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domingo, 24 de julio de 2011

MANUEL GERENA II - UN HOMBRE BUENO, UN "CANTAOR" HONESTO, UNA BOCANADA LIMPIA DE LIBERTAD Y DE SOLIDARIDAD.

Manuel Gerena.
Como decía en el "cuelgue" del pasado viernes, Manuel Genera nació en la La Puebla de Cazalla, en el seno de una familia muy humilde. Siendo niño estudió en el colegio San José, pero pronto tuvo que abandonarlo para iniciarse en el mundo del trabajo; situación que Manuel describe en uno de sus textos llamado "El río de mi niñez"; texto evocador de su infancia y del río "El Corbones" que pasa por Puebla.

«Por la cuesta de la iglesia
a "los tejares" bajaba,
y si algún melón maduro
cerca del río encontraba,
me comía –y no robaba–
¡cuando el hambre me apretaba! [...]
Al río de mi niñez yo me escapaba
desde el colegio San José
–donde nunca pude aprender bien las letras–
porque temprano a ser hombre empecé.
Y como prematuramente me llamó la herramienta
ya fui niño madrugador por esos campos del amo
donde el sentido de la lucha pronto despierta».

Manuel dejó la escuela y ejerció varios trabajos: repartidor de paquetes, jornalero en el campo o electricista –oficio que aprendió de su padre–; situación laboral dura y precipitada –dada su edad– que fue modelando, en su pensamiento y en su personalidad, una conciencia social y una rebelde indignación ante la injusticia que en 1967 –año en que terminó el servicio militar– se le hizo incontenible. Fue entonces cuando decidió dedicarse de lleno al flamenco –arte en el que se había venido iniciando y que le entusiasmaba– convirtiéndolo "en su arma cargada de futuro", es decir, en el cauce de expresión puesto al servicio de la lucha y del encuentro con la libertad que él tanto anhelaba y que en aquellos años estaba radicalmente amordazada.







«Arranca el vuelo si puedes
y no pares hasta ver
un arroyito con agua
y libertad pa'beber».





Y, efectivamente, Manuel arrancó el vuelo por los senderos del flamenco; su primer concierto como profesional tuvo lugar en Alcalá la Real, en 1968; posteriormente realizó una gira por diversas ciudades alemanas –pobladas de emigrantes españoles– y conoció en París a Paco Ibáñez, a quien acompañó en varios conciertos.

Como crónica y como testimonio de aquellos inicios de Manuel al "cante", y a la defensa de la libertad y a la lucha antifranquista, son muy hermosas las siguientes palabras de Caballero Bonald, tomadas del prólogo del libro –recientemente editado– "A contracorriente por la dignidad"

«En momentos en que la cultura oficial española se afanaba en desertizar el espacio popular de la cultura, Gerena se echó a andar por el mundo adelante, cantando donde podía y a veces también donde no podía. Y como lo que cantaba eran verdades como puños, intentaron amordazarlo con los puños de la mentira. Una consabida barbarie a la que respondió Gerena con la táctica consabida de la resistencia. No lo pensó dos veces y, con las únicas armas del cante, montó su guerra privada contra la tiranía: un foco más de legítima defensa frente a aquellos años sombríos, macerados en las aguas residuales de todas las represiones. Él era un juglar en tiempos de miseria, es decir, un muchacho que pretendía contar en la plaza pública la historia de un pueblo acosado. Pero no pudo hacerlo más que sorteando a duras penas las vigilancias inquisitoriales. Y al fin, como los jornaleros de su desdichada tierra, tuvo que emigrar. Gerena vivía para el cante pero también vivía del cante. Dos hambres juntas –la física y la moral– eran demasiado. De modo que se fue con su música a otra parte, o sea, que se quedó donde estaba».


Manuel Gerena, con la claridad y la sencillez de su lenguaje y de sus cantes; con su generosidad, su honestidad y su bondad –siempre fue un ser humano "bueno" de verdad–; con su compromiso radical y solidario con los obreros, los campesinos y, en general con la llamada "clase trabajadora"; con su incondicional militancia por la libertad...; se convirtió en uno de los "cantaores" y de los cantantes –"el cantautor famenco"– más populares de los años setenta; tanto que grandísimos poetas como Rafael Alberti o Blas de Otero le dirigieron y dedicaron hermosas palabras.

Rafael Alberti, en diciembre de 1971–residiendo en Roma– le escribió a Manuel el siguiente poema:

«La coplas que a ti te salen,
te salgan como te salgan,
valen.
Porque tú  o estás, ni estamos,
para fuegos de artificio
cuando apenas respiramos.
Escribir para cantar....
cuando se canta, lo escrito
ya pertenece a la mar.
Te llamas Manuel Gerena,
¡qué bien consuena tu nombre
con la pena!
La pena que es valentía
cuando no dejan al pueblo
más que pena y agonía.
Pena grande que quebranta
los huesos si al pueblo ponen
una soga en la garganta.
Canta muchacho andaluz,
porque tu cante a la sombra
le quita cruz y da luz.
Canta y sigue, por delante
de ti se abre toda España
a la honda voz de tu carne».

Por su parte, Blas de Otero escribió: «Manuel Gerena canta de los pies a la cabeza del cuerpo y del alma, y el cante queda vapuleado y vapuleado queda el que lo escucha. Y sus letras –letrillas, como él dice– sencillas, pero profundas, son auténtico viento del pueblo».

Manuel Gerena y Blas de Otero.

En el tercer "cuelgue" que mañana dedicaré a Manuel Gerena hablaré de su discografía, por cierto, apasionante en todos los sentidos. Hoy voy a concluir incluyendo una fotografía que es una de las que conservo con más cariño y una de mis preferidas dentro de mi colección. Observarla atentamente; ¡merece la pena!... (Siento que dado el formato no pueda reproducirla a mayor tamaño).


Os propongo que intentéis identificar a todos los artistas que aparecen en esta fotografía –es complicado–...; por lo menos hay cuatro que son fácilmente reconocibles: los dos que están sentados a la izquierda, y la chica y el chico que están sentados a la derecha. ¿Cuál de todos ellos es el "maestro Gerena?

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