PABLO GUERRERO |
En un lugar de este planeta nuestro, en el que aún existen los poetas –para más señas en Extremadura– y en un tiempo de sed y de silencio, entre "amapolas y espigas", estalló una bocanada de lluvia fértil, una voz serena y desbordante, una mirada honda: la mirada y la voz de un "perseguidor de sueños habitado por un rincón de sol en la cabeza"...; y fuimos muchos los que en su voz alimentamos nuestras ganas de vivir...; y en su voz-lluvia –incrustada "a cántaros" en lo más profundo del alma– todavía hoy permanecemos en la esperanza...; tal vez, para siempre, irremediablemente, hasta que un día consigamos "ver nacer a los niños con alas".
Él nos enseñó, en el tiempo de las tinieblas, a "no paralizar el paso" y a creer que "nuestras manos crecen como antorchas que en la noche amanecen"...; con el supimos que "la libertad es mucho más que una palabra escrita en la pared"...; al rescoldo de los sonidos de su guitarra presentimos el "mundo bailando en coro una danza solidaria"...; por su dulce culpa remudamos el alma e intentamos emprender "una vida tan bella como cien televisores apagados"...; en las noches de soledad y de silencio él nos hizo amar a "aquella muchacha triste que tenía en sus zapatos polvo de todos los caminos y cuya mirada era el lugar del mundo donde no había un Vietnam"...; gracias a él pudimos encontrarnos con "Teo, caminando entre dunas"–para siempre niño, para siempre poeta–...; él nos regaló "el ritmo de los besos, las lágrimas que salvan y la fuerza de las olas"...; en su canción vivimos la entrañable compañía del "amigo que un buen día se nos fue buscando el contacto del barro de la tierra"; o de aquel hermano de utopías compartidas al que "le costaba tanto moverse entre las normas de la tribu, y que, en las noches de resaca mala, sacaba de su pipa una paloma"...
Él supo "encender nuestra alegría y nuestra hoguera" cuando presentimos que se acercaba el "tiempo de la vida"... Y supimos reclamar, en su voz, "un país de fronteras siempre abiertas: paraíso callejero de nuevos horizontes y de auroras"...
Él, como el mar, nos sigue regalando "sal y yodo", y en su canto –"despojados de todos los disfraces"–, aprendemos a amarnos "mientras el tiempo discurre como agua entre las manos"...; el amor, "sentimiento de luna", "contribución a la dicha de un mundo atribulado".
Poeta-Pablo-hombre, "no miento si te digo que te que te quiero". Poeta extremeño del amor y de la utopía realizable; poeta hermano del agua y del fuego, poeta del barro y de la entraña, poeta limpio de la imaginación y del futuro; poeta troceador de sueños y de rebeliones, poeta necesario que, a veces, se nos pierde en injustos silencios temporales, pero siempre añorado y siempre buscado como quien busca el la latido de una vena o la buena gente del mañana.
Hace algo más de un año tuve la fortuna inmensa de crecer con sus canciones. Fue en el Gran teatro de Cáceres, en el mes en el que se encienden todos los cerezos del Jerte. Tras el concierto no faltó el abrazo...
ResponderEliminarJaime yo tambén he crecido y crezco con Pablo. ¡Grande, grande, grande!
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