PRIMERA SECUENCIA
Llegué al edificio en Lavapiés. Toqué el timbre; Marta me dijo "¡Sube!"... Y subí –«segundo piso ascensor» (aunque no me enteré y subi "a pata")–.
Entré en «La Casa» y ¡me pareció verla! ¡allí estaba en el mismísimo "holl"–en el Sur le llamamos "jol"!... ¡provocativa, con descaro y justo a la entrada! ¡como si me estuviera esperando!...
Di un beso a Marta, a Ma Fée y a Sudón... Pero no pude dejar de contemplarla y ella, la muy cabrona, no dejaba de mirarme fijamente... También –cariñosamente– la llamábamos "la rubia".
Yo pensaba que aquello lo tenía superado, que había conseguido olvidarla, pero de repente me di cuenta de que no... ¡En un tiempo quise tenerla siempre conmigo, y más cuando se vestía –como en esta ocasión– estilo "Cien Manuel de Falla"!...
Así que, sin más contemplaciones me lancé sobre ella, la acaricié y le pregunté a Marta... "¿Y qué hace esta aquí?"... ¡ERA LA PESETA! vestida precisamente estilo "Cien Manuel de Falla"... Os la voy a presentar por si alguno no la habéis conocido o por si, como me pasó a mí, creéis que la habéis olvidado.
Pensé llevármela, ¡robarla!, ¡secuestrarla!... Pero ¡no!, rehacer mi vida con ella sería una ruina... Sería "correr" mucho riesgo por lo que en realidad ahora sólo vale 0,601 €... Al final tendría que venderla en la Plaza Mayor al mejor postor y sería una traición por mi parte... Así que decidí pedirle un favor a Marta Plumilla.
«Marta, ¿me dejas hacerte un retratito con ella?»... Nos fuimos a la bañera y Marta con cara de financiero de película de vaqueros y rodeada de pececillos nadadores posó para mi; para mí y para mi "peseta" vestida modelo "Cien Manuel de Falla"; año 1970.
Marta Plumilla con "ella" y tres pecillos. |
En realidad, no pasó nada más y este podría ser el final de esta historia: "Ella" permaneció en casa de Marta y yo me llevé su recuerdo... Y una conclusión: dada mi edad y los años vividos con ella, aunque quiera, no voy a poder olvidarla.
SEGUNDA SECUENCIA
El pasado lunes, a la salida del concierto de MARTA PLUMILLA y la buena gente de LA CASA, en la Sala Galileo –¡maravilloso concierto!– cacharreando en internet me encontré con esto que podéis ver pulsando el siguiente enlace:
Algo me había comentado Marta; lo que me sorprendió nuevamente fue su humildad –que le engrandece– y entonces tomé dos decisiones:
UNA: Apoyar este proyecto de micromecenazgo. Creo –lo tengo muy claro– que apoyándolo estoy dando un claro impulso a una manifestación cultural alternativa y de mucho futuro.
DOS: Me acordé de la fotito de "ella" con Marta y pensé: «Pues esa va a ser mi foto de reclamo y de apoyo a ese sueño –ya casi hecho realidad– que supone la “SONATA DE MIEDO PARA PIANO INTERPRETADA EN GUITARRA POR UNA GUITARRISTA PÉSIMA E INTERRUMPIDA CONSTANTEMENTE POR MI VOZ INTERIOR”, de Marta Plumilla»... ¡Y, a partir de este momento, así voy a hacerlo!.
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