«Vuelvo al sur
como se vuelve siempre al amor.
Vuelvo al sur
como un destino del corazón […]
Quiero al sur,
su buena gente, su dignidad.
Siento el sur
como tu cuerpo en la intimidad.
¡Te quiero sur!»
Como dice el tango, con esa misma actitud, «volví al sur» en abril de 1998, para presentar en Granada el libro Crónica cantada de los silencios rotos.
Aquella vuelta al sur fue para mí especialmente emocionante porque suponía presentar el libro justo donde se había desarrollado uno de los episodios más importantes y trascendentales de la música y la historia de Andalucía a finales de los años setenta: el nacimiento del colectivo Manifiesto Canción del Sur, impulsado por el poeta granadino Juan de Loxa.
Un colectivo sureño de jóvenes ilusionados y rebeldes que, cada vez más incómodamente inmersos en el provincialismo represivo y conformista de los años sesenta, decidieron darle aire y vuelo a la pasión por la vida y la libertad que corría por sus venas, o sea, que, como canta Aute, se negaron a seguir siendo «un verbo sin sangre», y lo hicieron cantando (y de nuevo la imprescindible referencia a Celaya) ¡como quien respira!
Ellos fueron, en primer lugar, Juan de Loxa, y con él, Carlos Cano, Antonio Mata, Esteban Valdivieso, Antonio Fernández Ferrer (Nande Ferrer), Miguel Ángel González, Ángel Luis Luque, Enrique Moratalla, Juan Titos, José María Agüí, Raúl Alcover y Aurora Moreno, entre otros. Sin olvidar, por supuesto, a Elodia Campra, que siempre estuvo ahí, junto a todos ellos, aportando su voz, sus sentimientos, sus conocimientos y su sensibilidad.
«Volví al sur» y «volví a Granada» (¡salud, amigo Miguel!) y, en aquella ocasión, antes de llegar, no podía ni imaginarme que precisamente allí, en aquellos días, se iba a abrir el pórtico de uno de los episodios más hermosos de «mi vida entre canciones».
La presentación del libro Crónica cantada de los silencios rotos se celebró el 22 de abril de 1998 en la Cuadra Dorada de la Casa de los Tiros, con la intervención de José Antonio Pérez Tapias (profesor de filosofía de la Universidad de Granada), Juan de Loxa y Enrique Moratalla, que fue uno de los componentes de Manifiesto y que en aquel momento desempeñaba el cargo de Delegado Provincial de Cultura.
En primer lugar tomó la palabra Enrique Moratalla, al que hasta ese momento no conocía en persona. En su doble condición de anfitrión y protagonista del libro, tuvo una breve intervención que fue, al menos para mí, sorprendente e inesperada:
José Antonio Pérez Tapia, Fernando G. Lucini, Enrique Moratalla y Juan de Loxa. |
«Valoro la intención de este libro porque pienso que es importante, como en él se intenta, reconstruir la historia de Manifiesto Canción del Sur tal y como realmente fue, es decir, poniendo las cosas en su sitio, para que así cada uno de los que fueron sus protagonistas ocupe su lugar, el que en justicia le corresponda. La historia no puede ni debe falsearse.
»Y digo esto porque yo creo, y lo afirmo, que, hasta ahora, sobre Manifiesto Canción del Sur y sobre lo que ocurrió en Andalucía con los cantautores durante la transición, se ha escrito una historia que es parcial, falsa e injusta; y lo digo también porque, con motivo de la edición de este libro, considero que ha llegado el momento en que se escriba la historia verdadera, la justa; una historia donde realmente cada uno asuma su responsabilidad y ocupe el puesto que le corresponde.
»Ése es el motivo por el que doy la bienvenida a esta Crónica de los silencios rotos, porque en ella su autor viene a poner, en parte, las cosas en su sitio».
Aquellas palabras, dirigidas en general a todas las personas que asistieron a la presentación del libro, a mí me llegaron, como autor, muy especialmente. Con ellas, pensé, Enrique le daba la bienvenida al libro, pero a la vez dejaba entrever o «entresentir» que, en lo que se refiere a Manifiesto Canción del Sur, aunque me había aproximado a su verdadera historia, lo había hecho de forma incompleta. Era evidente que, desde su punto de vista, había algo importante que faltaba en aquella «crónica cantada», algo que yo desconocía en aquel momento y cuya presencia reclamaba para que la historia de Manifiesto Canción del Sur fuera realmente justa y verdadera.
He de decir que el comentario formulado aquel día por Enrique Moratalla lo sentí como una provocación positiva y estimulante.
Era evidente que, por las circunstancias que fueran, la información que yo tenía sobre la historia de Manifiesto y que había plasmado en mi «crónica cantada», aunque era real, a Moratalla le había resultado incompleta. Y, en consecuencia, también era evidente que yo tenía el deber de seguir investigando para rescatar aquella historia del olvido.
A la salida de la presentación improvisamos una cena en la que, por supuesto, vino Juan de Loxa, fundador y máximo conocedor del colectivo Manifiesto Canción del Sur. Me senté a su lado y, al comentar lo que acabábamos de vivir en la Casa de los Tiros, le pedí con machacona insistencia que me ayudara a reconstruir y a escribir la historia de Manifiesto de la forma más completa posible.
Juan de Loxa y Fernando G. Lucini. |
A Juan la idea le atrajo, le pareció necesaria, y al final de la cena, antes de despedirnos, acordamos emprender juntos aquel proyecto.
Fue un reto que tuve presente durante cuatro años, pero no pude emprenderlo hasta el año 2002, tras abandonar el Grupo Anaya.
Recuerdo que un buen día me llamó por teléfono Juan de Loxa para comunicarme que había decidido donar su archivo sonoro sobre Manifiesto Canción del Sur al Centro de Documentación Musical de Andalucía (en aquel momento dirigido por Esteban Valdivieso) y que me iban a hacer llegar una copia del mismo para que pudiera empezar a escribir el libro del que habíamos hablado cuatro años atrás.
Conforme me fue llegando y pude ir escuchando la documentación sonora del archivo de Juan de Loxa (básicamente integrado por los cientos de programas de radio dirigidos por el propio Juan en Radio Popular de Granada entre 1968 y 1976), me fui dando cuenta de que allí se reflejaba una parte importante, para mí desconocida y sorprendente, de la auténtica y objetiva historia de Manifiesto Canción del Sur.
Fueron muchas horas de audición convertidas en una aventura apasionante, completada con nuevos viajes al sur para entrevistarme con Juan en su casa-mágica-museo de Plaza Nueva, y con todos los componentes del colectivo que pude, en particular con Esteban Valdivieso.
Trabajar con Esteban fue una auténtica maravilla. Fue trabajar con una persona dotada de una enorme sabiduría musical, una tremenda sensibilidad y una pasión desmedida por la poesía y la «canción de autor». Magnífico compositor, muy buen guitarrista, gran intérprete y poseedor de una larga experiencia profesional de años siendo profesor de música en Educación Primaria y Secundaria. Además de todo eso, fue uno de los más importantes y a la vez más humildes (o sea, grandes), componentes de Manifiesto, un verdadero conocedor de su historia vivida desde dentro.
Siempre pensé en el acierto político que supuso darle a un hombre como Esteban la dirección del Centro de Documentación Musical de Andalucía. Fui testigo, y doy fe, de que en los años en que trabajó en el Centro consiguió engrandecerlo cultural y musicalmente e inyectarle mucha calidad. Lástima que por circunstancias de «recolocación política», que, por supuesto, rechazo y no comparto, decidieron relegarle de aquella responsabilidad. Esteban volvió a retomar su actividad docente pero para entonces, y en buena medida gracias a él, ya habíamos logrado que el proyecto que teníamos entre manos se realizara.
El resultado de todo aquel trabajo (verdadera investigación) fue la redacción de un libro al que titulé Manifiesto Canción del Sur. De la memoria contra el olvido, al que pude incorporar tres CD's con canciones inéditas de Carlos Cano, Antonio Mata y otros componentes del colectivo; material rescatado del archivo sonoro de Juan de Loxa.
Esteban Valdivieso. |
El resultado de todo aquel trabajo (verdadera investigación) fue la redacción de un libro al que titulé Manifiesto Canción del Sur. De la memoria contra el olvido, al que pude incorporar tres CD's con canciones inéditas de Carlos Cano, Antonio Mata y otros componentes del colectivo; material rescatado del archivo sonoro de Juan de Loxa.
Una vez terminada la escritura del libro y la selección de canciones, concertamos una reunión con Francisco Galindo, director en aquel momento de la Fundación de Autor, y se decidió que la obra la coeditaría la Junta de Andalucía y la Fundación Autor con la colaboración de la Obra Social de Caja Granada. El libro se publicó y lo presentamos oficialmente en Madrid, Granada y Jaén en el año 2004.
Lamentablemente, después de la publicación del libro, murieron Esteban Valdivieso en 2008 y Antonio Mata en 2014. Pérdidas muy dolorosas de dos grandes creadores y amigos muy queridos.
Durante el tiempo que estuve investigando y escribiendo sobre Manifiesto Canción del Sur, tuve la sorpresa, la suerte y el placer de encontrarme en el camino con un grandísimo fotógrafo que también ha sido, y es, presencia importante en «mi vida entre canciones». Me refiero a Juan Miguel Morales López.
Recuerdo que un día, trabajando sobre Manifiesto con Enrique Moratalla, me regaló un libro editado por el Centro Andaluz de la Fotografía en el año 2000 titulado Retratos de cantantes. No lo conocía y me entusiasmó. El autor de todas aquellas imágenes era Juan Miguel. Inmediatamente, le localicé. Hablamos por teléfono y, como por arte de magia, sin conocernos en persona, iniciamos una amistad fuerte y duradera, de las que merecen la pena. Evidentemente, la canción y la sensibilidad fueron testigos de aquella incipiente complicidad.
Pocos meses después, el Ayuntamiento de Zaragoza, dentro del primer ciclo La voz y la palabra, dedicado en 2015 a la «canción de autor», me encargó montar una exposición en la Casa de los Morlanes a la que titulé Cantemos como quien respira.
En cuanto me puse a pensar en ella, volví a contactar con Juan Miguel Morales y le pedí que me permitiera incorporar a la muestra algunas de sus fotografías. No dudó ni un segundo en decirme que sí y a los pocos días me las hizo llegar. Lo mejor y más inesperado fue que el día de la inauguración se presentó por sorpresa y nos pudimos dar nuestro primer abrazo, de los «sentíos, sentíos», y para colmo apareció acompañado de Jaon Jara, viuda de Victor Jara, a la que no tenía aún el placer de conocer. En aquellos días Juan Miguel y Omar Jurado presentaban también en Zaragoza su libro Víctor Jara. Te recuerdo Chile.
Juan Miguel Morales y Fernando G. Lucini. |
Ya comprenderéis por qué a partir de entonces, tras todo lo descubierto y recibido aquellos años en Andalucía, «Vuelvo al sur» se convirtió para mí en mucho más que un tango: «Vuelvo al sur como se vuelve siempre al amor… ¡Te quiero sur!».
Presentación del libro «Manifiesto Canción del Sur» en Madrid. |
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