El pasado día 15 moría en Madrid, a los 85 años, el ceramista, escultor y artesano ARCADIO BLASCO –alicantino de Mutxamel–.
Personalmente le tenía un gran cariño, al igual que a Carmen Perujo –ceramista sevillana que fue su compañera durante muchos años–, y a sus hijos Isidro y Agar.
Arcadio Blasco. |
Aparte de su obra artística, una de las cosas que más he admirado de Arcadio –desde que le conocí a finales de los años sesenta–, ha sido su pasión por la libertad y su posicionamiento personal descaradamente democrático. Fue un gran militante del antifranquismo durante la dictadura y un luchador permanente y coherente en defensa de los derechos humanos.
De toda su larga y espléndida trayectoria artística hoy me viene a la memoria, en primer lugar, una exposición que realizó en Madrid, en 1972; exposición que pudo permanecer abierta muy pocas horas porque fue clausurada el mismo día de su inauguración, y de la que Arcadio salió directamente esposado por la policía.
En aquella muestra de su trabajo presentó una serie de obras entre las que figuraban una serie esculturas con las que denunciaba y condenaba la violencia y las "torturas" practicadas, en aquellos años, por las fuerzas de seguridad del régimen franquista.
Hago la evocación de esta etapa creativa de Arcadio Blasco porque entre aquellas obras figuraba una a la que tituló "Cercenador de dedos decisorios". Concretamente esta:
Pues bien, en 1976, el cantautor ADOLFO CELDRÁN, amigo de Arcadio, ilustró con esa obra la cubierta de su disco –homenaje a Miguel Hernández– titulado "Al borde del principio", y contó con su colaboración en el diseño e ilustración de los interiores; hecho que se produjo en aquellos años en los que surgió ese hermanamiento entre la palabra, la música y el arte, al que suelo hacer referencia con bastante frecuencia.
La segunda evocación que deseo hacer de Arcadio Blasco es una especie de divertimento artístico, creo que poco conocido, pero muy significativo de aquellos planteamientos y actitudes antifranquistas que compartíamos, en los años sesenta y setenta, amigos comunes. A Arcadió un buen día se le ocurrió crear dos cerámicas, de carácter muy popular, dedicadas a Franco; en una de ellas montado a caballo y en la otra incrustado a una especie de hornacina. Conservo la segunda. Es esta:
Con esta cerámica, en mi casa, mantuvimos durante un tiempo una especie de juego que consistía en colocar la cerámica de pie, o tumbada, según quien viniera a visitarnos. De pie, como aparece arriba, Franco parecía estar en los altares; y tumbado estaba evidentemente "difuntito".
Valgan estas dos evocaciones entrañables –Arcadio se reía siempre que le comentábamos los movimientos que experimentaba su cerámica en mi casa–, para mandarle un abrazo allí donde quiera que esté, y para subrayar su amor a la libertad, sus actitudes profundamente democráticas y, sobre todo, su honestidad y su intachable coherencia personal en defensa de los derechos humanos.
Muy chula la figurita de Franco. Eso sí, yo decididamente la prefiero tumbada, jeje.
ResponderEliminarAlfred, y yo también...Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarPOSEO LA FIGURA DE FRANCO A CABALLO DE LA QUE SE HACE MENCION EN ESTE ARTICULO, ASI COMO UN MISTERIO DE 6 FIGURAS DE NACIMIENTO Y UN BUHO.
ResponderEliminarTODAS ELLAS DE LA MISMA EPOCA.
Yo tengo la figura de franco a caballo. Entonces, es que hay mas de una?
EliminarPues la figura que yo tengo es la tercera: un franco que parece un botijo, lleno de medallas. PRECIOSA!!!
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