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viernes, 10 de junio de 2011

PABLO GUERRERO I. Poeta-cantor imprescindible.

Hoy inicio una serie de "cuelgues" –los que sean necesarios– dedicados a PABLO GUERRERO, poeta-cantor al que admiro mucho, y al que considero como uno de los compositores e intérpretes más importantes de la historia de nuestra "canción popular", y, más concretamente, de la historia de nuestra "canción de autor" a partir de lo años sesenta.

Y para comenzar, en este primer "cuelgue" voy a ofrecer una visión global de sus propuestas éticas –lo que me gusta llamar "po-Éticas"–; quiero sintetizar todo lo que de él he aprendido, todos los sueños que me ha contagiado, toda la sensibilidad que ha sabido inyectarme...; aprendizajes, sueños y sensibilidades que sé que comparto con miles de personas.

Con ese fin, voy a reescribir un texto que publiqué en 1988 como prólogo del libro "Pablo Guerrero. Canciones y poemas", de la Editora Regional de Extremadura. (En este texto, todas las frases, o expresiones, que aparecen escritas en letra cursiva pertenecen a letras de canciones de Pablo; es sencillamente mi homenaje a la grandeza ética y literaria de su obra cantada).

Pablo Guerrero. (Fotografía: Juan Miguel Morales).

«En un lugar de este planeta nuestro, en el que aún existen los poetas –para más señas en Extremadura– y en un tiempo de sed y de silencio, entre "amapolas y espigas", estalló una bocanada de lluvia fértil, una voz serena y desbordante, una mirada honda: la mirada y la voz de un "perseguidor de sueños habitado por un rincón de sol en la cabeza"...; y fuimos muchos los que en su voz alimentamos nuestras ganas de vivir...; y en su voz-lluvia –incrustada "a cántaros" en lo más profundo del alma– todavía hoy permanecemos en la esperanza...; tal vez, para siempre, irremediablemente, hasta que un día consigamos "ver nacer a los niños con alas"... El culpable absuelto y querido de tan maravillosa locura se llama Pablo Guerrero.

Caricatura creada
por Alfredo.
Él nos enseñó, en el tiempo de las tinieblas, a "no paralizar el paso" y a creer que "nuestras manos crecen como antorchas que en la noche amanecen"...; con el supimos que "la libertad es mucho más que una palabra escrita en la pared"...; al rescoldo de los sonidos de su guitarra presentimos el "mundo bailando en coro una danza solidaria"...; por su dulce culpa remudamos el alma e intentamos emprender "una vida tan bella como cien televisores apagados"...; en las noches de soledad y de silencio él nos hizo amar a "aquella muchacha triste que tenía en sus zapatos polvo de todos los caminos y cuya mirada era el lugar del mundo donde no había un Vietnam"...; gracias a él pudimos encontrarnos con "Teo, caminando entre dunas"–para siempre niño, para siempre poeta–...; él nos regaló "el ritmo de los besos, las lágrimas que salvan y la fuerza de las olas"...; en su canción vivimos la entrañable compañía del "amigo que un buen día se nos fue buscando el contacto del barro de la tierra"; o de aquel hermano de utopías compartidas al que "le costaba tanto moverse entre las normas de la tribu, y que, en las noches de resaca mala, sacaba de su pipa una paloma"...

Él supo "encender nuestra alegría y nuestra hoguera" cuando presentimos que se acercaba el "tiempo de la vida"... Y supimos reclamar, en su voz, "un país de fronteras siempre abiertas: paraíso callejero de nuevos horizontes y de auroras"...; él, como el mar, nos sigue regalando "sal y yodo", y en su canto –"despojados de todos los disfraces"–, aprendemos a amarnos "mientras el tiempo discurre como agua entre las manos"...; el amor, "sentimiento de luna", "contribución a la dicha de un mundo atribulado".

Todo esto aprendimos y aprendemos del poeta Pablo, poeta extremeño del amor y de los sueños posibles, poeta del agua y del fuego, poeta del barro y de la entraña, poeta de la imaginación y del futuro, poeta troceando utopías y rebeliones que se nos perdían en silencios temporales, pero siempre añorado, buscado y reencontrado como quien "busca a la gente del mañana".

Poeta-Pablo-Hombre: tierno, sencillo, fiel, solidario, coherente, generoso, bueno, entrañable..., ¡amigo!».

4 comentarios:

  1. Espero con fruición esta serie de "cuelgues" de este gran hombre....Bebí de las fuentes de Pablo Guerrero,Paco Ibañez ,Joan Manuel...de otros muchos pero estos fueron mis primeros padres en la musica...les debo la voz y la energía...gracias por ayudar a mantener vivo este hermoso espíritu...un abrazo

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  2. Es el más grande y a la vez el más humilde, Pablo es algo especial para mucha gente.

    Gracias por hablarnos de él.

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  3. La Estación tuvo el gusto de conocer a este gran hombre. Su voz no se olvida, profunda y esa mirada, limpia y de frente. La Estación también bebió de esas fuentes y, gracias a Lucini, sigue bebiendo. Nunca me imaginé que podría sentarme en la misma mesa que Pablo, pero sucedió. Impresionante. Gracias Lucini :)

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