Vistas de página en total

miércoles, 9 de julio de 2014

RETRATO ÍNTIMO DE «MARÍA DOLORES PRADERA»

MARÍA DOLORES PRADERA

Al iniciar este retrato he de confesar que me traiciona mi emoción y mi sensibilidad puestas en pie indomables y aplaudiendo; aplaudiendo, a todo rabiar y sin cansarme, no a una voz, ni siquiera a una voz que borda canciones –que las "esculpe", como decía Vázquez Montalbán–; aplaudiendo a un ser humano hermosa y profundamente bello, a una mujer extraordinariamente artista, a una amiga exquisitamente delicada; aplaudiendo a María Dolores Pradera; "aplausos y abrazos" y ¡olés!, "aplausos ¡gracias!" y ¡bravos!, "aplausos viento mensajero" para decirle sencillamente que su canto y, en su canto, todo su ser –"sereno y limpio"– son canto y ser de coloma blanca; paloma blanca como una sonrisa; paloma que canta canciones de lluvia fértil y a la que hasta los geranios y las clavellinas saludan al pasar.

Es ésta una posición personal, no subjetiva, sino objetivamente prendada de su arte y de su personalidad; objetividad que se afianza en mí al saberla compartida, no ya con un pueblo, el nuestro –en su sentido más amplio, más diverso y más plural–, sino con los pueblos hermanos de Latinoamérica, en los que ella es tan querida y tan admirada como las mismísimas Chabuca o Violeta.

María Dolores Pradera.

Por una serie de circunstancias profesionales vengo viajando, con frecuencia, por el continente hermano*, y es escalofriante escuchar allí los piropos que aquellos pueblos, y sus gentes más sencillas, le dedican a María Dolores; y es que María Dolores tiene vocación de "puente": puente que une, que comunica, que rompe barreras, que hermana, que sabe ser camino de ida y vuelta; puente peatonal, de adoquines antiguos e inmortales, por el que puedes circular de orilla a orilla, sin semáforos, sin atascos, sin contaminaciones y sin más ruidos que los de las pisadas, las risas, las palabras amables o los suspiros.

Ella es puente de sensibilidades entre la canción latinoamericana y la que nace en nuestro país; ella es también puente de coherencias –siempre respetables y respetadas– entre lo que se dio en llamar la canción y "el otro cantar" –entre lo que a partir de los años sesenta, se encasilló genéricamente como la "canción ligera" y la que hacían los "cantautores"–; tan puente ha sido, en esa perspectiva, que ella precisamente, María Dolores, con su voz, con su arte y con su sensibilidad, ha sabido deshacer cualquier tipo de encasillamiento...; hay buenas y malas canciones; canciones de calidad y "chabacanerías musicales de oropel" –bondad y calidad que, como en toda obra artística, siempre vienen dadas por los ámbitos de belleza, de sensibilidad, de honestidad y de honradez que puedan transmitirse a través del gesto creador y comunicativo–.

Del corazón y de la voz de María Dolores Pradera no pueden salir más que canciones de calidad: tradicionales, de Carlos Cano, de Parera Fons, de Maria del Mar Bonet, de León y Quiroga, de Chabuca, de Atahualpa, de Matamoros, de "Ferrusquilla", de Sabina, de Amancio Prada, de Simón Díaz, con Caetano Veloso o de quien sea..., ¡qué más da!...; ella selecciona su repertorio con unos criterios tan seria y responsablemente artísticos, y con una sensibilidad tan extremadamente exquisita, que es muy difícil que pueda equivocarse...; es más, resulta tan intensa y tan nítida su calidad que, en muchos casos, dada a autenticidad y la delicadeza de su cantar, supera, con creces, a los de los autores que interpretan sus propias canciones.

María Dolores Pradera. ¡Imposible dejar de amarte!

Y tras todo esto, aún uno puede preguntarse: ¿Qué tiene esta mujer a la que tanto, y durante tanto tiempo, se admira y se respeta? La respuesta para mí es evidente; intentaré dibujarla  con las palabras que reflejan tres colores:

El ROJO de la fuerza de su voz, de la pasión de sus sentimientos, de su amor por la libertad y de su permanente actitud de lucha por mantenerse viva en su coherencia y en su cantar. El VERDE de su esperanza, de su vivacidad contagiosa, de su refinada elegancia, de la frescura de su voz y de su mirada. y el BLANCO limpio, de su alegría; alegría siempre mantenida, pese a los palos que le haya podido dar la vida; blanca sonrisa; blanca y fina ironía..., amistad blanca que aplauden ahora mis manos entusiasmadas, uniéndose al compás de mi emoción y mi sensibilidad... Roja, verde y blanca, así es, María Dolores, como te tengo y como te quiero.

* Este retrato, está escrito en 1998, año en el que viajé continuamente por toda Latinoamérica lanzando un proyecto de Educación en los Valores Democráticos y en los Derechos Humanos, al que llamé "APRENDER A VIVIR".

No hay comentarios:

Publicar un comentario

YA PUEDE VISITARTE EN "INSTAGRAM·" LA CUENTA "CANTARCOMORESPIRAS" Y EN ELLA LAS DOS PRIMERAS PUBLICACIONES SOBRE LUIS EDUARGO AUTE

EL jueves, 18 de noviembre de 2010, puse en marcha este Blog al que, pensando en el gran poeta, amigo del alma, GABRIEL CELAYA , titulé “CAN...