIGO MIGUEL!
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