I
Pensando en la presentación del disco "De fiera en fiera" del cantautor valenciano "EL CIFU" –al que considero potencialmente un extraordinario "cantor popular"– me he encontrado inmerso –inesperadamente y por su feliz culpa– en unas reflexiones personales sobre el tema de la "canción de autor" y del "canto popular" a las que vengo dándole "vueltas" hace varios días y que me gustaría compartir con todos vosotros y vosotras. ¡Creo que merece la pena!... Después, y al final de mi reflexiones, hablaré concretamente de El Cifu.
De entrada, y como preámbulo, me ha vuelto a la memoria, una vez más, un día en que estando en casa de Gabrilel Celaya, con él y con Blas de Otero, volvió a plantearse un tema que a ambos –y a mí mismo también– nos provocaba una gran inquietud –era casi una obsesión–: «La poesía social tenía que salir de los libros para echarse a la calle, para llegar, lo más directamente posible, al oído y al corazón del pueblo, o sea, para llegar a lo que ambos poetas calificaban como "la inmensa mayoría"».
Fue en gran medida, por aquel motivo –yo fui testigo de ello– por lo que a finales de los años sesenta resurgió en nuestro país lo que podríamos llamar una nueva generación de juglares y trovadores –renovado "Mester de Juglaría"– que empezaron a cultivar un genero musical al que globalmente se le dieron varios nombres "canción de autor", "nueva canción", "canción protesta", "canción de resistencia", "canción del pueblo" o incluso "el otro cantar".
En aquel momento, el objetivo esencial perseguido por aquel género musical –se le llamara de una u otra forma– era crear e interpretar una canción básicamente "de contenido social" –en el sentido más vivo, más amplio y más comprometido de la palabra "social"– que llegara al "pueblo", es decir a aquella "inmensa mayoría" de los ciudadanos y ciudadanas de la que hablaban Otero y Celaya.
Y fue en ese contexto, en el que nos planteamos –compositores, cantantes, poetas, críticos y seguidores– una cuestión en torno a la que se abrieron muchos y muy intensos debates: ¿Se pueden identificar en cualquier caso los términos "canción de autor" y "canto popular"? ¿A las creaciones de los "cantautores" se les puede atribuir genéricamente el calificativo, o el valor, de "canción del pueblo"?
Inmersos es en todas esos disquisiciones –en gran medida teóricas– recuerdo que un buen día descubrí –también gracia a Celaya– un poema de MANUEL MACHADO titulado "Cualquiera canta un cantar" –escrito en 1919– en el que, con una lucidez extraordinaria –y anticipándose sesenta años a nuestro debate– había intuido y formulado una clara respuesta a nuestros interrogantes: Dice y escribe Manuel Machado:
«Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor.
Tal es la gloria [...]
de los que escriben cantares:
oír decir a la gente
que no los ha escrito nadie.
Procura tú que tus coplas
vayan al pueblo a parar,
aunque dejen de ser tuyas
para ser de los demás.
Que, al fundir el corazón
en el alma popular,
lo que se pierde de nombre
se gana de eternidad».
Años después, escuchando el disco de Atahualpa Yupanqui "El último recital, (Zurich, 8 de febrero de 1992)", descubrí que había incorporado el poema de Machado, recitándolo abreviado, y confiado en que su autor era Antonio, y no Manuel Machado. Seguidamente, os propongo hacer un paréntesis para escuchar en el siguiente enlace de "goear" la voz de Atahualpa en aquel recital:
(Los últimos cuatro versos del oema de Manuel Machado, Atahualpa los adapta diciendo: «Que, al volcar el corazón /en el alma popular, /lo que se pierde de fama / se gana de eternidad»).
Evidentemente Atahualpa asume y recita este poema –ya casi en el final de su vida– porque en realidad él, por encima de todo, lo que siempre pretendió fu ser un "cantor polpular", o sea, "fundir su corazón y sus canciones con el alma popular" con el fin de que el pueblo sintiera sus canciones como propias. Lo pretendió y lo consiguió: El cantar de Atahualpa se ha hecho eterno y universal porque en realidad, durante toda su vida, siguió al pié de la letra las afirmaciones y recomendaciones de Manuel Machado.
II
El día que descubrí el anterior poema de Manuel Machado, a principios de los años setenta, empecé a despejar todos, o casi todos, mis interrogantes y mis dudas sobre la relación y la identidad del concepto –y de la práctica– de "canción de autor" y de "canto popular".
Es así de claro y así de sencillo: La "canción de autor" es realmente "canto popular", cuando "esa canción llega al pueblo y se funde con el alma popular"; objetivo que ha de ser esencial y prioritario en el creador a riesgo de que sus creaciones "puedan dejar de ser suyas para ser de los demás" y consciente felizmente de que "lo que se pierde de su nombre se gana de eternidad".
Planteamiento que, por supuesto, nada tiene que ver con los "yoismos" y los "ombliguismos" hoy en día tan frecuentas en muchos de nuestros jóvenes creadores.
Hay cientos de canciones creadas en la España de los años sesenta y setenta que ejemplifican esa transformación de la "canción de autor" en auténtico "canto popular".
Hay cientos de canciones creadas en la España de los años sesenta y setenta que ejemplifican esa transformación de la "canción de autor" en auténtico "canto popular".
Ocurrió, por ejemplo, con las canciones de Chicho Sánchez Ferlosio que interpretaron Joan Báez, Víctor Jara o el grupo Quilapayún creyendo que eran canciones tradicionales de autor anónimo. Canciones que los periodistas italianos Sergio Liberovici y Michele L. Straniero grabaron en España, interpretadas por gentes sencillas y humildes, en tabernas, cantinas, hoteles de barrio, o incluso en la calle; canciones todas ellas de autores desconocidos y recogidas en su libro "Cantos de la nueva resistencia española".
Otros claros ejemplos, en esa misma línea, se manifiestan en anécdotas tan tremendamente significativas como estas:
El día que José Antonio Labordeta –según me contaba– escuchó en la iglesia de un pueblo –fuera de Aragón– que en mitad de una ceremonia religiosa los participantes entonaban su "Canto a la libertad"; terminada la ceremonia José Antonio preguntó a algunos de los feligreses sobre aquello que acababan de cantar y todos le respondieron que era un canto religioso que hacía alusión a la "salvación" después de la muerte. "Veremos una tierra que ponga libertad", ese lugar esperado para aquellas personas era el "cielo" y no la liquidación de la dictadura franquista a la que se refería concretamente José Antonio. Por supuesto ninguna de aquellas personas conocía el nombre del autor de la canción; ni a José Antonio –como buen cantor popular– se le ocurrió reivindicar su autoría.
Otra situación similar me ocurrió en Barcelona ya en los años noventa, me subí en un barquito que te da un paseo por el puerto –pura y dura actividad turística– y durante el paseo un anciano acordeonista empezó a tocar "La estaca" de Lluís Lach. Prácticamente todos los turistas con los que compartí la navegación se quedaron encantados de aquella música y alguien le preguntó al acordeonista: «De quien es esa música». El buen hombre contestó: «Sé que es de un músico catalán pero no le se decir el nombre».
Hace unas semanas, paseando por un parque que hay cerca de mi casa, me encontré con un grupo de chicos y chicas jovencísimas. Estaban sentadas en el césped, tenían una guitarra, y cantaban "Al alba" de Aute. Ese día fui yo mismo quien me acerqué al grupo para preguntarles: «¿Cómo se llama la canción que estáis cantando?». No sabían el nombre, les daba igual, lo que sí me comentaron es que era una de sus canciones de amor preferidas.
Podría contar muchos más casos y situaciones similares, pero creo que no es necesario: "El gallo rojo" de Chicho, "El canto a la libertad", "La estaca" o "Al alba" son realmente "canciones de autor" que se han convertido, y son, auténtico "canto popular".
Otros claros ejemplos, en esa misma línea, se manifiestan en anécdotas tan tremendamente significativas como estas:
El día que José Antonio Labordeta –según me contaba– escuchó en la iglesia de un pueblo –fuera de Aragón– que en mitad de una ceremonia religiosa los participantes entonaban su "Canto a la libertad"; terminada la ceremonia José Antonio preguntó a algunos de los feligreses sobre aquello que acababan de cantar y todos le respondieron que era un canto religioso que hacía alusión a la "salvación" después de la muerte. "Veremos una tierra que ponga libertad", ese lugar esperado para aquellas personas era el "cielo" y no la liquidación de la dictadura franquista a la que se refería concretamente José Antonio. Por supuesto ninguna de aquellas personas conocía el nombre del autor de la canción; ni a José Antonio –como buen cantor popular– se le ocurrió reivindicar su autoría.
Otra situación similar me ocurrió en Barcelona ya en los años noventa, me subí en un barquito que te da un paseo por el puerto –pura y dura actividad turística– y durante el paseo un anciano acordeonista empezó a tocar "La estaca" de Lluís Lach. Prácticamente todos los turistas con los que compartí la navegación se quedaron encantados de aquella música y alguien le preguntó al acordeonista: «De quien es esa música». El buen hombre contestó: «Sé que es de un músico catalán pero no le se decir el nombre».
Hace unas semanas, paseando por un parque que hay cerca de mi casa, me encontré con un grupo de chicos y chicas jovencísimas. Estaban sentadas en el césped, tenían una guitarra, y cantaban "Al alba" de Aute. Ese día fui yo mismo quien me acerqué al grupo para preguntarles: «¿Cómo se llama la canción que estáis cantando?». No sabían el nombre, les daba igual, lo que sí me comentaron es que era una de sus canciones de amor preferidas.
Podría contar muchos más casos y situaciones similares, pero creo que no es necesario: "El gallo rojo" de Chicho, "El canto a la libertad", "La estaca" o "Al alba" son realmente "canciones de autor" que se han convertido, y son, auténtico "canto popular".
«Hasta que el pueblo las canta,
las coplas, coplas no son,
y cuando las canta el pueblo,
ya nadie sabe el autor».
Todo esto me hace pensar y preguntarme si con en el paso de los años ocurrirá lo mismo con las canciones que ahora nacen creadas por las nuevas generaciones de "cantautores". ¡Ojalá pasara!... Pero si queréis que os sea sincero, creo que, por una parte, corremos el riesgo de que no ocurra; aunque también es cierto que están surgiendo muy buenos cantautores y cantautoras que, si se lo proponen e impulsamos su trabajo, pueden llegar a crear y a generar una nueva y auténtica "canción popular".
En torno a esa posibilidad van a girar mi tercera y cuarta reflexión que, para no hacer demasiado largo este "cuelgue", las publicaré mañana.
En torno a esa posibilidad van a girar mi tercera y cuarta reflexión que, para no hacer demasiado largo este "cuelgue", las publicaré mañana.
2021 leyendo esto, nose que hago con mi vida
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