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martes, 21 de abril de 2020

TESTIMONIOS MUSICALES: AUTE (2)


Inmerso todavía en la magia de esas "20 CANCIONES DE AMOR Y UN POEMA DESESPERADO", que durante este fin de semana pasado he vuelto a escuchar repetidamente, me vuelven a pedir del Círculo de Lectores que les escriban un pequeño libro biográfico sobre Luis Eduardo Aute.

La idea y el proyecto me resultan profusamente atractivos. Escribir sobre algo en lo que crees y a lo que se ama es siempre una aventura apasionante... Lo malo es que tengo que volver a escribir una biografía –la anterior fue la de Carlos Cano– y no sé como hacerlo...; lo que a mí más me ha interesado desde siempre y lo que más conozco de Eduardo ha sido su pintura, sus poemas y sus canciones...; sus pequeñas anécdotas o sus circunstancias concretas y personales, cuando alguna vez me llamara la atención, fue siempre para intentar comprender y desentrañar mejor los secretos y el misterio que encerraba su obra; unos misterios que necesitaba penetrar.

Siempre he pensado que la vida de un artista puede aportarnos datos que nos ayuden a sumergiros en su mundo interior y simbólico, esa ha sido la única perspectiva biográfica que de Aute a mi personalmente me ha interesado.

Escribir ahora una biografía..., interrumpir por un tiempo mi cuarto tomo de "VEINTE AÑOS DE CANCIÓN EN ESPAÑA"..., ¡de acuerdo!..., ¡acepto el reto!...; pero no sé como hacerlo-

Dibujo que Aute creó y me regaló para la cubierta
del primer volumen de "VEINTE AÑOS DE CANCIÓN EN ESPAÑA".
Obra cuyo original se encuentra actualmente en el
Centro Lucini de la Canción de Autor, de Granada.

Busco y releo en mis archivos, antiguos artículos y comentarios que a lo largo de varios años he escrito sobre Luis Eduardo Aute...; busco en el fondo un camino no precisamente original, sino sincero coherente con lo que pienso que debería ser una biografía... Entre aquellos artículos me reencuentro con uno que escribí en octubre de 1983 –hace ahora precisamente tres años– para la revista "MÚSICA POPULAR".

«Hacía varios meses que no había vuelto a ver a Eduardo, creo recordar que la última vez fue desde la tercera fila del Teatro Salamanca en aquel inolvidable recital celebrado "entre amigos"... Habían pasado los meses de verano, un verano de trabajo intenso y de gran éxito para él: más de 80 recitales y en gran medida la fama y la popularidad..., "el cantante del año.
»En el umbral de su puerta, adivinado ya su paso ligero y silencioso sobre aquel interior desconocido para mí –era la primera vez que iba a su nueva casa–, me asaltó a la memoria algo que días atrás yo mismo había escrito: "El éxito es siempre un arma de doble filo, afianza la seguridad y despeja los horizontes, pero tienta; tras él siempre acecha amenazante el engreimiento, el mito hasta el ámbito alucinante de la mediocridad".
»"¿Qué tal Eduardo?"... Y Eduardo, el entrañable Eduardo de siempre, con esa especie de aparente y misteriosa fragilidad que le caracteriza me responde: "Fernando me alegro de verte, ...disculpa un momento que en seguida estoy contigo".
»Deambulo entre aquellos muros blancos y vuelvo a fijar mi mirada, como tantas veces, sobre antiguos lienzos que espontáneamente asocio a "Rito", "Espuma" y "Sarcófago".
»Sobre todo me detengo en los ojos, en esos ojos que Aute siempre ha pintado..., siempre me impresionaron y me sumergieron en una especie de irremediable contradicción; son unos ojos que despiertan ternura y serenidad y a la vez tristeza y amargura; son unos ojos que te interpelan y te hieren con descaro y que te acarician de forma entrañablemente apasionada.

»Sus desnudos, en una tensión permanente entre la deformación y la belleza, me vuelven a evocar algunas de sus canciones: 
“Sólo el mar de tu oculta geografía,
ese mar aún sembrado de misterios,
lleva mi barco a buen naufragio.
No conozco otro mar más que tu cuerpo,
sólo tu cuerpo.” (1)

“Si supieras que entre tus brazos
me encadeno apaciblemente
y es entonces cuando se enciende
la tristeza más terrible
que es la urgencia de perderte.” (2)
»Siempre he admirado en Aute la profunda coherencia y el equilibrio existente entre su obra y sus canciones.
 »Vuelve Eduardo "Expongo en noviembre"... Charlamos amigablemente, me cuenta algunas cosas de su nueva obra plástica, me enseña su nueva casa... Pasa el tiempo, más de una hora... "Hasta pronto Eduardo"... "Nos veremos"... Y pienso: "El éxito y la fama es un arma de doble filo, es verdad; es puerta abierta a los falsos mitos y a la mediocridad, pero a veces libera y se integra en una perfecta armonía sin que llegue a afectar a la propia identidad˝... Y allí se queda Eduardo, el Eduardo sensible, apasionado y entrañable que siempre había conocido.»
Coherencia radical en el vivir cotidiano y contradicción profunda en el pensamiento popularidad sencillez apasionada y entrañable; éxito merecido y sensibilidad; fama y ternura... Indiscutiblemente no podían ser más que estas las coordenadas sobre las que discurre el reto que me está suponiendo el escribir su biografía.

(1) “Solo tu cuerpo” (Espuma, 1974)
(2) “Un ramo de viento” (De par en par, 1979) 

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