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viernes, 2 de diciembre de 2011

NICANOR PARRA Y SU APASIONADO AMOR POR VIOLETA

Nicanor Parra.


NICANOR PARRA, hermano de Violeta Parra, ha sido galardonado con el Premio Cervantes de la Letras 2011; premio que le ha sido concedido, a los 97 años, en reconocimiento «por toda una vida dedicada a la poesía». Hoy, y en los próximos días, con motivo del premio, se va a hablar mucho de este gran escritor; por mi parte voy a rendirle mi homenaje a través de su poema «Defensa de Violeta Parra», bellísimo y apasionado texto que dedicó a su hermana, poco tiempo después de su muerte, y a través del que podemos sentir –como si la estuviéramos palpando– la grandeza y la sensibilidad de aquella grandísima mujer: Viola chilensis... Viola doliente... Viola admirable... Viola piadosa... Viola volcánica... ¡Violeta Parra!

«Dulce vecina de la verde selva,
huésped eterno del abril florido
grande enemiga de la zarzamora
Violeta Parra.

Jardinera
locera
costurera.
Bailarina del agua transparente,
árbol lleno de pájaros cantores
Violeta Parra.

Has recorrido toda la comarca
desenterrando cántaros de greda
y liberando pájaros cautivos
entre las ramas.

Preocupada siempre de los otros,
cuando no del sobrino
de la tía,
cuándo vas a acordarte de ti misma
Viola piadosa.

Tu dolor es un círculo infinito
que no comienza ni termina nunca
pero tú te sobrepones a todo
Viola admirable.

Cuando se trata de bailar la cueca
de tu guitarra no se libra nadie
hasta los muertos salen a bailar
cueca valseada. [...]


Ni bandurria,
ni tenca,
ni zorzal,
ni codorniza libre ni cautiva
solamente tú
tres veces tú
ave del paraíso terrenal.
charagüilla gaviota de agua dulce.

Todos los adjetivos se hacen pocos,
todos los sustantivos se hacen pocos
para nombrarte.

Poesía
pintura
agricultura.
Todo lo haces a las mil maravillas
sin el menor esfuerzo
como quien se bebe una copa de vino.


Pero los secretarios no te quieren
y te cierran la puerta de tu casa
y te declaran la guerra a muerte
Viola doliente.

Porque tú no te vistes de payaso,
porque tú no te compras ni te vendes,
porque hablas la lengua de la tierra
Viola chilensis.
¡Porque tú los aclaras en el acto!

Cómo van a quererte
me pregunto,
cuando son unos tristes funcionarios
grises como las piedras del desierto.
¿No te parece?

En cambio tú
Violeta de los Andes
flor de la cordillera de la costa
eres un manantial inagotable
de vida humana.


Tu corazón se abre cuando quiere,
tu voluntad se cierra cuando quiere
y tu salud navega cuando quiere
aguas arriba!

Basta que tú los llames por sus nombres
para que los colores y las formas
se levanten y anden como Lázaro
en cuerpo y alma.

¡Nadie puede quejarse cuando tú
cantas a media voz o cuando gritas
como si te estuvieran degollando
Viola volcánica!

Lo que tiene que hacer el auditor
es guardar un silencio religioso
porque tu canto sabe adónde va
perfectamente.

Rayos son los que salen de tu voz
hacia los cuatro puntos cardinales
vendimiadora ardiente de ojos negros
Violeta Parra.


Se te acusa de esto y de lo otro
yo te conozco y digo quién eres
¡Oh corderillo disfrazado de lobo!
Violeta Parra.

Yo te conozco bien
hermana vieja
norte y sur del país atormentado
Valparaíso hundido para arriba
¡Isla de Pascua!

Sacristana cuyaca de Andacollo,
tejedora a palillo y a bolillo
arregladora vieja de angelitos,
Violeta Parra. [...]

Cocinera,
niñera,
lavandera,
Niña de mano
todos los oficios.
Todos los arreboles del crepúsculo
Viola funebris.

Yo no sé qué decir en esta hora
la cabeza me da vueltas y vueltas
como si hubiera bebido cicuta
hermana mía.


Dónde voy a encontrar otra Violeta
aunque recorra campos y ciudades
o me quede sentado en el jardín
como un inválido.

Para verte mejor cierro los ojos
y retrocedo a los días felices
¿Sabes lo que estoy viendo?
Tu delantal estampado de maqui.

Tu delantal estampado de maqui
¡Río Cautín!
¡Lautaro!
¡Villa Alegre!
¡Año mil novecientos veintisiete
Violeta Parra!
Pero yo no confío en las palabras
¿Por qué no te levantas de la tumba
a cantar
a bailar
a navegar
en tu guitarra?

Cántame una canción inolvidable,
una canción que no termine nunca
una canción no más
una canción
es lo que pido.

Qué te cuesta mujer árbol florido,
álzate en cuerpo y alma del sepulcro
y haz estallar las piedras con tu voz
Violeta Parra.


Esto es lo que quería decirte
continúa tejiendo tus alambres,
tus ponchos araucanos
tus cantaritos de Quinchamalí.
Continúa puliendo noche y día
tus toromiros de madera sagrada.
Sin aflicción
sin lágrimas inútiles.
O si quieres con lágrimas ardientes.
Y recuerda que eres
un corderillo disfrazado de lobo.

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