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martes, 18 de junio de 2013

«EL MANIN». DE COMO LA "VISCERALIDAD" PINTA BELLEZA, BUEN ARTE Y CALIDAD... «¡ES BUENO, MI HERMANO!... ¡ES MUY BUENO!».

Para empezar este "cuelgue" he de confesar una de mis pequeñas obsesiones; es muy tonta, pero ahí está, y además me persigue desde hace bastante tiempo. Se trata de lo siguiente: Cuando veo por televisión la entrega de los Oscar de Cine, o los premios Goya, me causa mucha más atracción –más "morbo"– la persona que recibe el llamado "premio al mejor actor o actriz «de reparto»", que aquella otra a la que se le adjudica, así, "a secas" lo de "mejor actriz" o "mejor actor".

En realidad la diferencia entre una y otra clase de premio es mínima, creo que profesionalmente ninguna. Por ejemplo, yo gocé como un loco cuando le dieron el "premio Goya a la mejor actriz de «reparto»" a Carmen Maura, a Charo López o a María Asquerino; o, en el caso de los chicos, cuando se lo concedieron a Juan Diego, a Fernando Fernán Gómez o a Emilio Gutiérrez Caba. (Es más, con frecuencia los actores y las actrices "de reparto" son mejores que las/los que ganan el Goya, o el Oscar, al mejor actor o a la mejor actriz).

Cuento esto, porque en el caso de la música, me pasa algo muy parecido. A mi, desde siempre, me han fascinado en los recitales y en los conciertos –de una forma bastante obsesiva– los que también podríamos llamar –utilizando la jerga cinematográfica– "músicos de reparto".


Recuerdo perfectamente la impresión y en impacto que hace años me causaron músicos como Karlos Giménez –extraordinario pianista que solía acompañar a Imanol Larzabal–; Lautaro Rosas, músico multi-instrumentista que ha tocado frecuentemente con María del Mar Bonet; Ricard Millares con Serrat; Antonio Sánchez en "La Mandrágora"; José Antonio Romero con Hilario y con Sabina; Jean Pierre TorloisAntonio Toledo, Pancho Varona, Nicolás Medina, Cristina Narea –haciendo coros–; o, más recientemente, Manu Clavijo, Samuel Vidal, Albert Anguela, Jordi Pinyol, Marino Saiz, Adán Latonda, Neftali Robaina –nunca olvidaré el primer día que le escuché tocar el saxo en un concierto de Diego Ojeda–...; y un amplio –¡muy amplio listado!– de muy buenos músicos. (Llevo tiempo madurando el proyecto de escribir un libro dedicado precisamente a estos grandísimos "músicos de reparto" que a veces nos pasan desapercibidos).

Pues bien, hoy quiero dedicarle este "cuelgue" a un músico al que he perseguido, últimamente, como colaborador y "músico de reparto" en hermosas y magníficas grabaciones discográficas como las de Rozalén, Mundo Chillón, El Kanka o Dani Fernán. Persecución que se transformó en el más puro "encantamiento" cuando, hace unas semanas, le vi, le escuché y le sentí en la Sala Libertad 8 acompañando a El Kanka. Me estoy refiriendo, concretamente, a Juan Rubio "EL MANIN".

El Manin. (Fotografía de Inés Poveda).

"El Manin" es un músico visceral –de raíz y de instinto– que posee el nada fácil arte de contagiarte –casi sin que te des cuenta– de todo el ritmo, el encanto, el humor, la magia, el inconformismo y los misterios que atesora en lo que yo llamaría su "visceralidad musical", o sea, en la profundidad de la pasión –libre, espontánea y desprejuiciada– que siente hacia la música en su estado más puro y natural: el que nace de dentro, sin pautas, ni notas, ni partituras... Todo eso, si fuera necesario, vendría después.

"El Manin" es un músico que, además, tiene la capacidad de sorprenderte, de introducirte inesperadamene en lo inesperado de su fantasía y de su universo, y de hacerte disfrutar –¡siempre!– con total espontaneidad; sin que nada en él esté forzado... Es un músico que respira y transmite una salvaje y admirable autenticidad.  Él compone, acompaña, canta, comenta e interpreta tal cual es... ¡como le sale!... ¡y lo que resulta en este caso mas alucinante, es lo bueno que es su arte y lo bien que le sale!. 

Si todo ello se funde con la genialidad de El Kanka, el resultado es explosivo; es una explosión de belleza, de sensibilidad, de alegría, de buen humor y buen amor –buen rollo–, de libertad, y, a la vez, de sanas y descaradas indignaciones que hoy por hoy son imprescindibles ante tanta represión y tanta "mierda" como muchos –de los de "los poderes"– pretenden echarnos por encima.

Como ejemplo y testimonio de todo lo dicho os propongo ver y escuchar el siguiente video de El Kanka y El Manin, en el que El Manin presenta e interpreta su canción "Tururú, trabaja tú":


«Ya dejé de estar cansado, estresado y preocupado
ya dejé de andar deprisa, de ir a misa mal rezado
me arrancaron la sonrisa, la del gato atropellado
me he partido la camisa y el sudor se me ha secado.

No canto más la canción, al alba misa de gallo
comencé volando raso y en un zarpazo me hallo
sobrevínome un ocaso que despierta los vasallos 
y de mi tiempo, antes escaso, beso ahora agua de mayo. 

No me habría yo fijado en el verde de los cedros
en esos cerdos de verde o el ladrido de mi perro.
Hoy la tapa del domingo no es tan “aprisa y corriendo”
ni el alba pegando un brinco me brinda mas sufrimiento

Vengan jueces, abogados, licenciados, magistrados,
que este hereje mequetrefe de muerto ha resucitado.
Y atiendan bien el presente que les presenta un gurú
si me dejan que lo piense les contesto... tururú

¡Tururu Tururu Tururu Trabaja Tú!

No entiendes ni por asomo como funciona la vida
la movida es que no como desde tu gran despedida.
Que me parece excelente la verdad contemplativa
pero este insaciable vientre no funciona sin comida. 

Y como parte de este cuerpo tengo derecho a opinar
que me tienes en barbecho, deshecho y sin trajinar.
Y ahí va el tío sacando pecho, y yo cayendo al abismo
reivindico mis derechos, soy parte de este organismo.

Alitas de pollo, chorizo criollo, 
revuelto de sepias, con gambas, centollos,
lacón a la brasa, salmón de Noruega, 
papas con repollo, cocido, paella,
las fresas con nata, jamón de dehesa, 
¡Qué rico churrasco y su vino de mesa!

¡Tarará Tarará Tarará Trabaja Ya!». 

Como se habrá podido comprobar en el vídeo anterior,  El Manin además de músico "in-vena", y de director de orquesta de encantos, ocurrencias, sarcasmos y sensibilidades, es un "poetisatírico" extraordinario –gracias a él me he inventado esa "palabreja"...; y es que en principio le va, ¡que ni "pintao"!–.

El Manin. (Fotografía de Inés Poveda).

El Manin es un "poetisatírico" que escribe y compone hermosas canciones satíticas y críticas –o de "denuncia", ¿por qué no?, a la antigua usanza "cantautoril"–, y es, a la vez, un poeta –también "visceral", como su música– de enorme sensibilidad y con una gran capacidad para jugar, entrecruzar y remodelar los contenidos y las significaciones del lenguaje.

No sé cuántas veces he leído la letra de su canción "Periodo de entreguerras" y cuántas la he escuchado...; cada vez que lo he hecho ha surgido un matiz o un nuevo hallazgo para mi particular "flipamiento" hacia este "musicazo de reparto"... ¡El Manin es bueno, si hermano, muy bueno!... ¡Escucha y verás!


«Cuando te nombro te escapas porque mi nombre es tu vicio
y del suco que tu me sacas cuando me sacas de quicio
más sacas cuando me empujas y caigo en tu precipicio.

Cuando te nombro te escapas y al rato salgo a buscarte
y para encontrarte en un mapa hay que tener mucho arte
hartarse de dar la chapa o acecharte en cualquier parte.

Y como soy buen soldado en el campo de batalla
vengo bien aleccionado de cosas que nunca fallan,
el amor a la bandera y ¡hasta la victoria siempre!
son las sendas que me llevan junto al feudo de tu vientre.

Yo te busco, tu me encuentras, desde Andorra hasta Canberra.
Me emperro en firmar la paz, tanta hostilidad me aterra, 
Tres chatitos en un bar, hoy... ¡periodo de entreguerras!

Vamos cayendo al abismo con dos copillas de más
desnudos, desparramados como agüita en el sofá.
Se ha roto el paracaídas más fuerte el golpe será
hay un barco a la deriva, ¿en qué puerto amarrará?

Una vez firmado el trato me refugio en tus estancias
pero en un rato ya estamos disparándonos falacias 
que esta guerra no se acaba con cava, ni diplomacia  (¡ni democracia!)

Vamos cayendo al abismo con dos copillas de más
desnudos, desparramados, como agüita en el sofá.
Se ha roto el paracaídas más fuerte el golpe será
hay un barco a la deriva, ¿en qué puerto amarrará?

Yo te busco, tu me encuentras, desde Andorra hasta Canberra.
Me emperro en firmar la paz, tanta hostilidad me aterra, 
Tres chatitos en un bar, hoy... ¡periodo de entreguerras!».

Cualquier día de estos escuchamos, disfrutamos y comentamos, aquí DONDE LA PALABRA SE HACE MÚSICA, alguna que otra canción de El Manin, ¡seguro que no podré remediarlo!, ¡ya no está uno para contenciones y estados represivos!... Mientras tanto yo le pediría a Juan Rubio que sin abandonar lo que hace, ¡que es muy bueno! –la pareja Kanka-Manin ya empieza a ser historia perdurable de nuestra música popular–, se aventure a proporcionarnos un disco con sus canciones pa'que to er'mundo pueda disfrutarlas y, sobre todo, para darle un empujoncito más de alegría, de ternura y de buen hacer a este mundo que ¡sí!..., que podría llegar a ser maravilloso.


«Érase una vez un reino maravilloso
donde brota la abundancia que evidencia a los dichosos
donde los súbditos cenan en púlpitos de emperatrices
animándose las almas entre guisos de perdíces.

Un reino de oro y diamantes de promesas sin preguntas
con remesas elegantes, sin cabezas de segunda.
Una patria solidaria que no entiende de reproches
de corbatas solitarias que redundan en sus coches.

Y todos van para una, y unos van para todos 
me visto como tu quieres, me compro un traje de loro.
Y cada mocho a su olivo, y cada vivo a su lecho
y puedes pedir perdón mientras te leen los derechos.

Si perdemos la pasión por culpa del “no lo intento”
habrá que estar más atentos a esta falta de atención.
Ya no nos quedan guaridas, ni el hospicio ni el convento 
no desperdicies la vida, invéntate el final del cuento.

Vente que te cuente el cuento de unas tierras legendarias
que aquí las hadas del bosque trabajan de funcionarias.
¿Por qué no nos damos cuenta si encima mienten los mismos, 
y siempre a la cenicienta la acusan de terrorismo?

Y aquí el que menos se raja no mira ni de “costao”
Me ha dicho el Maquinavaja, que ahora está “jubilao”,
que menudo desperdicio el pobre de Robin Hood 
se ha quedado sin oficio y ahora curra en Carrefour.

Si perdemos la pasión por culpa del “no lo intento”
habrá que estar más atentos a esta falta de atención.
Ya no nos quedan guaridas, ni el hospicio ni el convento 
no desperdicies la vida, invéntate el final del cuento».
("Reino maravilloso". El Manin).

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