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Cartel de la Sala Toldería. (Diseñado y dibujado por Ortuño) |
Efectivamente,
TOLDERÍA, como dijo el escritor paraguayo Roa Bastos, fue esa
“taberma de almas” –o
“tabernáculo del espíritu iberoamericano”– por la que desfilaron la voz y el genio creativo de artistas y creadores como
Ástor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Alfredo Zitarrosa, Chabuca Granda, Armando Tejada Gómez, Isabel y Tita Parra, Mercedes Sosa, Misia, Carlos Cano, Chicho Sánchez Ferlosio, Rosa Jiménez o
María Dolores Pradera.
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Escenario de la Sala Toldería. |
De forma más asidua, en Toldería actuaban también, Rafael Amor, Jorge Cardoso, Indio Juan, Olga Manzano y Manuel Picón, Claudina y Alberto Gambino, Nicolás Caballero, Gonzalo Reig, Omar Berruti, Alfonso Ortuño, Adrián Miranda, Norma Peralta, Queimada y Mate, Guillermo Basterrechea, Luis Barros, Silvia Pacheco, Mónica Pelay, Los Juglares, Roberto Darvin, Víctor Luque, Graciela Giordano o los grupos Hueque Mapu y Toldería.
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Rosa Jimenez y Chicho Sánchez Ferlosio, en Toldería. |
Finalmente, para concluir esta evocación de la sala
Toldería –que cerró sus puertas a finales de los años noventa–, voy a reproducir, a continuación, dos comentarios aparecidos en la prensa con motivo de la celebración de su
vigésimo aniversario, en 1994.
El primero fue publicado por Ricardo Cantalapiedra en el diario El País, el 26 de marzo de 1994.
“24 de marzo de 1974. En una cueva del Madrid de los Austrias, bajo el Viaducto, se inauguraba La Toldería, un local dedicado a la música sudamericana [...]. Eran tiempos oscuros –escribía Ricardo–. La dictadura agonizaba. La Toldería se convirtió en guiño clandestino y cobijo de resistentes. Mientras la policía de todo el Estado buscaba a Santiago Carrillo, de quien se decía que había entrado en España, un extraño señor con ostentosa peluca acudía al local frecuentemente y conspiraba a sus anchas. También visitaba la sala un joven abogado sevillano que se hacía llamar Isidoro, pero cuyo verdadero nombre se descubrió años más tarde: Felipe González" –fue allí donde tuve el placer de conocer y conversar por primera vez con Santiago y Felipe–.
“Allí se hablaba mucho, pero todo el mundo callaba cuando alguien salía a cantar. Junto a la barra, un cartel advertía: Para evitar malos entendidos, en La Toldería, durante las actuaciones, el silencio es tan importante como el aplauso. Veinte años después, la norma se mantiene inalterable”.
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Olga Manzano y Manuel Picón en la Sala Toldería |
El segundo comentario sobre la sala Toldería pertenece a Cándido, y fue publicado en el diario El Mundo, el 5 de abril de 1994.
“Se han cumplido veinte años de Toldería y he vuelto [...]. El folklore sudamericano que se sigue oyendo en Toldería es real y sin argucias. [...] Escribí en el 88 y vuelvo a escribir: «La música era, y lo es ahora, una llaga en los cuerpos vivos, y hasta el ruido de las sillas –que siguen siendo tan incómodas como entonces– nos dice que ninguna de ellas ha olvidado su árbol”.
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Misia en la Sala Toldería. |
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Rafael Amor en la Sala Tordería. |
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Claudina y Alberto en la Sala Todería. |
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Atahualpa Yupanqui, María Dolores Pradera y Olga Manzano,
espectadores en la Sala Toldería. |
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Joaquín Ruiz Jiménez, su esposa y Gonzalo Reig en la Sala Todería.
(Gonzalo Reig es el fundador de Toldería
y del grupo conocido con ese mismo nombre). |
Olga Manzano y Manolo Picón tenían una canción llamada El Caballo Camilo y nunca la cantaban cuando estaba mi padre, Camilo (aunque a él le gusta mucho).
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