Pete Seeger. (Imagen de Chrostppher Felver). |
¡Sí!, es la fotografía de uno de los creadores más grandes –y que más admiro– de la canción y de la música contemporánea: PETE SEEGUER. Tiene 93 años.
Tras pasarme un buen rato en silencio contemplando la imagen –¡cuánta ternura, cuánta emoción, cuánta belleza, cuánta lucha por la justicia y la libertad|–, pasé página y disfruté muchísimo leyendo un hermoso artículo de Bárbara Celis dedicado a Pete; me voy a permitir reproducir tan sólo sus primeras palabras:
«El paso del tiempo es un dios insaciable que no hace distinciones entre seres humanos. Ni siquiera las leyendas pueden evitar su dictadura biológica. Por eso los 93 años de Pete Seeger se mueven lenta y cuidadosamente al bajar la empinada escalera que separa su comedor del altillo en el que está ubicado su despacho. Icono del activismo político y musical de Estados Unidos, su cuerpo es magro, enjuto, de brazos largos, manos con palmas anchas y dedos gruesos que en otros tiempos se movieron endiablados sobre un banjo y ahora se agarran tenaces al pasamanos. Sobre ese cuerpo se apoya un rostro de mejillas sonrosadas, de ojos pequeños que reflejan el cielo y una boca que muda en sonrisa con facilidad, dejando al descubierto su vieja dentadura. Sobre las arrugas insolentes que navegan a través de ese rostro amable y limpio se cinceló gran parte de la historia musical y política del siglo XX estadounidense, de la que Seeger puede que sea el representante más longevo.
Pete Seeger. |
Quizás haya sobrevivido a muchos otros artistas de su generación porque nunca coqueteó con el alcohol, el tabaco o las drogas, sustancias que se entrometen a menudo en las vidas de los músicos. Resulta divertido imaginárselo bebiendo agua entre rudos obreros tras un concierto con The Almanac Singers, el grupo que montó a principios de los cuarenta junto al gran maestro del folk Woody Guthrie (quien no sobrevivió a sus propios excesos alcohólicos) o cantando sereno junto a Lee Hayes, con quien compartió fama en la mítica banda de folk The Weavers».
No quiero hacer ningún comentario a esas palabras de Bárbara Celis, creo que no es necesario, solamente deseo subrayarlas y confirmarlas; conocí personalmente a Pete Seeger hace años y verdaderamente es así –y, además, es un ser humano entrañable–...; ya entonces fue –y hoy lo sigue siendo– un claro modelo de identidad para todos aquellos que pretenden dedicarse al "oficio de cantor" y que además se llaman, o dicen llamarse, "cantautores".
Después tras contemplar la fotografía y leer el artículo de Bárbara me vino a la memoria otra imagen que guardo con muchísimo cariño en mi archivo. Es esta:
Elisa Serna y Adolfo Celdrán con Pete Seeger. |
En las caras de Elisa y de Adolfo queda claramente reflejada la enorme admiración que todos los amantes de la música y de la canción sentíamos –y muchos seguimos sintiendo– hacia Pete Seeger... Él si que ha sabido demostrar con su vida y con su testimonio artístico que «la poesía y la canción son armas cargadas de futuro».
Tengo tanta devoción a Pete Seeger que firmé para que le concedieran el Nobel de la Paz, y cuando veo esta foto, o en la grabación del "50 anys al vent", cuando presenta a Pi de la Serra y le arrea un abrazo, me siento muy, pero que muy orgulloso.
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