Víctor Jara. |
En 1950, VÍCTOR JARA, tras la muerte de su madre, ingresó en el Seminario Redentorista de San Bernardo, situado a 18 kilómetros al sur de Santiago. «Para mi –dijo el propio Víctor– fue una decisión muy importante ingresar en el seminario. Al pensarlo ahora, desde una perspectiva más madura, creo que lo hice por razones íntimas y emocionales, por la soledad y la desesperación de un mundo que hasta entonces había sido sólido y perdurable, simbolizado por mi hogar y por el amor de mi madre. Yo ya estaba relacionado con la Iglesia, y en aquel momento busqué refugio en ella. Entonces pensaba que ese refugio me guiaría hacia otros valores y me ayudaría a encontrar un amor diferente y más profundo que quizá compensaría la ausencia del amor humano. Creía que hallaría ese amor en la religión dedicándome al sacerdocio». (Testimonio recogido por José Manuel García en su libro "Como una historia. Guía para escuchar a Víctor Jara", 2000).
Pero no, aquél no era el camino que buscaba Víctor Jara para poder canalizar sus inquietudes sociales y para desarrollar su sensibilidad artística, motivo por el que, dos años más tarde, decidió abandonar el seminario, cumplir con el servicio militar obligatorio e ingresar en el coro de la Universidad de Chile como tenor, actividad que compaginó con algunos viajes al norte del país para investigar y recoger diversas manifestaciones de la música y el canto popular.
En 1955, Víctor sintió necesidad de completar sus inquietudes y su formación artística compaginando la música y el canto con la expresión dramática y la danza; con ese fin, ingresó en la compañía de mimos de Enrique Noisvander, y, posteriormente, en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, donde –entre 1956 y 1961–, estudió actuación y dirección teatral.
Durante aquellos años, conoció a Violeta Parra, a Margot Loyola –una de las más importantes folcloristas e investigadoras de la música popular chilena–, a Gabriela Pizarro –que junto con Violeta y Margot integraron una extraordinaria trilogía de cantoras, investigadoras y apasionadas difusoras de la tradición folclórica chilena–, a Héctor Pavez y a los miembros del Conjunto Cuncumén, surgido en febrero de 1955, a partir de los cursos de folclore que dirigía Margot Loyola en la Escuela de Verano de la Universidad de Chile.
Víctor, poco tiempo después del nacimiento de Cuncumén –integrado inicialmente por Nelly Bustamante, Helia Fuentes, Silvia Urbina, Alejandro Reyes, Juan Collao, Jaime Rojas y Rolando Alarcón–, empezó a colaborar con el grupo tocando la guitarra y como voz solista; colaboración que se tradujo, por ejemplo en la grabación del disco de Cuncumén "El folklore de Chile. Vol. V" (EMI, 1957), en el que Víctor interpretó la canción "Se me ha escapado un suspiro", recogida en la región de Nuble.
Más tarde, aconsejado por Violeta Parra decidió centrarse en la música y se integró plenamente en el grupo Cuncumén, con el que grabó, en 1958, el álbum "Villancicos chilenos", y, en 1960, el titulado "150 años de historia y de música chilena", LP en el que se incluyó el tema "La paloma", primera tonada compuesta por Víctor Jara.
A aquellos discos los siguieron "Folklore por el Conjunto Cuncumén" (1961) o "El folklore de Chile IX" (1962), último trabajo registrado con el grupo, que incluía tres hermosas canciones de Víctor: "Canción del minero", "Acurrucadita te estoy mirando" y "Paloma quiero contarte".
Pero no, aquél no era el camino que buscaba Víctor Jara para poder canalizar sus inquietudes sociales y para desarrollar su sensibilidad artística, motivo por el que, dos años más tarde, decidió abandonar el seminario, cumplir con el servicio militar obligatorio e ingresar en el coro de la Universidad de Chile como tenor, actividad que compaginó con algunos viajes al norte del país para investigar y recoger diversas manifestaciones de la música y el canto popular.
En 1955, Víctor sintió necesidad de completar sus inquietudes y su formación artística compaginando la música y el canto con la expresión dramática y la danza; con ese fin, ingresó en la compañía de mimos de Enrique Noisvander, y, posteriormente, en la Escuela de Teatro de la Universidad de Chile, donde –entre 1956 y 1961–, estudió actuación y dirección teatral.
Durante aquellos años, conoció a Violeta Parra, a Margot Loyola –una de las más importantes folcloristas e investigadoras de la música popular chilena–, a Gabriela Pizarro –que junto con Violeta y Margot integraron una extraordinaria trilogía de cantoras, investigadoras y apasionadas difusoras de la tradición folclórica chilena–, a Héctor Pavez y a los miembros del Conjunto Cuncumén, surgido en febrero de 1955, a partir de los cursos de folclore que dirigía Margot Loyola en la Escuela de Verano de la Universidad de Chile.
Víctor, poco tiempo después del nacimiento de Cuncumén –integrado inicialmente por Nelly Bustamante, Helia Fuentes, Silvia Urbina, Alejandro Reyes, Juan Collao, Jaime Rojas y Rolando Alarcón–, empezó a colaborar con el grupo tocando la guitarra y como voz solista; colaboración que se tradujo, por ejemplo en la grabación del disco de Cuncumén "El folklore de Chile. Vol. V" (EMI, 1957), en el que Víctor interpretó la canción "Se me ha escapado un suspiro", recogida en la región de Nuble.
Más tarde, aconsejado por Violeta Parra decidió centrarse en la música y se integró plenamente en el grupo Cuncumén, con el que grabó, en 1958, el álbum "Villancicos chilenos", y, en 1960, el titulado "150 años de historia y de música chilena", LP en el que se incluyó el tema "La paloma", primera tonada compuesta por Víctor Jara.
Conjunto Cuncumén. |
A aquellos discos los siguieron "Folklore por el Conjunto Cuncumén" (1961) o "El folklore de Chile IX" (1962), último trabajo registrado con el grupo, que incluía tres hermosas canciones de Víctor: "Canción del minero", "Acurrucadita te estoy mirando" y "Paloma quiero contarte".
«Paloma quiero contarte
que estoy solo,
que te quiero.
Que la vida se me acaba
porque te tengo tan lejos,
palomita verte quiero.
Lloro con cada recuerdo
a pesar que me contengo.
Lloro con rabia pa' fuera
pero muy hondo pa' dentro,
palomita verte quiero.
Como tronco de nogal
como la piedra del cerro
el hombre puede ser hombre
cuando camina derecho,
palomita verte quiero.
Cómo quitarme del alma
lo que me dejaron negro,
siempre estar vuelto hacia afuera
para cuidarse por dentro,
palomita verte quiero».
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