Claudina y Alberto Gambino. |
Andaba yo ayer buscando en mis archivos esta fotografía de CLAUDINA y ALBERTO GAMBINO, para incorporarla en el "Catálogo de cantautores y cantautoras en construcción", y así, sin esperarlo, me reencontré con una serie de documentos que tenía prácticamente olvidados. Documentos "alucinantes" que hoy deseo compartir, con todos vosotros y vosotras, contextualizándolos en una narración que no tiene nada de fantástica. ¡Os lo aseguro!... Es real como la vida misma
Érase una vez –en el mes de junio de 1975, concretamente en Segovia– en que dos cantautores –ella se llamaba Claudina y él Alberto Gambino– encontraron un local en donde poder dar un concierto. Fue en la mítica discoteca segoviana "Ladreda 25".
El propietario de la sala se comprometió a que actuaran el día 13 de junio, pero advirtiéndoles que la cosa no era tan fácil como parecía, ¡no!... Había que realizar toda una serie de trámites administrativos que eran imprescindibles antes de asegurarles la actuación; trámites con la Delegación Provincial de Información y Turismo, y con El Gobierno Civil para que dieran las autorizaciones pertinentes, o sea, "para pasar por la censura y poder celebrar el concierto".
Inmediatamente el dueño, o el encargado de la discoteca –se llamaba Joaquín–, se hizo con el impreso que debía rellenar y entregar en la Delegación Provincial de Información y Turismo, lo rellenó, lo llevó, se lo sellaron y se lo registraron con fecha de 9 de junio, es decir, cuatro días antes del concierto.
Este fue el documento:
Érase una vez –en el mes de junio de 1975, concretamente en Segovia– en que dos cantautores –ella se llamaba Claudina y él Alberto Gambino– encontraron un local en donde poder dar un concierto. Fue en la mítica discoteca segoviana "Ladreda 25".
El propietario de la sala se comprometió a que actuaran el día 13 de junio, pero advirtiéndoles que la cosa no era tan fácil como parecía, ¡no!... Había que realizar toda una serie de trámites administrativos que eran imprescindibles antes de asegurarles la actuación; trámites con la Delegación Provincial de Información y Turismo, y con El Gobierno Civil para que dieran las autorizaciones pertinentes, o sea, "para pasar por la censura y poder celebrar el concierto".
Inmediatamente el dueño, o el encargado de la discoteca –se llamaba Joaquín–, se hizo con el impreso que debía rellenar y entregar en la Delegación Provincial de Información y Turismo, lo rellenó, lo llevó, se lo sellaron y se lo registraron con fecha de 9 de junio, es decir, cuatro días antes del concierto.
Este fue el documento:
Adjunto a este impreso de solicitud, Joaquín, o sea, el solicitante de la autorización, tuvo que entregar también un documento en el que aparecían todos los textos del repertorio de canciones de Claudina y Alberto Gambino para ser "visado y autorizado".
Tres días después –12 de junio–, es decir, en vísperas del concierto, el encargado de la discoteca segoviana "Ladreda 25" recibió la siguiente comunicación del Delegado Provincial del Ministerio de Información y Turismo, con sus firma, su registro y sus dos "sellitos" de 25 pesetas cada uno:
Curiosa la autorización para mayores de 18 años |
A este documento, el señor Delegado Provincial adjuntaba, como puede comprobarse a continuación, el reportorio de canciones de Claudina y Alberto Gambino igualmente sellado, visado y autorizado.
Después de todo lo anterior, parecía que ya no había problemas y que la actuación podía celebrarse..., ¡pues no!, todavía faltaba la autorización del Gobernador Civil de Segovia, que, como podéis observar en el documento adjunto, llegó, justamente el mismo día 13, poquitas horas antes de que la discoteca se abriera... Vamos, que el concierto pudo celebrarse "por los pelos".
Esto que os he contado –con sus correspondientes pruebas documentales–, con el paso de los años puede parecer mentira...; ¡pues ya veis que no es así!... ¡ocurrió!... Era, sencillamente, uno de los rostros de la represión y de la idiotez salvaje que siempre emana de las dictaduras.
Esto también es "memoria contra el olvido"... Espero que cosas así nunca más vuelvan a producirse en nuestro país y deseo, con toda mi alma, que no se produzca en cualquier otro país del mundo... Pero, ¡andemos vigilantes!... por si las moscas.
¡Qué ganas de meterse hasta en la forma de estornudar! ¡hay que joderse!
ResponderEliminarInteresantísimo cuelgue, Fernando. Conviene no olvidar la Historia, si es que queremos que no se repita.
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