Fue la noche del 29 de febrero pasado en el Café Libertad 8; noche verdaderamente mágica en la que Diego Ojeda presentaba su nuevo disco "SEMÁFOROS EN VERDE", acompañado al piano por Alexis Canciano, y al saxo por Neftali Robaina.
Personalmente, después de muchos años de asistir a conciertos, tengo la experiencia de que hay algunos en los que, inesperadamente, surge algo que te impacta de una manera especial; algo que se te queda grabado en la retina y en el corazón, y que resulta difícil de olvidar.
Diego Ojeda, Alexis Canciano y Neftali Robaina, en Libertad 8 (Foto de Ana Gema Gómez) |
En el concierto de Diego Ojeda, en Libertad 8, he de decir que experimenté varios de esos impactos –fue un concierto muy entrañable–, pero hubo uno que me resultó especialmente hermoso y gratificante, me refiero a la presencia y a la música que nos regaló Neftali Robaina con su saxo.
Neftali con una aparente mezcla entre timidez y humildad, pero, a la vez, con un dominio absoluto del saxo, tuvo momentos musicales verdaderamente extraordinarios; momentos breves, pero de intensa belleza y armonía, en que consiguió que mi centro de atención se polarizara sobre su ejecución, y en los que su música consiguió zarandear, de arriba a abajo, toda mi sensibilidad.
Neftali Robaina |
Quinta Avenida |
Quinta Avenida |
A mi, por lo general, en los conciertos me molesta cuando se realiza una polarización, casi exclusiva, sobre el artista que aparece en el cartel –llamémosle "la estrrella"– olvidando, o dejando en un segundo plano, a los músicos que le acompañan; músicos que muchas veces no se valoran lo suficiente por el público, pero cuya intervención suele llegar a ser clave en el desarrollo y en él éxito global de un concierto.
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