«Déjalo todo y sígueme,
trinaba mágica
la voz del músico
pariendo música.
Música...
Bendita música.
La, Do, Si, Si,
La, Sol,
La».
(Joan Manuel Serrat. "Bendita música")
Concierto de Manuel Cuesta en Galileo Galilei. 28 de noviembre de 2011. |
Efectivamente, como dice Serrat: «Bendita música»...; y bendita sea la madre que parió a los que la crean...; a los que, como Manuel Cuesta, su banda y sus invitados, fueron capaces de regalarnos tanta, y tan buena música, en una noche inolvidable como la que vivimos el pasado lunes en la sala Galileo.
Hoy, con el permiso de Manuel, y siguiendo el mismo tono del cuelgue de ayer, quiero empezar esta crónica hablando de la magia que se produjo en aquel escenario gracias a la presencia, sobre él, de una banda extraordinaria; cuatro grandes músicos que lograron atraparnos a mí y a mi pequeña cámara fotográfica –y además, ¡claro está!, Manuel Cuesta, Ismael Serrano, Garret Wall, Lucía Camarés, Malacabeza, Diego Galaz y, por supuesto, Diego Ojeda y Marino Saiz, de quienes hablaré mañana–.
En un concierto como el del lunes pasado siempre me maravilla y me sorprende la forma en que la banda recrea, fortalece, acaricia y mima las canciones; experiencia que se me quedó especialmente grabadísima, hace años, en el último concierto que dio Frank Sinatra en el Santiago Bernabéu de Madrid el 25 de septiembre de 1986. Recuerdo que estuve en primera fila y que no me perdí detalle. Sinatra estaba ya bastante mayor, y aunque es verdad que cuando empezó a cantar, por ejemplo, "My way", todo mi cuerpo se me revolucionó de placer –cualquier fallo o desacorde podría personársele–, no cesaba de preguntarme: «¿Que sería de este hombre, en este momento, sin su orquesta?»... No os podéis hacer ni idea de como las guitarras, los violines, las percusiones, los teclados... y el mismísimo director de orquesta, mimaban y protegían la voz del mito.
Aquello poco –casi nada– tiene que ver con lo que percibí y disfruté el lunes pasado en Galileo, porque Manuel Cuesta está joven –jovencísimo–, y cada vez canta mejor...; pero disfrutando de su banda me vino de repente a la memoria la genialidad y la gran profesionalidad de la orquesta de Frank.
Los músicos de la banda, amigos de Manuel..., ¡benditos músicos!... ¡bordaron y mimaron cada una de las canciones!... Ellos fueron y son Jordi Pinyol –guitarra eléctrica–, Albert Anguela –bajo eléctrico–, Carlos Expósito –batería– y Adán Latonda –teclados–.
El lunes les hice, a los cuatro, unas fotografías, e igual que ayer con Marino Saiz, aquí las dejo como la presencia y el testimonio de otros cuatro músicos que CREAN MÚSICA COMO QUIEN RESPIRA... Y mañana sí, mañana hablaré de Manuel Cuesta y sus invitados.
Jordi Pinyol. |
Albert Anguela. |
Carlos Expósito. |
Adán Latonda. |
Querido Fernando, qué alegría leer esto!!! Estaba esperando como agua de noviembre tu crónica del concierto de Manuel. Estoy en Bruselas y me habría encantado asistir. Como aperitivo, tu texto es tan inmejorable como el mejor dry martini antes de cenar. Como el que me voy a beber esta noche aquí, la patria de Jacques Brel, a tu salud y a la de Manuel. Por cierto, ¿no ha sido estos días el cumpleaños de Silvio? Un abrazo muy pronto y hasta otro Viernes de La Latina!!!
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