Continúo, un día más, acercándome, e invitándoos a que os acerquéis, a vida –apasionante– y a la obra –plural y diversificada– de VIOLETA PARRA, una de "mis grandes amadas catoras del alma". Y como punto de partida os recuerdo y os remito a los tres cuelgues anteriores, que escribí sobre ella:
VIOLETA PARRA I - «COMO UNA ESTRELLA QUE JAMÁS SE APAGA»
VIOLETA PARRA II - DE LA TRADICIÓN A LA INNOVACIÓN
PARA CANTARLE A LA VIDA
VIOLETA PARRA III - «GUITARRA CON HOJAS QUE RELUCEN
AL BRILLO DE LA LUNA»
En 1960, como consecuencia de una enfermedad, Violeta Parra se vio obligada a permanecer ocho meses en cama, tiempo en que, incapaz de paralizar su desbordante creatividad, inició su afición a pintar ya realizar tapices y arpilleras. A partir de entonces siempre compartió estas actividades artísticas con la composición y la interpretación de sus canciones.
«Tanto tiempo no podía quedarme sin hacer nada –comentaba Violeta–. Un día vi lana y un pedazo de tela y me puse a hacer cualquier cosa. Nada surgió. Nada sabía, y era porque, en el fondo, no tenía claro qué quería hacer. Volví a tomar el pedazo de tela y deshice todo y quise copiar una flor, pero, cuando terminé no era una flor, sino una botella. Quise ponerle una tapa a la botella y surgió una cabeza, entonces, le puse ojos, nariz y boca: era una dama, como esas que van todos los días a la iglesia a rezar".
Y así fue como aquella mujer, guiada básicamente por su sensibilidad –puesto que no poseía una formación específica en el ámbito de la creación plástica–, empezó a desarrollar una obra artesanal extraordinaria, de gran belleza y sencillez, plenamente identificada con la identidad, con la tradición y con los problemas sociales del pueblo chileno.
«Las cosas son simples –solía confesar–. No sé diseñar, yo invento todo, y todo el mundo puede hacerlo. No sé dibujar y no hago dibujo alguno antes de comenzar mis tapices, sino que voy viendo, poco a poco, lo que debe ponerse.Voy llenando espacios en mis tapices... Y con mis pinturas: ellas están todas en mi cabeza, como mis canciones. Cuando siento que hay una persona sensible o que le nace un sentimiento al ver lo que hago, me quedo tranquila. Sólo hago algo en lo que pueda poner la emoción. Cada trabajo es para mi único. En mis telas tengo treinta personajes, y cada expresión de ellos es única, ellos hacen cosas distintas, pero yo tomo un solo color y viajo por todos los cuadros para conservar lo que siento cuando quiero dar una expresión, así sea el mismo personaje. Yo misma a veces tengo el color de mi nombre o el color verde que es de la alegría y que me cuesta más que ninguno, o el rojo si estoy enojada y denuncio... Siempre uso como base los colores araucanos: amarillo, negro, violeta, rojo y rosado de copihue".
Vamos a contemplar algunas de sus obras:
Seguidamente os sugiero ver y escuchar los dos vídeos siguientes en los que Violeta Parra habla de sus arpilleras y, en general, de su obra plástica.
En el segundo vídeo, es de una gran belleza, y muy significativo de su personalidad, lo que Violeta responde cuando se le pregunta con cuál de sus medios de expresión se quedaría –poesía, música o creación plástica–; ella responde que «se quedaría con la gente porque es la gente la que le motiva a hacer todas las cosas»... ¡Así era Violeta!
El mismo año al que antes hacia referencia –1960– en la fiesta de su cuarenta y tres cumpleaños, Violeta conoció a Gilbert Favre, músico suizo –dieciocho años más joven que ella– que había llegado a Chile para realizar una investigación sobre el folclore sudamericano; inesperado encuentro del que surgió una apasionada relación amorosa entretejida de numerosas separaciones y reencuentros.
Gilbert –a quien Violeta llamaba cariñosamente "Chinito"– fue, en realidad, el gran amor de su vida hasta 1965, cuando él planteó la separación definitiva.
En 1961, superada la enfermedad, Violeta viajó a Buenos Aires, donde dio varios recitales, actuó en diversos programas de televisión, , expuso sus pinturas y tapices, y grabó un nuevo LP, "El folclore de Chile según Violeta Parra".
Al año siguiente Violeta Parra regresó a Europa –junto a Gilbert y s sus hijos Ángel e Isabel- para participar como invitada en el Festival de la Juventud de Helsinki ¡por la paz y por la amistad!.
Aprovechando su estancia en el continente europeo, viajó a la Unión Soviética, a Italia y a Alemania, y decidió permanecer tres años en París; años que fueron esenciales para ella, tanto desde el punto de vista plástico, o artesanal, como desde el de su actividad como compositora.
En abril de 1964, realizó una exposición individual en el Museo de Artes decorativas del Louvre, en la que presentó veintiséis pinturas, veintidós tapices, pequeñas esculturas de alambre y varias máscaras. En aquella ocasión, ella misma confeccionó el cartel que anunciaba la exposición utilizando una arpillera negra, sobre la que bordó un gran ojo y el texto del anuncio.
En el catálogo de aquela exposición, la investigadora Ivonne Brunner presentaba a Violeta y su obra plástica diciendo: «Violeta no es una desconocida en Francia. Utiliza un lenguaje poético y simbólico, dando un significado a cada tema, a cada color, sin por eso descuidar el lado plástico de su obra. Cada una de sus arpilleras es una historia, un recuerdo o una protesta en imágenes».
«Tanto tiempo no podía quedarme sin hacer nada –comentaba Violeta–. Un día vi lana y un pedazo de tela y me puse a hacer cualquier cosa. Nada surgió. Nada sabía, y era porque, en el fondo, no tenía claro qué quería hacer. Volví a tomar el pedazo de tela y deshice todo y quise copiar una flor, pero, cuando terminé no era una flor, sino una botella. Quise ponerle una tapa a la botella y surgió una cabeza, entonces, le puse ojos, nariz y boca: era una dama, como esas que van todos los días a la iglesia a rezar".
Obra de Violeta Parra. |
Y así fue como aquella mujer, guiada básicamente por su sensibilidad –puesto que no poseía una formación específica en el ámbito de la creación plástica–, empezó a desarrollar una obra artesanal extraordinaria, de gran belleza y sencillez, plenamente identificada con la identidad, con la tradición y con los problemas sociales del pueblo chileno.
«Las cosas son simples –solía confesar–. No sé diseñar, yo invento todo, y todo el mundo puede hacerlo. No sé dibujar y no hago dibujo alguno antes de comenzar mis tapices, sino que voy viendo, poco a poco, lo que debe ponerse.Voy llenando espacios en mis tapices... Y con mis pinturas: ellas están todas en mi cabeza, como mis canciones. Cuando siento que hay una persona sensible o que le nace un sentimiento al ver lo que hago, me quedo tranquila. Sólo hago algo en lo que pueda poner la emoción. Cada trabajo es para mi único. En mis telas tengo treinta personajes, y cada expresión de ellos es única, ellos hacen cosas distintas, pero yo tomo un solo color y viajo por todos los cuadros para conservar lo que siento cuando quiero dar una expresión, así sea el mismo personaje. Yo misma a veces tengo el color de mi nombre o el color verde que es de la alegría y que me cuesta más que ninguno, o el rojo si estoy enojada y denuncio... Siempre uso como base los colores araucanos: amarillo, negro, violeta, rojo y rosado de copihue".
Vamos a contemplar algunas de sus obras:
Árbol de la vida. 1963. 135 x 97,5 cm. Yute teñido y bordado con lanigrafía. |
La cantante calva. 1960. 138 x 173 cm. Yute bordado con lanigrafía. |
El circo. 1961. 122 x 211 cm. Tela artificial y bordados en lanigrafía. |
Prisionero inocente. 1964. 31,7 x 45,5 cm. Óleo sobre madera prensada. |
La cueca. 1962. 119,5 x 94,5cm. Lino y bordados en lanigrafía. |
Fresia y Caupolicán. 1964-1965. 142 x 196 cm. Yute teñido y bordado con lanigrafía. |
Contra la guerra. Arpillera. |
Seguidamente os sugiero ver y escuchar los dos vídeos siguientes en los que Violeta Parra habla de sus arpilleras y, en general, de su obra plástica.
En el segundo vídeo, es de una gran belleza, y muy significativo de su personalidad, lo que Violeta responde cuando se le pregunta con cuál de sus medios de expresión se quedaría –poesía, música o creación plástica–; ella responde que «se quedaría con la gente porque es la gente la que le motiva a hacer todas las cosas»... ¡Así era Violeta!
El mismo año al que antes hacia referencia –1960– en la fiesta de su cuarenta y tres cumpleaños, Violeta conoció a Gilbert Favre, músico suizo –dieciocho años más joven que ella– que había llegado a Chile para realizar una investigación sobre el folclore sudamericano; inesperado encuentro del que surgió una apasionada relación amorosa entretejida de numerosas separaciones y reencuentros.
Gilbert –a quien Violeta llamaba cariñosamente "Chinito"– fue, en realidad, el gran amor de su vida hasta 1965, cuando él planteó la separación definitiva.
En 1961, superada la enfermedad, Violeta viajó a Buenos Aires, donde dio varios recitales, actuó en diversos programas de televisión, , expuso sus pinturas y tapices, y grabó un nuevo LP, "El folclore de Chile según Violeta Parra".
Al año siguiente Violeta Parra regresó a Europa –junto a Gilbert y s sus hijos Ángel e Isabel- para participar como invitada en el Festival de la Juventud de Helsinki ¡por la paz y por la amistad!.
Aprovechando su estancia en el continente europeo, viajó a la Unión Soviética, a Italia y a Alemania, y decidió permanecer tres años en París; años que fueron esenciales para ella, tanto desde el punto de vista plástico, o artesanal, como desde el de su actividad como compositora.
En abril de 1964, realizó una exposición individual en el Museo de Artes decorativas del Louvre, en la que presentó veintiséis pinturas, veintidós tapices, pequeñas esculturas de alambre y varias máscaras. En aquella ocasión, ella misma confeccionó el cartel que anunciaba la exposición utilizando una arpillera negra, sobre la que bordó un gran ojo y el texto del anuncio.
En el catálogo de aquela exposición, la investigadora Ivonne Brunner presentaba a Violeta y su obra plástica diciendo: «Violeta no es una desconocida en Francia. Utiliza un lenguaje poético y simbólico, dando un significado a cada tema, a cada color, sin por eso descuidar el lado plástico de su obra. Cada una de sus arpilleras es una historia, un recuerdo o una protesta en imágenes».
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