Teresita Fernández. (Fotografia Eva Rubio). |
En estos dos últimos días se ha producido una de esas situaciones mágicas que surgen como consecuencia de la comunicación que mantenemos diariamente a través del blog... He recibido muchos corrreos –la mayoría de gente joven– pidiéndome que ampliara la información sobre esta gran mujer "maestra y trovadora cubana" llamada TERESITA FERNÁNDEZ...
A través de esos correos he podido darme cuenta de que a Teresita no se le conoce demasiado en España, hecho que me ha hecho pensar, durante estos días, en que es realmente una pena que a lo largo de nuestra vida se nos "escape" la posibilidad de conocer a personas tan extraordinarias como ella; en este caso conocer a una MUJER –así, con mayúsculas–; una mujer que rompe con todos los estereotipos machistas de siempre y que nos demuestra que –glosando y robándole las palabras a Celaya– la feminidad, o mejor, la fuerza y la identidad femenina son auténticas «armas cargada de futuro».
Así pues, aunque tenía previsto dedicar este cuelgue a la relación poética y musical que en su día se estableció entre Teresesita y José Martí, antes de hacerlo voy a realizar una breve aproximación biográfica a esta gran mujer que, como decíamos ayer, ella misma la sintetiza con estas palabras: «Yo soy una maestra que canta»
Teresita del Carmen Julia Rosa Fernández García, nació en la ciudad de Santa Clara (Cuba) en el mes de diciembre de 1930.
Con solo cuatro años empezó a cantar en la emisora de radio de su ciudad natal en el programa "Hora Martha", que dirigía su madre Amparo García.
Aunque su madre deseaba que Teresita fuese pianista, ella decidió enfocar su vida por otros derroteros; lo que a ella le gustaba de verdad era cantar, tocar la guitarra y escribir poesía, –o sea, desde siempre tuvo alma de cantautora–. Por otra parte, ella tuvo, desde siempre, una clara vocación de maestra; deseaba dedicarse a la enseñanza.
En 1944 comenzó a estudiar en la Escuela Normal de Maestros, graduándose, en 1948, como Maestra Normalista. Nada más obtener el título empezó a dar clases sin dejar, por ello, de cantar –lo hacía continuamente en su escuela–, y de escribir y publicar sus poemas en varios periódicos de la época.
En 1952 obtuvo el título de profesora de Solfeo, Teoría y Piano, y dos años más tarde ejerció como profesora ayudante de música en la Escuela Normal.
En 1957 se trasladó a vivir en La Habana donde se graduó en Doctora en Pedagogía y obtuvo, por oposición, la cátedra como profesora de música, solfeo y coro en la Escuela Normal de Maestros de Santa Clara.
A partirr de ahí, Teresita Fernández empezó a darse a conocer como trovadora en una gran variedad de programas de radio y de televisión; inició sus conciertos y recitales; actuó, en 1967, en el Festival Internacional de Varadero; y un año más tarde en el Festival Nacional de la Trova en Santiago de Cuba.
En 1974 Teresita Fernández fundó la Peña de los Juglares en el Parque Lenin; peña que mantuvo activa todos los domingos durante diecisiete años.
Viajó a España, por primera vez. en 1991 para participar en la primera muestra Iberoamericana de Narración Oral y Escénica; y en el Festival Juvenalia de Madrid, que fue donde personalmente tuve la oportunidad y la suerte de conocerla.
Entre su discografía figuran las siguientes obras: «Teresita y sus canciones» –disco editado en los años sesenta–; «Mi gatico Vinagrito» (1988); «No puede haber soledad» –grabado en directo en el año 2000 y editado en 2006– y «Teresita canta a Martí» –ambos publicados por el Centro Pablo de la Torriente–; «Vamos todos a cantar» (2002) –homenaje que le brindaron varios trovadores cubanos–; y «Teresita en nosotros» (2007), disco en el que participaron Sara González, Silvio Rodríguez, Liuba María Hevia, Amaury Pérez y la propia Teresita.
Para completar este "cuelgue" voy a copiar, en primer lugar, dos testimonios sobre Teresita Fernández que nos aproximan a su verdadera personalidad. El testimonio de Víctor Casaus –director del Centro Pablo de la Torriente, de Cuba– y el del gran trovador cubano Silvio Rodríguez.
«Teresita –dice Víctor– ha llenado, llena un espacio insustituible en el panorama de la canción cubana: lo ha hecho con perseverancia y con amor, con poesía y con humildad».
«En julio de 1967, recién salido del servicio militar –escribe Silvio Rodríguez en la presentación del disco «Teresita Fernández en nosotros»–, los fundadores del joven (grupo poético) Caimán Barbudo me invitaron a un recital llamado "Teresita y nosotros". Era un acto de identificación con la trovadora de Santa Clara, cuyo master de juglaría se basaba en una poética personal entonada, como después supe que le hubiera gustado poseer a varios de aquellos jóvenes poetas. Creo que fue mi primer recital y no fue un mal comienzo. Por un lado profundicé lazos con amigos escritores de mi generación y por otro me acerqué, para siempre, a la trovadora con quien más similitudes tenía, en cuanto a origen y formas. Por entonces Teresa cantaba en "El Coctel", night club que sobrevive en plena Rampa, zona de operaciones que me tocaba por haber empezado a trabajar en televisión a unos metros de distancia. Me hice asiduo al lugar por la fascinación de escucharle algunas de las canciones que están en este disco. Con ellas me enamoré de su arte único en aquel rinconcillo de la noche al que llegaba a la hora que podía. Si Teresa estaba cantando, me volvía una estatua, pero después me iba escurriendo por el murito hasta su lado. En más de una ocasión me brindó su guitarra para que dijera algo a su auditorio [...].
Todas las generaciones de niños cubanos, desde hace cuarenta años hasta nuestros días, han cantado las hermosas versiones que hizo Teresita de Gabriela Mistral, además de sus propios y sabios poemas. Porque había pocas canciones infantiles y porque las de ella estaban entre las mejores [...]».
Relacionadas con estas últimas palabras de Silvio –consciente de que este "cuelgue" se va a alargar más de lo acostumbrado–, no puedo resistirme a transcribir algo que me contaba anoche, a través de un correo electrónico, un buen amigo cubano; me refiero al diseñador Robertiko Ramos, ser humano de extraordinaria sensibilidad como se pone claramente de manifiesto en el siguiente testimonio:
«Todos los niños conocíamos y conocen a Teresita Fernández; tengo una anécdota con ella, que es muy linda y recuerdo con mucho cariño... Cuando yo tenía 6 años enfermé de "meningoencefálitis viral", una enfermedad muy fuerte que en su variante bacteriana puede dejar secuelas motoras, pués es una enfermedad neuro-motora... A esa edad se empieza en la escuela y se aprende a leer. Mi madre –que es una técnico medio pero que se ha hecho de un nivel de master en la vida a golpe de lectura y sed de conocimientos–, para que no me atrasara en la escuela, me enseñó las primeras letras según lo orientaba la maestra; pero yo que poseía una gran curiosidad con todo, pedía saber más... La enfermedad duraba un mes de reposo, en ese tiempo aprendí a leer y leía muy bien además. Mi madre me regaló "Veintemil leguas de un viaje submarino", "Los hijos del capitán Grant"... y también cayó en mis manos "La Edad de Oro", de José Martí (nuestro Martí)... Creeme que lo devoré...
Un día –pasado quizá un año de mi enfermedad– en mi escuela, que quedaba en La Habana Vieja, algunas tardes de la semana nos vinculaban a las actividades que se celebraban de la Casa de la Cultura del municipio. En una de esas tardes, apareció una señora muy simpática, con espejuelos y guitarra, y resulta que era la señora que cantaba aquello que todos nos sabíamos de "Vinagrito es un gatico que parece de algodón...". Yo me quedé de una pieza; recuerdo muy bien aquel momento, hasta que Teresita tenía puesta una blusa blanca como de artesanía mexicana, con flores recamadas de estambre de rosa mexicano y verdes, y azules... En fin, que entre canción y canción, Teresita preguntó si conocíamos el libro “La Edad de Oro”... Todos los niños muy disciplinado, aunque no lo conocían gritaron: “Sí”... Y ella siguió preguntndo: “¿Y conocen la historia de "Los tres héroes"?”...Y todos, automáticamente que SIIIIIIIIIIÍ... y la cosa se puso dura, pués Teresita preguntó: “¿Quienes son los tres héroes?... Silencio...; y entonces este Robertiko, solo que más chico (creo que uno es siempre el niño que fue) se levantó y dijo de pie, rodeado de niños-robots que hacían silencio: "Bolivar, San Martín e Hidalgo!!!!"... y empecé a decir después: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo..." (Texto de Martí)... Y Teresita bajó la guitarra de sus piernas, se quitó los espejuelos y se emocionó al oir a este “cabroncillo”... y pidió un aplauso para mí... Es increible como aún me sé de memoria eso de "Los tres héroes"». (¡Precioso testimonio de un amigo, del que hoy no he podido prescindir!).
Mañana, todavía seguiré hablando un poquito de Teresita Fernandez, en concreto, de su pasión hacia los versos de Martí... Ahora solo me queda, darle especialmente las gracias a Roberto Ramos por su amistad, por sus palabras y, sobre todo, por su sensibilidad... ¡Gracias Roberto!
A través de esos correos he podido darme cuenta de que a Teresita no se le conoce demasiado en España, hecho que me ha hecho pensar, durante estos días, en que es realmente una pena que a lo largo de nuestra vida se nos "escape" la posibilidad de conocer a personas tan extraordinarias como ella; en este caso conocer a una MUJER –así, con mayúsculas–; una mujer que rompe con todos los estereotipos machistas de siempre y que nos demuestra que –glosando y robándole las palabras a Celaya– la feminidad, o mejor, la fuerza y la identidad femenina son auténticas «armas cargada de futuro».
Así pues, aunque tenía previsto dedicar este cuelgue a la relación poética y musical que en su día se estableció entre Teresesita y José Martí, antes de hacerlo voy a realizar una breve aproximación biográfica a esta gran mujer que, como decíamos ayer, ella misma la sintetiza con estas palabras: «Yo soy una maestra que canta»
Teresita Fernández en Santa Clara a los dos y diez años de edad. (Fotografías tomadas del libro «Yo soy una maestra que canta» (Ed. Unión) de Alicia Elizundia Ramírez). |
Teresita del Carmen Julia Rosa Fernández García, nació en la ciudad de Santa Clara (Cuba) en el mes de diciembre de 1930.
Con solo cuatro años empezó a cantar en la emisora de radio de su ciudad natal en el programa "Hora Martha", que dirigía su madre Amparo García.
Aunque su madre deseaba que Teresita fuese pianista, ella decidió enfocar su vida por otros derroteros; lo que a ella le gustaba de verdad era cantar, tocar la guitarra y escribir poesía, –o sea, desde siempre tuvo alma de cantautora–. Por otra parte, ella tuvo, desde siempre, una clara vocación de maestra; deseaba dedicarse a la enseñanza.
En 1944 comenzó a estudiar en la Escuela Normal de Maestros, graduándose, en 1948, como Maestra Normalista. Nada más obtener el título empezó a dar clases sin dejar, por ello, de cantar –lo hacía continuamente en su escuela–, y de escribir y publicar sus poemas en varios periódicos de la época.
En 1952 obtuvo el título de profesora de Solfeo, Teoría y Piano, y dos años más tarde ejerció como profesora ayudante de música en la Escuela Normal.
En 1957 se trasladó a vivir en La Habana donde se graduó en Doctora en Pedagogía y obtuvo, por oposición, la cátedra como profesora de música, solfeo y coro en la Escuela Normal de Maestros de Santa Clara.
A partirr de ahí, Teresita Fernández empezó a darse a conocer como trovadora en una gran variedad de programas de radio y de televisión; inició sus conciertos y recitales; actuó, en 1967, en el Festival Internacional de Varadero; y un año más tarde en el Festival Nacional de la Trova en Santiago de Cuba.
Teresita Fernández con Bola de Nieve en el restaurante Monseigneur, en Ciudad de la Habana. Bola de Nieve un buen día piropeó a Teresita diciéndole: «Usted no necesita más adorno que la canción». |
En 1974 Teresita Fernández fundó la Peña de los Juglares en el Parque Lenin; peña que mantuvo activa todos los domingos durante diecisiete años.
Viajó a España, por primera vez. en 1991 para participar en la primera muestra Iberoamericana de Narración Oral y Escénica; y en el Festival Juvenalia de Madrid, que fue donde personalmente tuve la oportunidad y la suerte de conocerla.
Entre su discografía figuran las siguientes obras: «Teresita y sus canciones» –disco editado en los años sesenta–; «Mi gatico Vinagrito» (1988); «No puede haber soledad» –grabado en directo en el año 2000 y editado en 2006– y «Teresita canta a Martí» –ambos publicados por el Centro Pablo de la Torriente–; «Vamos todos a cantar» (2002) –homenaje que le brindaron varios trovadores cubanos–; y «Teresita en nosotros» (2007), disco en el que participaron Sara González, Silvio Rodríguez, Liuba María Hevia, Amaury Pérez y la propia Teresita.
«Teresita –dice Víctor– ha llenado, llena un espacio insustituible en el panorama de la canción cubana: lo ha hecho con perseverancia y con amor, con poesía y con humildad».
«En julio de 1967, recién salido del servicio militar –escribe Silvio Rodríguez en la presentación del disco «Teresita Fernández en nosotros»–, los fundadores del joven (grupo poético) Caimán Barbudo me invitaron a un recital llamado "Teresita y nosotros". Era un acto de identificación con la trovadora de Santa Clara, cuyo master de juglaría se basaba en una poética personal entonada, como después supe que le hubiera gustado poseer a varios de aquellos jóvenes poetas. Creo que fue mi primer recital y no fue un mal comienzo. Por un lado profundicé lazos con amigos escritores de mi generación y por otro me acerqué, para siempre, a la trovadora con quien más similitudes tenía, en cuanto a origen y formas. Por entonces Teresa cantaba en "El Coctel", night club que sobrevive en plena Rampa, zona de operaciones que me tocaba por haber empezado a trabajar en televisión a unos metros de distancia. Me hice asiduo al lugar por la fascinación de escucharle algunas de las canciones que están en este disco. Con ellas me enamoré de su arte único en aquel rinconcillo de la noche al que llegaba a la hora que podía. Si Teresa estaba cantando, me volvía una estatua, pero después me iba escurriendo por el murito hasta su lado. En más de una ocasión me brindó su guitarra para que dijera algo a su auditorio [...].
Silvio Rodríguez, Teresita Fernández y Marta Valdés en la Peña de Los Juglares, en el Parque Leni. 1975 |
Todas las generaciones de niños cubanos, desde hace cuarenta años hasta nuestros días, han cantado las hermosas versiones que hizo Teresita de Gabriela Mistral, además de sus propios y sabios poemas. Porque había pocas canciones infantiles y porque las de ella estaban entre las mejores [...]».
Relacionadas con estas últimas palabras de Silvio –consciente de que este "cuelgue" se va a alargar más de lo acostumbrado–, no puedo resistirme a transcribir algo que me contaba anoche, a través de un correo electrónico, un buen amigo cubano; me refiero al diseñador Robertiko Ramos, ser humano de extraordinaria sensibilidad como se pone claramente de manifiesto en el siguiente testimonio:
«Todos los niños conocíamos y conocen a Teresita Fernández; tengo una anécdota con ella, que es muy linda y recuerdo con mucho cariño... Cuando yo tenía 6 años enfermé de "meningoencefálitis viral", una enfermedad muy fuerte que en su variante bacteriana puede dejar secuelas motoras, pués es una enfermedad neuro-motora... A esa edad se empieza en la escuela y se aprende a leer. Mi madre –que es una técnico medio pero que se ha hecho de un nivel de master en la vida a golpe de lectura y sed de conocimientos–, para que no me atrasara en la escuela, me enseñó las primeras letras según lo orientaba la maestra; pero yo que poseía una gran curiosidad con todo, pedía saber más... La enfermedad duraba un mes de reposo, en ese tiempo aprendí a leer y leía muy bien además. Mi madre me regaló "Veintemil leguas de un viaje submarino", "Los hijos del capitán Grant"... y también cayó en mis manos "La Edad de Oro", de José Martí (nuestro Martí)... Creeme que lo devoré...
Un día –pasado quizá un año de mi enfermedad– en mi escuela, que quedaba en La Habana Vieja, algunas tardes de la semana nos vinculaban a las actividades que se celebraban de la Casa de la Cultura del municipio. En una de esas tardes, apareció una señora muy simpática, con espejuelos y guitarra, y resulta que era la señora que cantaba aquello que todos nos sabíamos de "Vinagrito es un gatico que parece de algodón...". Yo me quedé de una pieza; recuerdo muy bien aquel momento, hasta que Teresita tenía puesta una blusa blanca como de artesanía mexicana, con flores recamadas de estambre de rosa mexicano y verdes, y azules... En fin, que entre canción y canción, Teresita preguntó si conocíamos el libro “La Edad de Oro”... Todos los niños muy disciplinado, aunque no lo conocían gritaron: “Sí”... Y ella siguió preguntndo: “¿Y conocen la historia de "Los tres héroes"?”...Y todos, automáticamente que SIIIIIIIIIIÍ... y la cosa se puso dura, pués Teresita preguntó: “¿Quienes son los tres héroes?... Silencio...; y entonces este Robertiko, solo que más chico (creo que uno es siempre el niño que fue) se levantó y dijo de pie, rodeado de niños-robots que hacían silencio: "Bolivar, San Martín e Hidalgo!!!!"... y empecé a decir después: “Cuentan que un viajero llegó un día a Caracas al anochecer, y sin sacudirse el polvo del camino, no preguntó dónde se comía ni se dormía, sino cómo se iba adonde estaba la estatua de Bolívar. Y cuentan que el viajero, solo con los árboles altos y olorosos de la plaza, lloraba frente a la estatua, que parecía que se movía, como un padre cuando se le acerca un hijo..." (Texto de Martí)... Y Teresita bajó la guitarra de sus piernas, se quitó los espejuelos y se emocionó al oir a este “cabroncillo”... y pidió un aplauso para mí... Es increible como aún me sé de memoria eso de "Los tres héroes"». (¡Precioso testimonio de un amigo, del que hoy no he podido prescindir!).
Mañana, todavía seguiré hablando un poquito de Teresita Fernandez, en concreto, de su pasión hacia los versos de Martí... Ahora solo me queda, darle especialmente las gracias a Roberto Ramos por su amistad, por sus palabras y, sobre todo, por su sensibilidad... ¡Gracias Roberto!
Empapándome de belleza...
ResponderEliminarAgradecido.
fernando / te felicito y te agradezco mucho por esta entrada sobre teresita fernández, gente tan y tan querida. me alegró encontrar una foto tomada por nuestra hermanita eva rubio. ahora voy a buscar en mi máquina y te envío cualquier texto que encuentre sobre ella. ya veo que pusiste algunos y sobre todo las portadas de los discos que hiicimos en el centro pablo. un abrazo grande para ti, victor
ResponderEliminar