ACADÉMICA PALANCA. En 1989 los compositores y cantantes Miguel Vigil, Antonio Sánchez y Javier Batanero decidieron unirse para formar un grupo musical al que –inspirándose en un verso unamuniano– llamaron Académica Palanca; grupo, rebosante de imaginación y de calidad en sus textos y composiciones musicales, que logró romper los tradicionales moldes de la “canción de autor” de finales de los ochenta asumiendo y recreando el género de la “canción satírica” impregnándola de un fino humor crítico, directo e inteligente.
Los tres componentes de Académica Palanca, antes de la formación del grupo, ya habían vivido una larga y sólida experiencia artística, literaria y musical:
Miguel Vigil –fallecido en julio de 2024– desde muy joven se había manifestado como un creador “polifacético” –a él le gustaba calificarse como “disperso”– que siempre de la mano de la escritura –su gran pasión–, aprendió a tocar la guitarra, compuso sus primeras canciones y se inició, como actor autodidacta, en el universo de la interpretación. En 1989, grabó su primer disco autoeditado Prefiero la ciudad; magnífica “ópera prima” compuesta de diez canciones como Nada que hacer, Atocha o Esto no parece el Sur que hoy siguen teniendo tanta o más vigencia que cuando fueron creadas.
Antonio Sánchez, malagueño, por su parte, antes de la creación de Académica Palanca, ya destacaba como un gran guitarrista y compositor de canciones que, por cierto, nunca fue, justa y ni suficientemente reconocido. Nada más llegar a Madrid, a principios de 1980, conoció a Javier Krahe y empezó a trabajar con él acompañándole a la guitarra, haciendo coros en sus recitales y colaborando en la composición de algunas de sus canciones. En 1981, participó activamente como guitarrista en los conciertos y en el disco de La Mandrágora y fue autor de la música de míticas canciones como Pongamos que hablo de Madrid y Juegos de azar de Sabina, o de ¡Ole, tus tetas! y De niña a lavabo de Krahe. Lamentablemente Antonio falleció en 2003.
Javier Batanero, a mitad de los años ochenta surgió como un joven compositor que consiguió darle a la canción de autor “aires nuevos” tanto poética como musicalmente. En 1985 recibió el primer premio de la Muestra Nacional de Música Folk y Canción Popular para Jóvenes Intérpretes organizada anualmente por el Instituto de la Juventud y grabó su primer y magnífico disco titulado Tentaciones de metro. Posteriormente colaboró con Joaquín Sabina en el disco Hotel, dulce hotel, y al año siguiente grabó, con el sello “Elígeme Discos”, su segundo LP La lluvia vertical.
La fusión de la desbordante capacidad creadora de Miguel, Antonio y Javier y sus objetivos y planteamientos musicales prometían, como así fue, un gran éxito similar al que en los años setenta alcanzaron grupos como Las Madres del Cordero –liderado por Moncho Alpuente–, La Trinca, o Les Luthiers argentinos que también utilizaron el humor y la sátira en sus canciones.
El primer concierto con el que se dio a conocer la propuesta musical de Académica Palanca tuvo lugar en octubre de 1989 en la sala Elígeme situada en el barrio madrileño de Malasaña. Posteriormente empezaron a actuar semanalmente en la cafetería del Teatro María Guerrero donde un buen día Chicho Ibáñez Serrador –directo de cine y realizador de televisión– tras descubrirlos y sentirse atrapado por la calidad de sus canciones –todo un espectáculo divertido y desenfadado– decidió contratarles para su popular programa de TVE “Un, dos, tres… responda otra vez”. A partir de ahí el grupo alcanzó un gran éxito, se dio a conocer por toda España y grabaron dos discos: Académica Palanca (CBS/Soni, 1992) y “El misterio de las voces vulgares” (Don Lucena Discos, 1995).
En 1999 el director de cine José Luis Borau le propuso a Javier Banatero participar, como protagonista, en el largometraje “Leo”. Javier aceptó la propuesta y decidió dejar, por un tiempo, la música para iniciar una nueva aventura cinematográfica.
La salida de Batanero del grupo obligó a Miguel y a Antonio Sánchez a seguir componiendo y cantando como un dúo hasta que cuatro años más tarde falleció Antonio como consecuencia de un cáncer traidor; dolorosa y desgarradora pérdida que obligó a Miguel Vigil a replantearse el grupo y su trabajo con la colaboración del compositor y cantante Mariano Vázquez (Mariano 1'85), dúo que en 2009 grabó el disco Obsexión, último publicado como Académica Palanca.