«Llamaron de madrugada.
Toda la casa está en calma.
La madre les sale a abrir
arrebujada en la bata.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
Preguntaron por el hijo.
El hijo duerme en la cama
y al oir las fuertes voces
de golpe se despertaba.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
Lleva días sin hablar,
por las noches se inquietaba
esperando con temor
que una mañana llamaran.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
La madre nunca ha sabido
por lo que el hijo luchaba
y que en la Universidad
su compromiso afirmaba.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
No sabe cómo escapar,
el miedo le torturaba,
después de abrirse la puerta
él caerá por la ventana.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
Hay momentos de tensión
nadie dice una palabra,
la madre que entra después
grita y llora desgarrada.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?
Llamaron de madrugada.
La ley una hora señala.
Muerto el estudiante está.
Fue un golpe al filo del alba.
¿Esta gente qué querrá
que llaman de madrugada?».
********
«De matinada han trucat,
són al replà de l'escala;
la mare quan surt a obrir
porta la bata posada.
Què volen aquesta gent
que truquen de matinada?
"El seu fill, que no és aquí?"
"N'és adormit a la cambra.
Què li volen al meu fill?"
El fill mig es desvetllava.
La mare ben poc en sap,
de totes les esperances
del seu fill estudiant,
que ben compromès n'estava.
Dies fa que parla poc
i cada nit s'agitava.
Li venia un tremolor
tement un truc a trenc d'alba.
Encara no ben despert
ja sent viva la trucada,
i es llença pel finestral,
a l'asfalt d'una volada.
Els que truquen resten muts,
menys un d'ells, potser el que mana,
que s'inclina pel finestral.
Darrere xiscla la mare.
De matinada han trucat,
la llei una hora assenyala.
Ara l'estudiant és mort,
n'és mort d'un truc a trenc d'alba».
Por último quiero agradecer con todas mis fuerzas a los demás compositores que nos regalaron el gran concierto de ayer: Alberto Alcalá –que cada día canta mejor–, Fran Fernandez –anoche sorprendente–, Road Ramos –¡irrepetible! ¡cuanto la admiro!–, Emiliano del Río –uno de mis grandes descubrimientos de lo que va de año–, Malacabeza –¡grandes músicos, grandes amigos y grandes sensibilidades!, y Muerdo (Pascual Cantero), que iba a cantar en el apartado aparecido en el cartel como «...Y ¿QUIÉN SABE?», pero que recién llegado de La Habana –llegó ayer mismo– y después de estar esperando desde el inicio del concierto, al final, por falta de tiempo real, no pudo hacerlo. A las doce de la noche los reponsables de la Sala nos obligaron radicalmente a cortar.
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